Manuela Trasobares: “Este 'Zorra' empodera, ya no nos afecta la huella que imprimieron en ella”
Considera Manuela Trasobares (Figueres, 1961), que las personas somos entes tremendamente complejos. “Cada uno de nosotros, en la intimidad de nuestro yo, esconde un dios”, dijo en una entrevista con el filósofo Carlos Fernández Liria. Cuando alude a las víctimas de la guerra, su planteamiento recuerda al del poema de John Done Nadie es una isla. La artista multidisciplinar vive de manera coherente con su pensamiento, resulta complejo etiquetarla, –encapsularla, siguiendo sus términos–. Es cantante de ópera (mezzosoprano), pintora, escultora, artista fallera. Es también ensayista, cultiva con pasión las disciplinas de la historia y la filosofía. Fue la primera concejala trans de España y, desde hace treinta años, es un icono LGTBI.
Su historia es la que se esconde tras el videoclip de 'Zorra', la canción con la que el dúo Nebulossa representará a España en Eurovisión después de la victoria en el Benidorm Fest, un homenaje que ha recibido con cariño. Al finalizar la actuación, la vocalista, María Bas, gritó: ¡Tira la copa!. Fue la misma frase que pronunció Trasobares en el programa Parle vosté, conducido por Josep Ramón Llull en la extinta Canal 9, donde tras horas de vejaciones hacia las personas trans, especialmente a cargo de un comentarista, estalló. En conversación telefónica, atiende a elDiario.es sobre el homenaje de Nebulossa y su trayectoria artística:
¿Cómo ha recibido la canción?
El tema de Nebulossa ha sido muy gratificante. Es la lucha que he tenido. Si lo que hice en un momento dado en un programa de televisión sirvió... pues muy bienvenido ese programa. Creo que ahora se están dando cuenta de que lo que pusieron como algo freak tiene más contenido: hay un ser que reivindica su identidad.
¿Es partidaria de la resignificación de los términos?
Este poderoso 'Zorra' empodera, una palabra que el machismo y el patriarcado han arrojado, como ha pasado con la palabra “maricón”. Ya no nos afecta la huella que imprimieron en ella. Hablamos desde la absoluta libertad.
Hay una parte del feminismo que no cree que sea empoderante, es una letra que la levantado muchas críticas.
Hablé con Carlos Liria sobre este tipo de feminismo. En vez de ver el detalle se tiene que ver el concepto general. Nosotros damos la vuelta aún más a la tortilla. Puedes ser autosuficiente, asexual y entender el empoderamiento de los conceptos que el fascismo nos ha imprimido como un mal, del daño que ha supuesto para las mujeres, los homosexuales, la gente mayor, la gente con discapacidad. Primero hay que ver el problema en una dimensión grande; cada cual puede pensar lo que quiera, pero yo parto de unos conceptos universales. Yo estoy por una universalidad del ser, mas allá de los conceptos hombre, mujer, heterosexual u homosexual; son convenciones.
La canción proviene de un festival musical con mucha presencia LGTBI, un espectáculo televisivo enmarcado en Eurovisión. ¿Cree que hay clasismo en los análisis que se hacen de la canción? Si fuera, por ejemplo, una tesis doctoral, un análisis de la resignificación de los conceptos... ¿La forma empaña el fondo?
Sí. Como esto sale de donde sale, lo apoya quien lo apoya... ya es de tercera división el mensaje, el contenido. Si esto se dice desde la universidad tiene un empoderamiento añadido, pero si lo dice un festival que consideran anacrónico, o lo dice una cantante, se desprecia. Hay mucho clasismo. Estamos invadidos de clasismo. Creo que no nos vamos a desprender de clasismo, a la voluntad de poder [en alusión al título de su libro, que toma la idea de Nietzsche] le interesa que haya un mundo inferior a otro. Yo veo el poder como la maldad, creo que no interesa la igualdad y que la desigualdad es rentable.
El poder, el machismo, lo hacen entes que tienen un concepto de la vida patriarcal: pueden ser hombres, mujeres, no binarios o trans; el concepto de clase es algo que siempre ha interesado. En el caso de Zorra, es una canción que empodera un concepto muy interesante del ser; pero como está dicho desde un festival, por una chica, se desprecia. Pienso que si a través del arte, olvidándonos del clasismo, cualquiera puede ayudar a que progresemos, bienvenido sea. Desde Eurovision o desde una sala de conferencias. La televisión es un medio muy importante para que llegue el mensaje.
Hablaba antes de lo freak. Cuando trabajaba en su carrera lírica, en los noventa, la invitaron a varios programas de las televisiones públicas con el pretexto de las actuaciones musicales, pero en las entrevistas cuestionaban su identidad, le preguntaban si era niño o niña, hasta le preguntaron si había pasado 'por cama', como fue el caso de Televisión Española. ¿La utilizaban en los platós?
Antes había más libertad para faltarnos al respeto. Estaba la presencia omnipotente de 40 años de una férrea dictadura en la que nosotras no podíamos vivir. Yo presentaba un morbo impresionante, era la primera persona trans que se presentaba a un concurso en un mundo tan clasista como el lírico... [en la televisión] Éramos animales de feria.
