Las minorías sexuales de Uganda luchan contra la persecución y reivindican el legado de Kato
El asesinato del conocido defensor de los derechos de los homosexuales, David Kato, que fue apaleado hasta la muerte hace cinco años, lejos de acabar con el movimiento de la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales) lo ha reforzado, afirman sus simpatizantes.
Kato fue asesinado en su casa de Kampala en 2011, pocas semanas después de conseguir que un tribunal prohibiera al tabloide local Rolling Stone publicar los nombres, las fotografías y las direcciones de personas homosexuales y pedir abiertamente que fueran ejecutadas. Tres meses antes, Rolling Stone había publicado una fotografía de Kato en la portada, con el título: “Colguémoslos”.
“La situación no ha cambiado mucho desde entonces pero el clima político es algo mejor que hace cinco años”, indica Frank Mushiga, director ejecutivo de la organización Minorías Sexuales de Uganda y un gran amigo de Kato. “La situación es cambiante; un día todo está tranquilo y al siguiente se dan casos de violación, los políticos amenazan con impulsar una ley en contra de los homosexuales y los medios de comunicación publican artículos en contra de los gays”:
Kato dedicó el último año de su vida a la lucha contra una polémica ley aprobada en Uganda que castiga las relaciones entre personas del mismo sexo con cadena perpetua y en algunos casos con la pena capital.
Sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos, la llamada ley “para matar a los gays” fue aprobada en febrero de 2015, tras lo cual aumentaron los ataques contra las minorías sexuales, con casos de violencia callejera, incendios de casas, desahucios, detenciones e intentos de linchamientos.
El Tribunal Constitucional de Uganda anuló la ley seis mes más tarde por motivos técnicos. Sin embargo, en 2014 se filtró el borrador de una nueva ley y todo parece indicar que el gobierno ugandés podría impulsar nuevas medidas legislativas para prohibir “la promoción” de la homosexualidad.
Si se aprueba, castigará la financiación de movimientos que promuevan “prácticas sexuales antinaturales” así como su “exhibición”, con penas de siete años de cárcel. La lucha por los derechos de las minorías sexuales tiene una fuerte carga ideológica a lo largo y ancho del continente africano.
En la actualidad, el borrador parece estar parado. Sin embargo, en un mes se celebran las elecciones presidenciales y parlamentarias en el país y los candidatos podrían darle un nuevo impulso para ganar votos.
El presidente Yoweri Museveni, que ha estado 30 años en el gobierno y se ha mostrado abiertamente en contra de los derechos de los gays, se perfila como el ganador. Es consciente de que una legislación homofóbica podría tener consecuencias negativas sobre las relaciones exteriores, el comercio y la ayuda internacional, pero está siendo presionado por su partido para que endurezca la legislación actual.
Tendrá que enfrentarse al ex primer ministro Amama Mbabazi, el primer candidato presidencial de Uganda que se opone a la homofobia y a la discriminación por motivos de orientación sexual. Sus visiones contrapuestas son un reflejo de la brecha existente en Uganda en torno a esta cuestión, un tema que se ha convertido en un campo de batalla ideológico a lo largo y ancho del continente africano.
En 2015, Minorías Sexuales de Uganda presentó una demanda contra el pastor evangélico estadounidense Scott Lively ante un tribunal federal de Massachusetts, por crímenes contra la humanidad y por considerar que los discursos que pronunció en varios viajes a Uganda incitaban a odiar a la comunidad gay. También acusa al pastor de colaborar con líderes políticos y religiosos y ayudarlos a elaborar el texto de la ley contra la homosexualidad en el país.
“Esta demanda muestra el odio que exportan algunos misioneros extremistas y les exige responsabilidades”, explica Mushiga: “Demuestra que los grupos homófobos occidentales y los grupos homófobos ugandeses conspiran para impedir que a la comunidad LGBT se le reconozcan derechos y libertades”.
La interposición de esta demanda supone un momento crucial en la lucha a favor de los derechos de las minorías sexuales en Uganda y podría sentar un precedente para otros grupos que también sufren persecuciones y discriminación y que quieran evitar la “exportación” del discurso del odio.
Y es una prueba de que el movimiento a favor de los derechos de los homosexuales se ha reforzado, en parte gracias al legado que dejó Kato. La comunidad internacional condenó su asesinato, y los líderes mundiales y las organizaciones de derechos humanos pidieron que se investigara su muerte. Una muerte que ha dejado heridas abiertas en un país profundamente dividido por la cuestión de los derechos de los homosexuales.
“David se sacrificó por los derechos de la comunidad LGBT”, explica John Wambere, un amigo de Kato y cofundador de Spectrum Uganda Initiatives, un grupo de defensa de los derechos de los homosexuales con sede en Kampala. “Su influencia sobre mí es mayor ahora que cuando estaba vivo, él nunca aceptaba el fracaso”, explica. Y concluye: “Kato creía en el Estado de Derecho y en la justicia. Siempre me animó a mantenerme firme y a no esconderme. Su muerte me hizo más fuerte”.
Traducción de Emma Reverter