Batalla laboral en Burger King por el exceso de contratos temporales y la precariedad: “Hemos llegado al límite”
Es poco habitual ver a un grupo de trabajadores protestar frente a un restaurante de comida rápida. Ocurrió a principios de junio en la provincia Barcelona, cuando varias decenas de empleados se concentraron a las puertas de dos Burger King, en Granollers y en la capital catalana. La acción pasó algo desapercibida, pero hizo visible el malestar de al menos una parte de la plantilla contra una empresa que denuncian que no garantiza sus derechos laborales. “Los incumplimientos son constantes desde hace años y ahora hemos llegado al límite”, resume Miguel Ángel Sánchez, liberado sindical de CCOO y empleado durante una década en varios establecimientos de la cadena norteamericana.
El origen de las quejas tiene que ver con al menos dos informes de la Inspección de Trabajo que ya en 2019 constataba varias deficiencias en materia laboral y que, según los trabajadores, a día de hoy todavía no se han corregido. Entre ellas, el exceso de contratos temporales injustificados, el incumplimiento del descanso mínimo de 12 horas en algunos turnos o la falta de una evaluación sobre el riesgo de estrés dentro de la plantilla, que se quejaba de ello. Pero la gota que ha hecho colmar el vaso, según denuncian los sindicatos, es que en la actual situación de reapertura tras la pandemia no se está recuperando todo el personal que había antes, con lo que la carga de trabajo es mayor en muchos restaurantes.
“Hay restaurantes, como los de Sant Adrià del Besòs o Urquinaona, que tienen mucha venta, incluso superior a antes de la pandemia debido al aumento del delivery, pero están bajo mínimos de personal”, denuncia Sánchez. Según las estimaciones de CCOO, que aseguran que las hacen a partir del censo de los ERTE, en la provincia de Barcelona, donde hay 73 restaurantes de Burger King, los trabajadores en activo han pasado de ser unos 1.600 a unos 1.000. Por su parte, la empresa responde que dan empleo a más de 2.000 personas en esta misma zona.
“La compañía sigue apostando por invertir y generar empleo en Catalunya, donde la marca abrió por primera vez en 1982 y, pese a las restricciones impuestas por la pandemia, prevemos abrir tres restaurantes durante 2021”, responde a este diario Burger King. Sobre si han corregido las advertencias que les hizo la Inspección de Trabajo en 2019, se limitan a afirmar: “Burger King cumple con la normativa vigente y, siempre que es necesario y se le requiere, colabora con las autoridades laborales aportando toda la información necesaria”.
Al menos dos informes de la Inspección
Los informes de la Inspección, a los que ha tenido acceso este diario, se llevaron a cabo en septiembre de 2019, cuando esta firma se proclamaba ya el mayor operador de restaurantes de España. A razón de 30 nuevos locales al año, entre los propios y los franquiciados, Burger King Spain alcanzó más de 800. Más de 5.000 en toda Europa.
En un primer documento, los inspectores constataron que en dos de sus hamburgueserías de Barcelona, en Port Olímpic y Glòries, se usaban sus vestuarios también como almacén, cosa que la normativa no permite. Tras el apercibimiento, la empresa lo arregló. Pero la Inspección también pidió que se actualizase una evaluación de riesgos psicosociales de la plantilla, cosa que los sindicatos aseguran que no se ha hecho. A partir de varias muestra en 2019 en distintos establecimientos, ese informe constató que “en todas ellas se identifica el riesgo de fatiga y de carga mental”, e hizo el requerimiento a la firma para que realizase su propia evaluación y aplicase las “medidas correctoras necesarias”.
El otro informe, de la misma fecha, se recogen otros incumplimientos de la normativa laboral. Entre ellos, que en algunos casos no se cumplía el mínimo de 12 horas entre turnos. O las contrataciones temporales sin la justificación adecuada. Motivos ambos que llevaron a la Inspección a proponer actas de sanción por infracción grave cuyo montante no ha trascendido. Lo mismo que con un acto de “obstrucción a la labor inspectora”, al constatar este ente que la empresa retrasó “todo lo posible” la entrega de documentación, “y a mayor abundamiento decidió unilateralmente no comparecer a una citación de la inspectora actuante”, señala el documento.
Temporalidad: “Transgrede la normativa”
El caso de la temporalidad es uno de los caballos de batalla de los trabajadores. Desde CCOO aseguran que se plantean movilizaciones en toda España si la empresa no se sienta a negociar. Ante la inspección, Burger King defendió que su 24% de temporalidad –porcentaje de ese momento– está vinculado a las campañas de verano y, tal como hacía constar en los contratos, a “un aumento de ventas en el restaurante” originado la realización de una “fuerte campaña publicitaria en radio, prensa y televisión”.
Para la Inspección, sin embargo, esta justificación no fue suficiente, puesto que constataron que el crecimiento de Burger King ese mismo año estaba siendo sostenido en el tiempo y no fruto de un pico de actividad. “Por lo tanto, en el presente caso se considera probado que los contratos eventuales celebrados por la empresa Burger King Spain SLU transgreden la normativa de contratación temporal”, especifica el documento de la Inspección.
“Tienes que batallar cada pequeña cosa”
“El problema es que es una empresa donde todo son trabas y tienes que batallar cada pequeña cosa”, opina Luis Miguel, empleado del Burger King de Manresa, también en la provincia de Barcelona. En su caso, como la mayoría de empleados, tiene un contrato de 20 horas semanales, lo que sería una media jornada, y se saca unos 500 euros al mes. Luego tienen horas complementarias, con un máximo de un 60%, que muchos quieren hacer para “poder llegar a fin de mes”. Pero estas horas de más, denuncia, a veces se usan para premiar o castigar a los empleados. “El otro día tenía que marcharme a la 1 de la madrugada y me llamó un jefe porque me negaba a entregar un pedido que había llegado. Me dijo que luego nos quejamos cuando nos ponen al mínimo de horas complementarias”, relata este empleado.
Desde CCOO denuncian también que los errores en el cobro de nóminas son habituales, sobre todo con impagos de horas extras y vacaciones. “Todos los meses hay problemas de horas no pagadas”, dicen.
En cuanto a la sobrecarga de trabajo, argumentan que el número de empleados no da para cubrir la demanda de trabajo. Luis Miguel pone como ejemplo las horas valle, cuando la actividad decae –que suele ser entre la comida y la cena–. En esa franja, explica, a veces los restaurantes como el suyo tienen a dos o incluso solo a una persona para asumir las diferentes tareas. “Se encarga de prácticamente todo: atender a los autos [el servicio de venta por ventanilla a los coches], preparar las hamburguesas, cocinarlas, atender al mostrador… Eso ocurre más de lo que querríamos”, lamenta este empleado.
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