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El abogado que defiende gratis a los 'hacktivistas': “Parecía lo más justo”

Jay Leiderman se ha hecho conocido por defender a 'hacktivistas'

Marta Sofía Ruiz

Desde su despacho en Ventura, una ciudad estadounidense de poco más de 100.000 habitantes situada en el estado de California, Jay Leiderman se ha labrado una reputación en el mundo digital por ser el abogado de los ‘hacktivistas' de Anonymous, un trabajo que, en la mayor parte de los casos, ha realizado 'pro bono', es decir, voluntariamente y sin retribución monetaria.

Como letrado principal en varios casos y como consultor en otros, en los últimos cinco años ha tenido que ponerse en varias ocasiones delante del juez para batallar no solo por sus clientes, sino por la necesidad de cambiar una ley, la Computer Fraud and Abuse Act, que, en su opinión, criminaliza a los usuarios de internet.  

Todo comenzó en septiembre de 2011, cuando este abogado originario de Queens, Nueva York, tuiteó que defendería a aquellos ‘hacktivistas’ de Anonymous cuyas causas y actos estuvieran justificados. Hacía ya varios meses que las acciones protagonizadas por individuos y grupos amparados bajo el paraguas de este colectivo habían comenzado a protagonizar titulares.

Era la época en la que una oleada de ataques DDoS –los que provocan que un servicio se colapse– llegó a inutilizar las páginas de Paypal, Visa y MasterCard a modo de represalia por negarse a procesar las donaciones a Wikileaks. También era el tiempo en que distintas acciones para apoyar la Primavera Árabe habían convertido a Anonymous en un conocido de los medios y en una nueva realidad para la sociedad.

“Era el momento en el que todo estaba empezando y estaba claro que las fuerzas del orden estaban preparadas para devolver el golpe”, explica Jay Leiderman a HojaDeRouter.com. “Así que defenderlos parecía lo más justo”.

Tras su oferta vía Twitter, uno de los primeros en contactar con él fue Christopher Doyon, también conocido como Commander X o “el 'hacker' de los sintecho”. Miembro del colectivo Anonymous, en 2010 Doyon llevó a cabo, supuestamente, un ataque DDoS contra la página web del Condado de Santa Cruz. Era su forma de responder a la disolución de una acampada que protestaba contra una ley que prohibiría a los indigentes dormir en la calle.

“Hicieron una protesta durante la hora de comer en la que ralentizaron los servidores durante unos minutos, y Commander X se enfrentaba a la posibilidad de 15 años en prisión. Es ridículo”, señala Leiderman.

Para el abogado, este caso sería un buen ejemplo de por qué ciertos ciberataques deberían estar protegidos bajo el manto de la libertad de expresión. “Para ellos fue una protesta. No estaban de acuerdo con lo que se estaba haciendo en Santa Cruz y fue una manera de expresarse, de hacerse oír”, defiende.

“Los servidores no fueron dañados, no hubo ningún daño, no cerraron un negocio durante días”, prosigue. “Fue una protesta razonable, en tiempo, en lugar y en forma, así que debería ser reconocida como tal”.

Detenido cuando se dirigía a un encuentro con Leiderman, Doyon escapó a Canadá tras depositar su fianza y desde entonces se encuentra huido de los Estados Unidos. Pero solo sería el primero. Despúes de Commander X vendrían otros y, poco a poco, este abogado empezó a acumular un notable lista de casos.

Entre otros, participó en el acuerdo con la Fiscalía en el caso de Jeremy Hammond, el hombre que publicó documentos de Stratfor, una agencia de espionaje privada;  ayudó a recoger fondos para la defensa de Deric Lostutter (KYAnonymous), el 'hacker' que visibilizó el caso de los jugadores de fútbol americano implicados en la violación del instituto de Steubenville, Ohio; y formó parte del acuerdo en el que Raynaldo 'Royal' Riverael 'hacker' del grupo LulzSec acusado de participar en la filtración de Sony, aceptó una condena de un año y un día en vez del máximo de 15 años al que se enfrentaba.

Uno de los casos que más presencia le ha otorgado en los medios es el de Matthew Keys. Este periodista dio acceso a los 'hackers' de Anonymous a los sistemas informáticos de Tribune Co, tras dejar su empleo en una de las compañías del grupo a causa de una disputa con un supervisor. Poco después de ofrecer las claves, una noticia de la web de Los Angeles Times fue alterada por un ciberataque.

