El consumidor en el laberinto de comprar un coche: entre la inflación, la falta de microchips y la obligación de no contaminar
“No le voy a engañar, mínimo antes de un año no tendrá el coche”. Un vecino de Toledo se encontró con esta respuesta del comercial en un concesionario, nada más atravesar el umbral del establecimiento y sin hablar ni de modelo, ni de precios.
“Sabía que había plazos largos, pensé que podría tener un coche en dos o tres meses, pero es que al consultar en varias marcas me han dado fechas de entrega entre seis meses y un año. Por no haber, no hay ni de kilómetro cero”. Juan, nombre ficticio de este usuario que ha preferido mantenerse en el anonimato, ha tenido que enfrentarse “por necesidad laboral y personal” a la disyuntiva de cambiar su vehículo y lo hace en un momento de ‘tormenta perfecta’.
Por un lado está la inflación y la falta de materias primas que está ralentizando la fabricación (y también las reparaciones de averías). Y por otro está el todavía incierto momento de transición ecológica en la movilidad que ha comenzado a instaurar las llamadas Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) en las ciudades, a las que no se podrá entrar (en Madrid o Barcelona de hecho ya es imposible) si no se cuenta con un vehículo no contaminante. ¿Qué comprar y cómo pagarlo con los precios desorbitados y con una industria incapaz de cubrir la demanda por falta de microchips? ¿Y qué hacer sin un vehículo no contaminante para acceder a determinadas ciudades?
“Yo buscaba un vehículo con la etiqueta Eco, pero no es fácil elegir”, explica Juan quien sostiene que “los eléctricos todavía no tienen mucha autonomía. Creo que en el mejor de los casos puedes hacer unos 200 kilómetros sin parar. Tampoco hay infraestructura suficiente para la carga. Y luego es que los precios están desorbitados. Ni con las ayudas del Gobierno”, lamenta.
Este usuario buscaba un vehículo para viajes largos. “Para mí, los diésel son ideales, pero se les ha demonizado a pesar de que emiten menos CO2 que un gasolina normal, así que deseché la posibilidad. He terminado por comprar un coche de gasolina”.
“Hoy es inviable pensar en comprar un coche que vayas a poder tener el mes que viene”, explica la delegada en Castilla-La Mancha de la Organización y Consumidores y Usuarios (OCU). Itziar Fernández recuerda también que “además hay problemas para repararlos y nos están llegando muchas reclamaciones, pero es que los talleres nos dicen que no pueden hacer nada si no hay piezas. Los problemas de desabastecimiento son generalizados”.
Es una situación que confirma la presidenta de la Asociación de Talleres y Concesionarios de Castilla-La Mancha, Mª Ángeles Martínez. El año pasado las previsiones de los fabricantes decían que el segundo semestre sería más fácil, pero la guerra de Ucrania lo ha complicado“, asegura, para referirse al país del que llega la mayoría del litio necesario para las baterías de los coches eléctricos y de los híbridos. Así que la ‘transición’ se ha complicado. ”En este 2022 se pensaba en darle un empujón a uso de este tipo de vehículos y ahora van muy retrasados“.
En general habla de plazos de entrega de los nuevos vehículos entre cuatro meses y un año. “Y los de kilómetro cero son casi inexistentes porque están agotados en las plataformas en las que nos suministrábamos y además son ahora más caros”.
María Ángeles Martínez explica que “no se ven visos de solución” a corto plazo. “El volumen de matriculación en España va volver a quedarse en las 800.000. Y ya llevamos así desde antes de la pandemia. Ocurrió durante la crisis durante 2008 y no podemos hablar de estabilidad porque para eso la matriculación de coches nuevos tendría que alcanzar los 1,25 millones”. En Castilla-La Mancha la bajada en las cifras ronda el 12% en lo que va a año. “La gente ahora tiene mucha incertidumbre. No solo económica. También hay dudas...Que si eléctrico, que si híbrido. Muchos aguantan esperando tres o cuatro años al cambio. Otros se arreglan con un coche de ocasión porque la tecnología va a seguir evolucionando”.
