De guía en Tiananmen a las denuncias de culturicidio: el pasado de Tim Walz en China pese a las acusaciones de los republicanos
En noviembre de 2016, el Partido Demócrata era un caos. Donald Trump acababa de ganar las elecciones presidenciales en Estados Unidos y, tanto los congresistas demócratas como sus equipos estaban aterrados por el futuro de la democracia estadounidense y por sus propios empleos. No era el momento más propicio para organizar un acto sobre Hong Kong, una ciudad china a la que pocos en el Capitolio había prestado atención desde “la revolución de los paraguas” de 2014.
Durante un tiempo, todo parecía indicar que nadie del Congreso acudiría al acto para conocer a Joshua Wong, el líder estudiantil –ahora encarcelado– que viajó hasta Washington para asistir a una sesión informativa organizada por la Comisión Ejecutiva del Congreso sobre China (CECC, por sus siglas en inglés), una agencia gubernamental.
Sin embargo, cuando faltaba poco para la reunión, un congresista de Minnesota aceptó la invitación. “Subió al estrado y se puso a hablar... al menos durante seis o siete minutos, sin parar”, recuerda Jeffrey Ngo, un activista de Hong Kong que vive en Estados Unidos y que ayudó a organizar el acto. A diferencia de otros congresistas, que normalmente leen las notas que llevan escritas, el político “habló desde el corazón” sobre la importancia de los derechos humanos y la democracia en Hong Kong, según el activista. “Recuerdo que pensé que sabía de lo que hablaba”, dice.
Tim Walz, que es ahora el candidato a la vicepresidencia de Estados Unidos para las elecciones de noviembre, tiene una larga relación con China. Los republicanos han aprovechado esta circunstancia para acusar al ahora gobernador de Minnesota de estar alineado con Pekín. En un post en X, Tom Cotton, senador por Arkansas, dijo que el pueblo estadounidense se merece una explicación sobre la “inusual” relación de Walz con China.
Sin embargo, los admiradores de Walz, incluidos los críticos con el Gobierno chino, han acogido con satisfacción la repentina prominencia de un político estadounidense que afronta de una manera sutil y centrada en las personas al principal rival geopolítico de Washington.
Profesor voluntario
Walz viajó por primera vez a China en 1989, como graduado universitario, para enseñar inglés en el instituto Foshan número 1, en la provincia meridional china de Guangdong.
El 4 de junio de 1989, soldados del Ejército Popular de Liberación abrieron fuego contra manifestantes pacíficos en la plaza de Tiananmén de Pekín, matando a cientos, si no miles, de civiles. A pesar de la masacre, Walz y sus compañeros decidieron seguir adelante con su plan de ir a China y dar clases. Años más tarde, el congresista contó que la decisión de no cancelar el viaje “indignó” a muchas personas. “Yo creía que la diplomacia iba a producirse a muchos niveles, sin duda de persona a persona, y la oportunidad de estar en un instituto chino en ese momento crítico me parecía algo realmente importante”, explicó Walz en 2014.
Según un compañero de aquella época, un profesor apellidado Pang, entrevistado por el medio chino Initium Media, durante su estancia en Foshan, Walz fue tratado “como un miembro de la realeza”. “Todos teníamos una buena opinión de él... su sonrisa es muy contagiosa”, dijo Pang, que comentó que Walz se gastaba en helados su sueldo mensual como profesor en la húmeda ciudad. Otro exprofesor de Foshan, Chen Weichuan, describió a Walz como una persona “de trato fácil” y que “siempre tenía una sonrisa”.
Tras regresar a Estados Unidos, Walz fundó una empresa con su esposa para facilitar viajes de verano a China de estudiantes estadounidenses. Jillian Walker, una abogada de Minnesota que hizo uno de los viajes en 1997, dijo hace unos días que Walz le ayudó a abrirse a “una nueva forma de pensar”: “Puedo leer sobre China en un libro, pero si voy allí, el impacto es mucho mayor”.
Recordar la represión de Tiananmen
Estudiantes estadounidenses que hicieron alguno de estos viajes recuerdan que Walz los llevaba a la plaza de Tiananmen para explicarles la historia de la sangrienta represión. En 2014, el entonces congresista dijo que la lección que extrajo de la masacre fue: “Cuando ves estas cosas, puedes justificar e inventarte cualquier razón posible por la que no hiciste nada o decir que algo no sucedió o que nadie se acuerda de ello”. Walz quería recordar ese momento hasta tal punto que incluso se casó en el quinto aniversario de la masacre, porque, según ha explicado su mujer, “quería recordar siempre esa efeméride”.
La defensa constante de los derechos humanos en China por parte de Walz, incluidos ciertos lugares considerados especialmente sensibles por el Partido Comunista Chino, choca con los intentos republicanos de presentarlo como un aliado de Pekín.
En 2009, mucho antes de que los abusos contra los derechos humanos en Xinjiang fueran un tema de actualidad en Washington, Walz habló de un “culturicidio” (genocidio cultural) que se estaba produciendo en esa región y en el Tíbet.
En 2016, Walz tuvo un encuentro con el Dalai Lama, una experiencia que describió como “transformadora”. Ese mismo año llevó a estudiantes de Minnesota a reunirse con el líder del Gobierno tibetano en el exilio. Pekín condena sistemáticamente a cualquier dirigente extranjero que se reúna con el líder espiritual tibetano.
El Tíbet
Walz es alguien “que parece preocuparse de verdad por el Tíbet y que ha intentado comprenderlo”, dice John Jones, de Free Tibet, una ONG con sede en Londres. “No es raro encontrar políticos en Estados Unidos y Reino Unido que sean muy críticos con el Gobierno chino... pero eso no es lo mismo que ser pro-Tíbet. Los mayores defensores de los tibetanos son aquellos que intentan comprender cómo los tibetanos han construido instituciones democráticas en el exilio y están lo suficientemente informados como para denunciar abusos concretos contra los tibetanos. Esto es lo que distingue a alguien como amigo del Tíbet”.
En los 35 años transcurridos desde que Walz pisó China por primera vez, las relaciones entre Washington y Pekín han sido convulsas. En un momento en que Walz aspira a ocupar el segundo cargo político más importante del país, la relación entre las dos potencias se encuentra en su punto más bajo.
Los vicepresidentes suelen tener un papel limitado en política exterior, aunque no siempre. Así que aún no está claro qué influencia podría tener el conocimiento personal que Walz tiene de China en un Gobierno liderado por Kamala Harris. En el poco tiempo que lleva en campaña, aún no ha hecho declaraciones de calado sobre China.
Pero como la primera persona en una candidatura presidencial que ha vivido en China desde George H.W. Bush, Walz ha sido en gran medida aplaudido por voces expertas en China.
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Traducido por Emma Reverter
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