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El Constitucional alemán inicia el proceso para ilegalizar al partido ultraderechista NPD
El Tribunal Constitucional alemán (TC) ha iniciado este martes el proceso contra el ultraderechista Partido Nacional Democrático (NPD), del que la cámara alta (Bundesrat) ha pedido la ilegalización por considerar que atenta, con su ideología y actividades, contra los principios y orden democráticos del país.
El presidente del TC, Andreas Vosskuhle, inició la primera de las tres vistas previstas para la apertura del procedimiento recordando que su objetivo es “evaluar y juzgar”, bajo los parámetros de un “proceso justo”, si procede la prohibición del partido.
La parte demandante, encabezada por el primer ministro de Sajonia, Stanislaw Tillich, y con representantes de los 16 “Länder”, solicita la disolución del NPD, en todas sus estructuras a escala federal, de los estados federados y municipios, así como la prohibición de toda formación sucesora o sustitutiva.
Por parte del NPD compareció la cúpula en pleno de esa formación, así como el eurodiputado y expresidente Udo Voigt, además del militante y abogado Peter Richter, su representante legal.
Vosskuhle recordó que, hasta ahora, en toda la historia de la República Federal de Alemania (RFA) sólo prosperaron dos demandas de prohibición -contra el Partido Socialista del Reich, heredero del nacionalsocialismo, y contra el Partido Comunista de Alemania-, ambas en los años 50.
Otras querellas posteriores fueron rechazadas o quedaron sobreseídas, como la impulsada en 2003 por el Gobierno y las dos cámaras del Parlamento también contra el NPD, que el TC acabó desestimando tras largas deliberaciones por problemas formales.
El TC es el único estamento con competencias en Alemania para ilegalizar un partido a escala nacional, lo que suele revertir grandes dificultades, ya que no basta con argumentar que una formación pretende “socavar” el orden democrático, sino que hay que demostrarlo con pruebas, como se haría en un juicio penal.
La actual demanda fue impulsada por la cámara de representación de los “Länder” en 2012, tras el desmantelamiento de la célula Clandestinidad Nacionalsocialista (NSU), que en una década asesinó impunemente a nueve inmigrantes en distintas partes del país.
La existencia del grupo, integrado por tres neonazis y con presuntos cómplices en el NPD, salió a relucir a raíz del suicidio de dos miembros del trío acosados por la policía tras un atraco.
El gobierno federal -entonces una coalición entre conservadores y liberales, liderado por la canciller Angela Merkel- no se sumó a la iniciativa, como tampoco lo hizo la cámara baja o Bundestag, por el riesgo de que, de fracasar, ello envalentonaría a la ultraderecha.
La apertura del proceso contra el NPD coincide con un momento de efervescencia de formaciones xenófobas de nuevo cuño, como los Patriotas Europeos contra la Islamización de Occidente (Pegida) y el partido Alternativa para Alemania (AfD).
Tanto Pegida como AfD han cobrado brío apuntaladas en la protesta contra la llegada de refugiados a Alemania, mientras que el NPD está en fase agónica, aunque con capacidad operativa a escala local.
Tiene apenas 5.200 militantes, ha afrontado sucesivas sanciones y bloqueo de fondos públicos por irregularidades contables y su eco en las urnas es mínimo -un 1,3 % en las generales de 2013-.
Nunca logró escaños en el Bundestag (cámara baja), pero sí en las regiones, consistorios locales y en el Parlamento Europeo.