La presidenta del sector en la región recuerda que el de la automoción “es un indicador del estado de la economía. En 2008 después de la Construcción estábamos nosotros. Y de la inflación no se salva nadie, ni los clientes ni las empresas. En mi empresa nos cuesta dinero cada día poner grúas en la calle”, explica la también presidenta de la Cámara de Industria y Comercio de Toledo, que regenta un negocio vinculado al sector motor en la capital castellanomanchega.
“La gente no está para ese gasto tan elevado cuando no se llega a fin de mes”
Juan puede comprar un coche porque su economía lo permite, pero no todo el mundo tiene las mismas posibilidades. “Los consumidores se enfrentan también a precios más elevados a la hora comprar un coche en un mercado inflacionista. Los costes para cambiar el aceite, los filtros… Se están duplicando y al final todo repercute en el consumidor”, lamenta la delegada de la OCU.
De cara al mes de septiembre la organización anuncia un estudio comparativo para ayudar al consumidor. “¿Qué compramos? ¿Gasolina, híbrido, eléctrico…? Es difícil. Sabemos que a la larga el coche eléctrico supone un ahorro, pero es que ahora la gente no está para ese gasto tan elevado cuando muchas familias no llegan a fin de mes, así que muchos se irán al de segunda mano”, explica.
Y eso que según los datos de la Asociación Nacional de Comerciantes de Vehículos (ANCOVE), el precio de los turismos de segunda mano se elevó el pasado mes de junio en Castilla-La Mancha un 8,9% respecto al mismo mes de 2021, con una media de 12.255 euros.
Por coches de más de ocho años se está pagando en Castilla-La Mancha una media de 9.388 euros y eso es un 12,7% que hace un año. “El mercado de ocasión sigue presionado por la escasez de turismos que hace que los comerciantes tengan que conseguirlos a precios elevados”, explica Eric Iglesias, director general de esta asociación.
“Están pidiendo cambio, pero no hay ayudas que lo favorezcan. Estamos hablando de auténticos artículos de lujo, sobre todo en el caso de los eléctricos”. Es una idea que subraya la presidenta del sector en la región. “No todos pueden tener un eléctrico, ni por precios, ni por necesidad si se hacen más de 10.000 kilómetros al año. No podemos recomendarlo”.
La OCU Castilla-La Mancha ya pidió el pasado mes de mayo más electrolineras en parkings y estacionamientos públicos. “La mayor parte de los aparcamientos públicos de la región carecen de puntos de recarga, tal y como exige la normativa, lo que desincentiva el uso de vehículos eléctricos o híbridos enchufables”, comentaba entonces esta organización que pide también “promover” las zonas de carga eléctrica entre las comunidades de vecinos.
“Mucha gente está cambiando de coche a la fuerza. En Madrid ya no se puede entrar con un coche de diez años. Las multas son tremendas y en poco tiempo se aplicará a todas las ciudades de más de 50.000 habitantes”. Y no solo a esas, también se verán afectadas las que tienen más de 20.000 habitantes y tienen problemas de contaminación. Ocurrirá entre este año y el próximo 2023 al ponerse en marcha las zonas de bajas emisiones (ZBE), con multas aparejadas si se incumple.
La Organización de Consumidores y Usuarios también critica que, frente a esta situación, “tampoco se está favoreciendo el transporte público. Al consumidor se le obliga a cambiar sus hábitos de vida. Y sí, tenemos que participar en el cambio, pero los gobiernos han de dar las herramientas”.
El volumen de ventas de eléctricos sobre el total es de poco más del 2%. En cuanto a los híbridos ese porcentaje es del 4%. “Igual que existen ayudas del Plan Moves para eléctricos, que no se van a terminar de consumir como viene ocurriendo, sería recomendable que una parte se destinase a los coches de combustión, con gasolina o diésel. El 80% de las personas los utiliza. Es el coche medio”, añade María Ángeles Martínez. “El 45% de los que circulan por las carreteras tienen más de 13 años. Muchos tienen incluso 20 años”.
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