Un hombre culpa a su expareja de contagiarle el VIH y “arruinarle la vida” en Tenerife
Un hombre que denunció a su expareja por supuestamente infectarlo con el virus del VIH sin saber que ella lo tenía ha declarado en el juicio celebrado este lunes en la Audiencia Provincial de Santa Cruz de Tenerife que la enfermedad le “arruinó totalmente la vida”.
Ha relatado que a causa del contagio tiene que tomar medicamentos todos los días, y que se siente mal y con fiebre y dolor de garganta.
Desde que le fue diagnosticada la enfermedad en 2019 tiene que permanecer mucho tiempo en hospitales y ha añadido que se siente marginado a la hora de acceder a un trabajo y que ya no se atreve a tener relaciones íntimas.
La mujer ha asegurado por su parte que durante el año y medio que fueron pareja apenas tuvieron sexo en dos ocasiones, siempre oral y sin preservativo porque él no quería, y que nunca llegaron a convivir en la misma casa.
También declaró que desde el principio le confesó que tenía el virus, a lo que le respondió que no le importaba, que vio la medicación y sabía para lo que era y que en aquellos momentos él mantenía relaciones paralelas con varias mujeres más.
Ha acusado al padre de sus hijos de infectarla en 2014 y ha atribuido el hecho de que no lo llevara a los tribunales a que el ahora denunciante tomar acciones judiciales contra ella.
La supuesta víctima presentó pruebas de que antes de iniciar esta relación no estaba enfermo; dijo que ambos habían llevado a cabo múltiples relaciones durante el tiempo en el que estuvieron juntos y que éstas fueron completas pero sin preservativo.
Descubrió lo que ocurría cuando le informó a su madre sobre la medicación que tomaba la mujer y ésta a su vez preguntó a un médico, quien le dijo que se trataba de una enfermedad seria, se hizo la prueba de VIH y tras dar positivo la abandonó.
Ella siempre le aseguró que estaba en tratamiento por una afección en los riñones y que “era algo ligero” y “no creía que fuera grave”, aunque en realidad era consecuencia del VIH.
Negó que durante ese tiempo mantuviera relaciones con más mujeres, que sí convivieron en la misma casa, y admitió que optó por grabarla para demostrar que sabía que estaba infectada cuando empezaron a vivir juntos, pero negó que la coaccionara para que lo reconociera.
Hubo discrepancias entre la Fiscalía y la defensa sobre el tipo de virus que tienen ambos, de manera que mientras el primero dice que era VIH-2 en ambos casos, la defensa argumenta que era VIH-2 para ella y VHI-1 para él.
Los médicos forenses mantuvieron que no es habitual contagiarse de un tipo distinto a no ser que exista una mutación; que en la actualidad la carga viral de la mujer es indetectable y que la enfermedad de riñones es compatible con la infección.
El fiscal mantiene su petición de cárcel para la acusada, que suma nueve años por un delito de lesiones y el pago de 300.000 euros, de los que la mitad servirían para compensar los gastos sanitarios, aunque el hombre reconoce que los paga la Seguridad Social, y el resto por los daños morales y consecuencias físicas que sufre.
El Ministerio Público concluye que la mujer sabía que padecía la afección cuando comenzó esta relación y que nunca informó a la víctima.
Argumentos que también mantiene la acusación particular, quien incidió en las contradicciones en las que habría incurrido la procesada, mientras que la defensa pide la absolución al considerar que no se presentaron las suficientes pruebas como para desmontar la presunción de inocencia.
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