(Bilbao, 1959). Ha sido guionista de radionovelas de humor, cómic (El Víbora, Cimoc...) y numerosas series de televisión (Farmacia de guardia, Turno de oficio...). Ha publicado los libros de relatos, novelas históricas juveniles. Su novela Voracidad fue Premio Euskadi de Literatura 2007. Ha sido traducido al francés, alemán, italiano, ruso, búlgaro, noruego y euskera. Es columnista de opinión en el diario El Correo y otros periódicos de Vocento. Dirige el festival La Risa de Bilbao, Semana Internacional de Literatura y Artes con Humor.
Relleno
Gordito Relleno era un personaje de tebeo dibujado por Peñarroya para ‘Pulgarcito’, una de las publicaciones de los hermanos Bruguera ─quienes tenían el mismo respeto por los derechos de autor que un falangista por el sufragio universal─ durante el franquismo. El orondo Gordito cumplía la primera acepción de relleno, estaba muy lleno, y era un pánfilo, de cabeza y narizota perfectamente circular, al que timaba todo el mundo y que provocaba desastres por donde iba, fiel al humor del caos, uno de los mejores.
El relleno es también lo que se mete en lo que se ha dejado hueco a tal efecto; práctica frecuente en gastronomía. A Fat Freddy, uno de los Freak Brothers de Gilbert Shelton, le preguntan a ver de qué ha rellenado el pavo de acción de gracias, que estaba muy bueno. El cantamañanas de Freddy responde extrañado que de nada, el pavo ya estaba lleno de por sí. El relleno incierto da pie a trapacerías culinarias. Recordaba mi querido amigo, el pintor Gonzalo Jáuregui, el reciclaje vía relleno en un viejo bar de la calle Ascao de Bilbao. Eran las legendarias bolas sorpresa: unos buñuelos de masa frita que contenían huevo con chorizo o atún en escabeche o morcilla o… No se sabía con qué pincho de la víspera o antevíspera te ibas a encontrar hasta hincar el diente en la ocultadora masa. Ya contaba Gila que en su pensión no había que dejar olvidado nada sobre la mesa del comedor ─había desaparecido el violín de un pensionista que era músico callejero─, pues te lo encontrabas al día siguiente en el relleno de las croquetas.
Y luego está la idea del relleno como lo superfluo, ese de relleno, que da volumen o extensión para camuflar y arropar la escasa enjundia de algo. Por ejemplo, en muchos telediarios. Debería de estar castigado con pena de galeras o de una cena íntima con Carlos Floriano o Fátima Báñez ─hay que ser piadoso, limitémoslo a las galeras─. Ya sabes de antemano que cuando dicen, pues hace mucho calor en Albacete, acto seguido el relleno va a ser una lacerante aportación del paisanaje al que le han preguntado cómo lleva la chicharrera y responde con esos idénticos lugares comunes que producen sudor, pero frío. La cerveza fresquita, una buena sombra, el abanico, el botijo, la oración, la abulia, el cilicio, mover las orejas… En literatura también es moneda corriente el de relleno. De hecho, caen en mis manos, y se me caen pronto de las mismas, libros que son todo puro relleno, lo cual reviste cierta condición prodigiosa, he de reconocer.
Con la naturaleza del relleno de la infame vida política que nos rodea, o más bien nos asedia, no hay lugar para el equívoco. Es solo aire, eso sí, cada vez más denso y fétido. Los próceres de la patria siguen considerando, quizá con razón, que somos tan fáciles de engañar como el cándido Gordito Relleno.
Sobre este blog
(Bilbao, 1959). Ha sido guionista de radionovelas de humor, cómic (El Víbora, Cimoc...) y numerosas series de televisión (Farmacia de guardia, Turno de oficio...). Ha publicado los libros de relatos, novelas históricas juveniles. Su novela Voracidad fue Premio Euskadi de Literatura 2007. Ha sido traducido al francés, alemán, italiano, ruso, búlgaro, noruego y euskera. Es columnista de opinión en el diario El Correo y otros periódicos de Vocento. Dirige el festival La Risa de Bilbao, Semana Internacional de Literatura y Artes con Humor.
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