Lo de Canal 9 fue peor. Yo venía de Bulgaria de estudiar, no conocía la telebasura española. Fue horrible. Alucinaba de la barbaridad, jamás me habían humillado de esta manera. En la mesa había un abogado, un psiquiatra, un juez... Antes teníamos que pasar por juicio para acreditar nuestra identidad. Viendo el nivel de grosería fueron abandonando la mesa. Fue un acto [tirar la copa] que mucha gente ha trivializado. Tirar la copa fue que mi ser había explotado, me habían herido en lo más profundo de mi alma, públicamente.
¿Y cómo ve la adaptación ahora, casi treinta años después, de algo que fue tan hiriente?
Mucha gente del colectivo me lo ha agradecido. La reacción fue tan de verdad... Como yo soy de las de sumar, pienso que si hay gente a la que le sirvió para hacer su catarsis, bienvenido sea, estupendo. No me siento paródica ni esperpéntica, me siento sincera conmigo misma.
¿El videoclip lo ha resignificado?
A mí todo lo que sea aparecer en los medios me parece muy bien. El arte tiene que servir para transgredir la norma y llegar a la esencia de nuestra vida. Ha servido para cambiar cosas, también para mal, para que la Iglesia perpetuara teorías sobre el cielo y el infierno que aterrorizaran a la población, para hacer propaganda... Pero ha servido para llegar al pueblo, a través de la pintura, la escultura, la danza o una canción de eurovisión; el arte es importante para la sociedad. Ha servido a mucha gente y eso me basta.
Pasando al ensayo, en la entrevista con Fernández Liria dijo que el arte era un escape de la voluntad de poder.
Yo he vivido la dictadura franquista, la represión a tope. Me refugié en el arte para poder vivir mi auténtica realidad. Vivía una realidad del sistema que era gris, castradora, humillante, cuestionada constantemente... era un acoso total. El arte fue la liberación de mi ente. Andaba como si anduviera por los bosques de Blancanieves, veía el color en un mundo de dolor, por ejemplo: con las películas de Disney pude ser feliz, porque hasta entonces era constantemente torturada. Yo lloro cuando veo a las niñas que pueden ser niñas o niños y pueden decir a sus padres: me siento una niña, y que sus padres le dejen. Yo me refugiaba en el dibujo, en la música... No podemos consentir que vuelvan etapas así. Toda la vida ha habido gente disidente, pero teníamos que vivir escondidas, en el armario. En los sesenta no se sabía nada del cambio de sexo, no sabíamos nada. Fui consciente de ello porque un verano en Cadaqués, un niño francés con el que tuve un amor, me hizo sentir como yo era de verdad, me dijo: ¿Sabes que puedes cambiar? En mi país hay personas que han hecho un cambio. Entonces se abrió un mundo para mí al pensar que podría ser una mujer. Hasta entonces, estaba convencida de que había nacido para sufrir.
¿Los discursos de la época le suenan hoy?
Totalmente. Después de 30 años, vivimos todavía con argumentos, gente en las instituciones, en el Congreso, que dicen cosas muy parecidas. Todavía se cuestiona nuestra esencia como seres humanos. No se puede bajar la guardia.
La nueva ley trans ha conseguido cosas, se habla de una realidad hasta ahora ignorada. Pero queda mucho por hacer: hay que tener unas pensiones para las personas que han tenido un archivo de maltrato, hacer memoria histórica, memoria de las personas que nos han precedido y nos dan la libertad. Argentina y Sudamérica nos han adelantado. El Estado tiene que reaccionar. Yo, por ejemplo, tengo artrosis, una discapacidad considerable, y no tengo derecho a una pensión de la jubilación. También hay que hablar y reivindicar a las mujeres que tenemos sesenta años y más, parece que a partir de esa edad somos invisibles, mientras que ellos no. Hay un cuestionamiento constante. Por eso también me gusta la canción. El empoderamiento de la mujer se puede hacer de muchas formas.
¿De dónde viene el libro La voluntad de poder?
El libro es un trabajo de más de 10 años. Llevo estudiando filosofía e historia mucho tiempo, llegando a una serie de convicciones que había contrastado con otras personas. La editorial Hidroavión me propuso hacer un libro y quise hablar de ideas, de la noción de progreso, de las revoluciones que se ensalzan como progreso... Yo creo que el anarquismo es el único socialismo que no se ha puesto en práctica y al que deberíamos aspirar. Como sociedad, estamos demasiado centrados en el dinero. Si para tener lo vital tienes que pagarlo, poco civilizada es la sociedad. Una sociedad igualitaria fuera una sociedad donde las necesidades básicas las cubriera la comunidad, sea Estado u otro ente.
Vivir en sociedad es vivir con justicia. Es reconocer al débil, que es en lo que discrepo de Nietzsche. El Estado está para velar por el débil. Una sociedad que se basa en el más fuerte es una selva. Todos somos vulnerables, potencialmente débiles. Una sociedad justa debería mirar por el débil, todo el mundo tiene derecho a vivir bien. Para mucha gente, la vida es una condena. Hay personas que viven verdaderos caos políticos y existenciales.
¿Como artista, cómo ve que la extrema derecha gestione la cultura?
Me parece penoso. Coaccionan la libertad. Desde el momento en que te dicen de qué color pintar un cuadro ya no es sano. La cultura debe ser vista desde la libertad total; cuando hay criterios ideológicos que someten el arte o la cultura, malamente. A izquierda y derecha. La izquierda es mucho más libre, se abre más a nuevas políticas culturales. La derecha vuelve a los moldes de toda la vida.
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