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Los centros de detención de migrantes fuera de la UE abren la primera brecha de Von der Leyen con sus socios

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el pleno de su reelección en julio.

Irene Castro

Corresponsal en Bruselas —

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El endurecimiento y viraje a la derecha de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en materia migratoria ha abierto la primera brecha con sus socios socialdemócratas, liberales y verdes. Los tres grupos que, junto con el Partido Popular Europeo, apoyaron su reelección rechazan rotundamente la intención de la alemana de copiar el modelo de la ultraderechista Giorgia Meloni para llevar a los solicitantes de asilo a centros fuera de la UE, como la primera ministra italiana ha pactado con Albania y que la justicia italiana ha rechazado.

“Cualquier externalización de la política de asilo es simplemene contrario al derecho internacional”, ha sentenciado la portavoz del grupo socialdemócrata (S&D), Iratxe García, que ha reprochado a Von der Leyen que quiera “generalizar estas medidas” después de que en una carta enviada a los líderes de los 27 planteara estudiar la creación de centros de deportación fuera de las fronteras de la UE: “Que no cuente con nosotros”.

“Estamos en contra de este tipo de acuerdos”, ha señalado en esa misma línea la portavoz de Renew Europe, Valérie Hayer, que ha apuntado a que supone un alto coste y ha cuestionado “el derecho que se aplica”. También ha apuntado a la “autonomía y soberanía”: “No queremos ponernos en manos de países terceros que no comparten nuestros valores”. Al igual que García, la liberal ha apuntado a la necesidad de implementar el Pacto de Migración y Asilo que la UE pactó hace menos de un año y cuya aplicación se está desarrollando para llegar a verano de 2026.

También los verdes, que en esta legislatura se sumaron a la 'mayoría Von der Leyen' al votar a favor de la reelección, han rechazado la creción de centros fuera de la UE por la “dudosa legalidad” de los mismos así como por el “trato inhumano” que supone para las personas migrantes, según ha denunciado la coportavoz Terry Reintke, que también ha apuntado a que esas fórmulas son “carísimas”.

El problema al que se topan esos tres grupos esta legislatura es que el Partido Popular Europeo, que se ha abierto a emular el modelo de Meloni en el conjunto de la UE, a pesar de que líderes como el primer ministro griego, Kyriákos Mitsotákis, o incluso Alberto Núñez Feijóo, han planteado dudas, tiene una mayoría alternativa con las fuerzas de la extrema y la ultraderecha en la Eurocámara. De hecho, ya está haciendo uso de esa vía, a pesar de que supone una ruptura del cordón sanitario que inicialmente había impuesto a Patriotas por Europa (Vox, la francesa Agrupación Nacional, el Fidesz de Viktor Orbán...) y Soberanistas por Europa (Alternativa por Alemania, además de otros grupúsculos ultras).

Una amenaza complicada de cumplir

¿Y hasta dónde están dispuestos a llegar los grupos que apoyaron a Von der Leyen? La portavoz socialista es la que más lejos ha ido al amagar con no apoyar la nueva Comisión Europea, que aún requiere el visto bueno del Parlamento Europeo, por la posición de la alemana respecto a la migración. “Es una decision que tenemos que abordar en el seno del grupo en el momento que corresponda y una vez visto el resultado de los hearings [los exámenes de cada comisario en sus correspondientes comisiones parlamentarias], pero posiciones de este tipo no ayudan a tener un debate calmado y responsable al respecto”, ha sido la respuesta de García a la pregunta de si estarían dispuestos a rechazar la nueva Comisión Europea. La amenaza, no obstante, es difícilmente realizable porque rechazar el futuro gobierno comunitario supondría rechazar, en la práctica, a sus propios candidatos, entre ellos Teresa Ribera.

No es la primera vez que los socialdemócratas amenazan a Von der Leyen. También han amagado con votar en contra de la designación del iltaliano Rafaelli Fitto como vicepresidente para Cohesión y Reformas, en una decisión que supondrán por primera vez tener a la extrema derecha en una vicepresidencia del gobierno comunitario. El problema con el que se topan los socialistas es que haya vetos cruzados y que, en respuesta a su rechazo, el PPE tumbe a alguno de sus candidatos. De ahí la batalla por el orden de los exámenes, que el PPE acabó pactando con todas las fuerzas ultras para que los vicepresidentes fueran los últimos en pasar por la Eurocámara frente al criterio del resto de aliados, que prefería que fueran los primeros para minimizar los riesgos de que el rechazo a algún nominado pudiera ser utilizado por los grupos para castigar a los 'pesos pesados'.

Los futuros comisarios tienen que conseguir una mayoría de dos tercios de las comisiones ante las que se examinan en dos primeras votaciones y mayoría simple (más síes que noes) en una tercera votación, por lo que se requiere la participación de todos los grupos que forman parte de la mayoría e incluso ampliarla en algunos casos.

El grupo de La Izquierda lleva tiempo advirtiendo a socialistas y verdes de que han dado una suerte de cheque en blanco a Von der Leyen en un momento en el que el PPE tiene una mayoría alternativa con la ultraderecha. “No vamos a particpar en que salga un comisario si la estrategia de otros grupos es excluirnos”, ha advertido la coportavoz, Manon Aubry (Francia Insumisa), anticipando que los socialistas les pedirán su apoyo en alguna votación del Colegio de Comisarios.

Aubry ha tendido la mano a esos dos grupos para crear una alianza: “Empecemos hablando definir una estrategia común, una colaboración conjunta”. “La extrema derecha está a punto de coger el poder y tenemos que despertarnos”, ha advertido en una rueda de prensa en la que ha propuesto “empezar por algo sencillo” y es que “cada vez que intenten excluir a La Izquierda se nieguen”.

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