Qué son los sueños estresantes y cómo evitarlos

Sueños estresantes

Darío Pescador

24 de diciembre de 2022 21:21 h

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Hoy tienes que asistir a una entrega de premios en la que eres una de las personas galardonadas. Es muy importante que estés puntual e impecable, pero no eres capaz de encontrar los zapatos. Buscas ansiosamente por toda la casa, y finalmente sales a la calle en zapatillas. Te metes en el coche, pero la llave no entra. Cuando consigues introducirla, no gira. Cuando consigues que gire, el coche no arranca. Presa de pánico (es muy tarde) buscas un taxi, pero no aparece ninguno. Sales corriendo hacia el lugar del evento, y llegas sin aliento para descubrir que todo el mundo se ha marchado ya.

Entonces te despiertas.

Para muchos de nosotros, este es un ejemplo de una pesadilla, pero los psicólogos tienen otro término: sueño estresante. Aunque haya algún solapamiento, son cosas diferentes. Los sueños estresantes suelen ser más frustrantes que aterradores, sobre todo si son recurrentes. Es la sensación de estar acelerados, pero sin ir a ninguna parte, como un hámster en una rueda. Un sueño estresante puede referirse a cualquier cosa molesta e incluso ordinaria, mientras que una pesadilla tiende a ser horripilante y ponerte en una situación potencialmente mortal, que con frecuencia está relacionada con un trauma, según los estudios. También es más probable que las pesadillas te despierten en estado de pánico.

Estos son algunos ejemplos comunes de sueños estresantes:

  • Intentar repetidamente hacer algo y no poder.
  • Llegar tarde a algo importante.
  • Perder algo importante (como el pasaporte o el dinero).
  • Suspender un examen.
  • Viajar en un coche u otro vehículo que vaya demasiado rápido o conducido por alguien en quien no confíes (incluido tú mismo).
  • Tornados o inundaciones.
  • Un incendio en tu casa.

¿Por qué tenemos sueños estresantes? Para responder a esa pregunta, tendríamos que saber primero por qué soñamos, en general, y la respuesta exacta sigue siendo en parte un misterio. La mayoría de los expertos creen que soñar es una forma que tiene la mente de procesar y dar sentido a los acontecimientos, emociones y experiencias del día. Los sueños pueden ayudarnos a consolidar y organizar nuestros recuerdos, así como a expresar pensamientos y deseos inconscientes. Algunos estudios también han sugerido que soñar puede contribuir al aprendizaje, ya que soñar con una tarea o habilidad que hemos aprendido la consolida en nuestro cerebro.  

Por último, los sueños tienen una función en la regulación emocional. Las personas que tienen más sueño REM tienen más capacidad para asimilar experiencias emocionales difíciles. En este sentido, los sueños son una especie de teatro donde nuestro cerebro se puede enfrentar de forma segura a nuestros peores miedos, y aquí es donde entran los sueños estresantes.

Ensayo para el desastre

Según la teoría de simulación de amenazas, soñar con situaciones estresantes nos permite practicar los mecanismos cognitivos necesarios para percibirlas y evitarlas con más eficacia, lo que seguramente fue una adaptación durante la evolución humana. Los sueños, pues, son una simulación de “realidad virtual” en la que nos entrenamos para la vida.

Además, el motivo por el que los sueños son en ocasiones tan raros, y a veces estresantes, es fisiológico. Durante la fase REM, cuando se producen los sueños, hay una elevación de la hormona del estrés cortisol, lo que produce una desconexión entre el hipocampo, la parte del cerebro que procesa los recuerdos, y la corteza prefrontal, con la que razonamos. Por eso, en el sueño estresante del principio, no podemos encontrar nuestros zapatos. Si tuviéramos un acceso normal a la memoria, sería fácil recordar en qué parte del armario se encuentran. 

¿Por qué se produce esta desconexión? No está claro el motivo, pero parece ser una forma de facilitarnos crear nuevas conexiones, algo llamado neuroplasticidad. Cuando se produce una fragmentación de nuestros pensamientos, tanto durante la vigilia como durante el sueño, damos lugar a ideas nuevas en las cuales usamos esos fragmentos, no en el orden en que se presentaron, sino recombinadas de formas diferentes.

Recordar los sueños con mayor frecuencia se ha asociado a una mayor creatividad y mayor densidad de materia blanca en la corteza prefrontal, lo que quiere decir que hay más conexiones en estas partes del cerebro.  Además, los sueños no solo sirven para recordar. Una de sus funciones principales es hacernos olvidar. Revivir nuestras experiencias sirve también para cribarlas, seleccionando aquellas que son relevantes y eliminando el “ruido” que nos deja pasar todo un día absorbiendo información. 

Los sueños estresantes son, por tanto, una parte del funcionamiento normal del cerebro para procesar, precisamente, el estrés. Aun así, ¿hay algo que podamos hacer para que no nos afecten tanto? Los expertos recomiendan varias estrategias, que tienen que ver con reducir el estrés:

  • Escribir un diario: tendemos a soñar con lo que reprimimos, y si estamos evitando durante el día enfrentarnos a una situación estresante, es probable que surja por la noche. En su lugar puede ayudar escribir sobre aquello que nos preocupa y sacarlo de la cabeza.
  • Meditación o yoga nidra: las meditaciones guiadas, como las de yoga nidra, una técnica para dormir, pueden rebajar nuestros niveles de estrés antes de dormir e incluso ayudarnos a conciliar el sueño si nos despertamos en mitad de la noche.
  • Tener más sueños lúcidos: los sueños lúcidos, que se producen a veces justo antes de despertarnos, nos permiten controlar el contenido de lo que soñamos. Es el momento de encontrar soluciones al problema que nos atormente, y “cambiar la película” de nuestro sueño estresante.

* Darío Pescador es editor y director de la revista Quo y autor del libro Tu mejor yo publicado por Oberon.

¿En qué se basa todo esto?

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