Según explica Leiderman, su cliente se hubiera enfrentado de partida a menos años de cárcel si hubiera optado por otro método de venganza contra su antiguo empleador; por ejemplo, si le hubiera golpeado con un bate o hubiera pintado con esprái todos los ordenadores de Los Angeles Times. “Nadie fue herido, no hubo daños permanentes, no se robó la identidad de nadie, no hubo vidas arruinadas”, declaró en su momento Leiderman. “Fue una broma, y al parecer una broma puede conseguirte 25 años en prisión”. Finalmente, después un largo juicio y un informe muy extenso en el que Leiderman remarcaba lo injusto de la ley, el periodista fue condenado a dos años de cárcel.

El enemigo a batir: la Computer Fraud and Abuse Act

Todos los casos a los que se enfrenta este abogado criminalista tienen un componente común: la injusticia, en su opinión, de la Computer Fraud and Abuse Act, la ley por la que son juzgados los autores de supuestos delitos informáticos. Introducida en 1984 y desarrollada más ampliamente en 1986, esta norma ha sido criticada por su dureza y su desconexión con los avances tecnológicos. Protectora de los derechos de corporaciones y agencias gubernamentales, los usuarios de a pie no están tan amparados por ella y las penas máximas que impone son consideradas por una parte de los legisladores y por los ‘hacktivistas’ como desorbitadas.

Aunque se ha intentado modificar en un par de ocasiones, hasta ahora ninguna tentativa ha dado frutos. “Ningún intento de cambiar nada ha funcionado en América en… no sé cuántos años. Los republicanos odian a los demócratas, los demócratas odian a los republicanos. Y desde luego no se preocupan por escuchar y por hacer cosas racionales que disminuyan los castigos”, explica el abogado.

Según Leiderman, el Congreso de la nación norteamericana está lleno de “hombres blancos viejos, muchos de los cuales no usan el email”. Por ello considera que no se puede esperar que entiendan la relación de la tecnología con la vida diaria. “Y si no pueden entenderlo a ese nivel, ¿cómo van a entender cómo castigarlo, cómo legislarlo?”, se pregunta.

Trabajar en casos relacionados con Anonymous ha modificado un poco sus rutinas. Ahora, el abogado neoyorquino, muy activo en internet y en los medios, intenta proteger sus comunicaciones lo máximo posible, aunque también procura no preocuparse en exceso por la NSA “o quien quiera que esté escuchando”. “Al final, tienes que seguir viviendo tu vida”, considera.

Admite, sin embargo, que ya conoce unos cuantos trucos y tiene un canal seguro de comunicación al que le pueden escribir con dudas y consultas relacionadas con delitos informáticos y con el ‘hacktivismo’. Los cinco años que lleva trabajando en este tipo de casos le han convertido en una de las voces más autorizadas para responder. “Cuando alguien me contacta y no sé quién, es la forma más bonita y más pura de comunicación porque no hay ningún tipo de prejuicio. A través del ordenador todos somos iguales”, declaró.

Pero a pesar de su fama y de su conexión con el tema, los 'hackers' no son los únicos protagonistas de su actividad, ni en los juzgados ni en la Red. “Todavía llevo más casos relacionados con la marihuana medicinal que con cualquier otra cosa”, concreta. Según Leiderman, la gente siempre quiere conseguir más cantidad del producto de lo que permite la ley. “Así que me mantengo ocupado”, comenta entre risas.

Aún así, para él, lidiar con los casos relacionados con internet es una de las facetas más interesantes de su trabajo. “El mundo de los ordenadores es fascinante y mucho más amplio de lo que puedas imaginar”, concreta. Por ello, desde su despacho en Ventura, Leiderman pone su pequeño granito de arena en la lucha por cambiar la concepción acerca del ‘hacktivismo’ y adaptar las leyes a los nuevos tiempos.

“Nunca he sido demasiado aficionado a que el Gobierno sobrerregule nuestra libertad”, sentencia. “Y una forma de cambiar las cosas es siendo un abogado defensor y plantando cara al sistema”.

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Las imágenes de este artículo son propiedad, por orden de aparición, de Jay Leiderman y Valis Iscari0t

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