Feijóo sostiene que “la crispación política no tiene sustento social”
La maquinaria electoral del PP gallego se encuentra, desde hace semanas, a pleno rendimiento. Alberto Núñez Feijóo multiplica su presencia en entrevistas y coloquios al tiempo que emplea los Consellos de la Xunta para anunciar repartos millonarios en planes, subvenciones y promesas de inversiones. En su estrategia, tal vez el elemento central sea su voluntad de distanciarse de los modos de la refriega política madrileña al tiempo que la practica, pero con otras mañas. Por eso Feijóo es capaz de afirmar en una misma intervención que “la crispación que atenaza la política nacional no tiene sustento social” y pocos minutos después acusar al Gobierno central sin apenas explicaciones de “ocultar la cifra de muertos” por el coronavirus.
Lo hizo este lunes en un encuentro digital organizado por la agencia de noticias Europa Press. En él ofreció su doble juego. Por un lado, presumió del “sosiego dinámico” de la politica autonómica en la que, afirmó, “no hay sitio para debates bizantinos”. Por el otro, habló de “la falta de ética hacia los muertos” del Gobierno de Sánchez por su “contabilidad creativa de muertos e infectados que no incluye lo que realmente pasa”. El presidente de la Xunta y candidato a la reeleción afirma que ha sido “leal al mando único” durante la pandemia y a la vez desliza un argumentario próximo al del ala derecha de su partido.
El apoyo más o menos implícito de Feijóo fue clave para que Pablo Casado, representante del aznarismo, se hiciese con las riendas del Partido Popular frente a Soraya Sáenz de Santamaría, entonces la aspirante más centrista. Y en 2009, el año en que obtuvo su primera mayoría absoluta, protagonizó contra el bipartito de PSdeG y BNG, una de las campañas electorales, esta sí, más crispadas de las que se recuerda en Galicia. Ahora, a menos de un mes para las elecciones al Parlamento de Galicia, no le interesa verse arrastrado por las dinámicas de la política estatal. No le interesa que lo identifiquen con Díaz Ayuso o con las huestes de Abascal, con las que su partido pacta siempre que es posible. Esta mañana lo volvió a evidenciar cuando anunció que a su primer acto oficialmente electoral asistiría Casado pero que también había avisado al ex presidente Mariano Rajoy, “muy querido en esta comunidad autónoma”.
Acto seguido hizo de nuevo de partisano. “Si el PP estuviese al mando y actuase con el retraso y la improvisación deste Gobierno, si el PP ocultase la cifra de fallecidos o declarase seis semana largas de estado de alarma”, aseguró, “habría que ver la que se armaba”. Según Feijóo, el PP a nivel estatal “estuvo a la altura de las circunstancias y tuvo un comportamiento de Estado, más que los socios de Sánchez”. Y no dudó en afirmar que, mientras en el Congreso hacía “la lógica oposición”, los presidentes populares de las comunidades autónomas “estábamos ayudando al Gobierno” central. En todo caso, el presidente de la Xunta nunca se ha signficado claramente en ninguna de las familias ideológicas que conforman la mayor organización de la derecha española. Sus posiciones son más coyunturales que de fondo.
El discurso de Feijóo en la conferencia de Europa Press también pasó por un tramo sobre la actuación de la Xunta durante la epidemia, que da por superada al ser el primer territorio que solicita y obtiene la salida del estado de alarma. Volvió a referirse a su supuesta “anticipación” de su gobierno como explicación de sus datos, “ocho, nueve o diez veces menores que los de España” en la tasa de contagios por 100.000 habitantes. Glosó las medidas económicas aprobadas y echó descaradamente pelotas al tejado del Gobierno en uno de los asuntos más peliagudos a los que se enfrenta en la actualidad: la crisis de Alcoa en San Cibrao (Lugo). Y cerró sin confirmar explícitamente que agotará mandato de revalidar su mayoría absoluta en la Cámara gallega. “Intentaré cumplir con mis compromisos si los gallegos me renuevan el contrato”, se limitó a decir.
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