“La sociedad dice estudia, saca notas y vete a ciencias”
Hasta el pasado 13 de julio las grandes mentes jóvenes de nuestro país –aquellos que hayan terminado este año el Bachillerato o FP- tenían la oportunidad de obtener la beca 'Ortega y Gasset' de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
A los chicos se les ha dado la oportunidad de recibir, del 21 al 27 de agosto, todo tipo de ponencias, aprender sobre diferentes modalidades, así como conocerse los unos a los otros y disfrutar de una semana llena de sorpresas.
La beca aula de verano 'Ortega y Gasset' se celebró por primera vez en 2001 y acogía 50 alumnos con una nota mínima de 8,5. Ahora, en su 16 edición, acoge 100 alumnos con una nota mínima de 9,6. Paqui G. Caballero, vicerrectora de Postgrado e Investigación en la UIMP, así como directora del curso, explica que “han aumentado las becas pero también la exigencia”.
Finalmente, la nota de corte del curso se ha quedado en un 9,96, teniendo en cuenta la nota media del Bachillerato y la de Selectividad. Al hablar de los alumnos, Caballero expone que “se lo toman como un premio y nos hace mucha ilusión, al igual que recibirles, porque la motivación del programa es que se inicien en el ámbito de esta universidad”.
La comunidad autónoma que predomina es Andalucía, con un 36% de alumnos participantes en el curso, seguida por Castilla y León, Castilla La Macha y Madrid. Por su parte, Cantabria cuenta con el 3%, “un número bastante constante en el tiempo”, según apunta la directora.
También es destacable la mayoritaria presencia de las chicas, así como de los ámbitos elegidos por los alumnos, pues predominan aquellos que se han decantado por la rama de ciencias. “Tenemos casi 30 futuros médicos y bastantes físicos”, añade.
Los profesores con los que cuenta el curso provienen de distintos ámbitos, siempre buscando la excelencia, por lo que destacan profesionales de sus materias como Ángel Carracedo, catedrático de Medicina Legal, Ética Médica y Biología Molecular en la Universidad de Santiago de Compostela; Myriam Seco, doctora en Historia y egiptóloga o Emilio Ontiveros, catedrático de Economía de la Empresa en la Universidad Autónoma de Madrid.
Los 100 alumnos se dividen en dos grupos de 50 chicos, con un programa que va rotando entre mañana y tarde pero que les permite poder conocerse durante las comidas y el tiempo libre.
A la hora de hablar con alguno de los chicos, Antonio Hermán y Mauro Ruiz prefieren las letras, mientras que Miriam Cobo y Rocío Ortiz apuestan por las ciencias. Córdoba, Sevilla, Santander y Cádiz; Traducción, Psicología, Física y Biotecnología se unen durante un rato para explicar su punto de vista. Sin embargo, los jóvenes, de diferentes ideas, gustos y modalidades, coinciden en ciertos aspectos.
Y es que, aunque dediquen gran parte de su tiempo a estudiar, los jóvenes explican que les sobran ratos para divertirse y disfrutar. “No somos unas frikis”, ríen mientras lo cuentan. “No te puedes meter en estudiar, estudiar y estudiar, eso te consume”, declara Antonio.
Por su parte, Miriam sincera que “ha costado mucho esfuerzo”, pero coincide con su compañero en que “eso no quiere decir que hayamos renunciado a salir y pasarlo bien”. Mauro añade que “se puede compaginar todo”.
Centrados en la beca que han obtenido gracias a sus notas, los jóvenes explican lo enriquecedor que se vuelve aprender tanto en una semana: “Es muy positivo que veamos temas tanto de nuestro ámbito de conocimiento como de otros campos, no nos cerramos a una cosa en concreto, nos expandimos y eso nos completa”, asegura Antonio.
Aun así, pronto sale a flote el hándicap que más perciben los alumnos. “Sabemos que es un tiempo breve pero nos gustaría tocar más ámbitos… más relación con las artes y las letras”, lamenta Miriam, quien es apoyada por su compañero Mauro. “La sociedad dice 'estudia, saca notas y vete a ciencias'; las letras no valen tanto, y eso es una pena. Eso aquí se ve muy representado porque la mayoría de ponencias son de ciencias”, recalca.
También “falta que venga gente de fuera de España, a lo mejor traer algún ponente, no sé americano, hubiese sido interesante”, añade Mauro, que sin embargo pronto expresa que no se puede “quejar de nada”, mientras que Antonio completa el comentario de su compañero puesto que “tener una semana llena de actividades culturales es una maravilla”.
Les cuelgan la etiqueta de ser la generación que salvará a España, las grandes eminencias, pero ellos no creen tanto en esa idea. Se ven como gente normal, como chicos que estudian y, por eso, merecen esta beca. Sin embargo, todos coinciden en la opinión de Rocío: “No somos la excelencia de España sino una pequeña representación”, pues hay mucha gente con mejores notas que “no están aquí”. Esta afirmación es aplaudida por sus compañeros que finalizan con la opinión de Mauro, quien concluye: “De verdad que no somos para tanto”.