El documental que reivindica a McCurry más allá de la fotografía de la niña afgana
En junio de 1985 una fotografía se convertía de forma inmediata en un icono. La revista National Geographic daba la portada de su publicación a la imagen de una niña afgana de 12 años. Sus enormes y expresivos ojos verdes miraban al lector y le interpelaban. Aquella niña, de nombre Sharbat Gula, había sido encontrada por el fotógrafo Steve McCurry en el campo de refugiados de Nasir Bagh durante la guerra de Afganistán, pero a nadie le importaba el nombre de aquella joven. Todos se referirían a aquella imagen como 'la niña afgana'. Una más, sin una identidad. Un retrato convertido en icono pop.
El éxito de la fotografía también fue hasta contraproducente para su autor, Steve McCurry, cuyo trabajo quedó reducido a aquella instantánea, a pesar de tener una obra amplia en la que había recorrido el mundo y dejado fotografías al nivel de aquella. Ahora, un documental dirigido por Denis Delestrac reivindica la figura de McCurry más allá de aquel éxito. McCurry, la búsqueda del color dedica poco tiempo a aquella fotografía, pero deja claro que si se escribiera la lápida del fotógrafo, en ella pondría: “Autor de la fotografía de la niña afgana”.
A McCurry no le molesta que siempre le recuerden por ella, ni se considera como esos rockeros que dejan de tocar su canción más exitosa en los conciertos cansados de su éxito. “Nunca, ni por un nanosegundo, he pensado en eso. Hasta que me has preguntado eso ni lo había pensado ni se me había ocurrido”, cuenta el fotógrafo desde un hotel de Madrid donde ha acudido a presentar el filme que se rodó durante cinco años y que se estrena en salas de cine este viernes 3 de junio. A pesar de ser considerado arisco y polémico, nunca se opuso a la propuesta de su amigo Delestrac, con el que ya había trabajado y que le ofreció “una idea interesante”.
“Nos conocimos hace 20 años en la India”, recuerda el director, que cuenta que siempre habían tenido la idea de hacer un largo documental juntos, pero que nunca habían conseguido encontrar la idea que les convenciera a ambos. “Lo que realmente me empujó fue entender cómo una persona es capaz de capturar en una sola imagen historias tan ricas y potentes. Capaz de hablar de la vida en Afganistán, por ejemplo, o de la condición de los refugiados, solo con una imagen. Nosotros, los cineastas, con 24 imágenes por segundos a veces no lo conseguimos, y eso me hizo querer explorar que hay más allá de sus ojos”, explica Delestrac.
Para él, una imagen tan icónica como la de la niña afgana tiende “a alargarse con el tiempo y a esconder un trabajo como el de Steve McCurry, que es de los más interesantes de la historia de la fotografía”. “No quería hacer un documental sobre esa fotografía, eso ya está hecho, ya sabemos que es icónica y a todos nos encanta, así que avancemos y veamos al fotógrafo. Creo que, si eres fotógrafo y has trabajado más de 40 años con fotografías que dicen mucho de nosotros como especie, como seres humanos, y sobre cómo nos relacionamos, es interesante contar tu historia”, añade.
La hermana de McCurry dice, en un momento del documental, que la muerte de su madre y un accidente de niño junto a su hermana, marcaron la personalidad del fotógrafo, y que sin entender estos acontecimientos es imposible entender su faceta artística. Él le quita importancia, pero sí que reconoce que son “importantes” y que le hicieron “ser más fuerte”. “Todos tenemos dificultades y tragedias en nuestra vida, pero el asunto es cómo lidiamos con ellas, cómo las manejamos y las superamos”, zanja.
Sus retratos parecen capturar el momento exacto, y uno nunca sabe cuánto hay de impulso instantáneo o de elección pensada del encuadre, la lente o lo que deja dentro del encuadre o fuera de campo. Si hay una elección moral en lo que muestra o no. McCurry se ríe al escuchar eso de la cuestión moral del lenguaje. “Me parece ridículo, absurdo. La gente me dice que le interesa lo que no está en el encuadre, lo que dejo fuera… ¿Tú has visto alguna vez un cuadro, una obra de arte, una obra de Leonardo Da Vinci que se deje algo fuera?, ¿te preguntas qué hay fuera de campo de la Mona Lisa? Mira la puta pintura y juzga eso, no es tu asunto cuestionar al arista por lo que haya fuera del cuadro. Yo quiero la verdad. Quiero que si vas ahora al baño te fotografíes allí, quiero la verdad de eso, no que lo romantices”.
Todas sus imágenes son en color, una seña de identidad que nunca abandona. No siente la tentación del blanco y negro “porque la vida es en color”. “Para mí el color es parte de la historia. Parte de la vida, de cómo nos tratamos, de nuestro comportamiento… pero no es lo más importante. En la India el color está de forma intrínseca en las historias de cada sitio, de los rituales, de los lugares… pero no es la historia entera, es algo importante”.
Me parece ridículo, absurdo que la gente me diga que le interesa lo que no está en el encuadre, lo que dejo fuera
En el documental se ve cómo trabaja McCurry y cómo, para encontrar la esencia de una fotografía, primero busca en la historia real. Pregunta sobre la persona que va a retratar. Luego dispara su cámara. “La respuesta corta es que sí, que hay que conocer la historia de a quién fotografías, pero no siempre se puede. Depende de cuánto tiempo pases con el sujeto que vas a fotografiar, porque a veces el encuentro es muy breve, o no hay traductor y no hay forma de comunicarse… pero a veces hay una conexión visual que puede ser un momento maravilloso. Es solo un momento, pero en la fotografía parece que ha hemos pasado más tiempo”.
McCurry no se separa de su teléfono móvil, que cuenta con una moderna cámara de fotos, y durante la entrevista hacia varios amagos de usarlo para explicar lo que dice con sus palabras. El fotógrafo confiesa que sí que usa los móviles para hacer fotos, pero no de forma profesional, sino para tomar imágenes de su hija o algún vídeo, porque aunque “la calidad es excelente”, nunca podrá reemplazar a su Leika con la que sacó aquella foto de la niña afgana que le acompañará de por vida.
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