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Una bomba de la Guerra Civil bajo el asfalto de Chamberí: “Tuvimos suerte de que los obreros no llegaron a picarla”

Imagen del proyectil encontrado bajo Hilarión Eslava (izquierda) y hueco del que se sacó (derecha)

Nerea Díaz Ochando

9 de noviembre de 2022 22:30 h

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Los vecinos de Hilarión Eslava y Meléndez Valdés, en el madrileño barrio de Chamberí, amanecieron este lunes con una impactante noticia: en la acera que une las dos calles, había un proyectil enterrado desde la Guerra Civil. El obús, que llevaba más de 80 años bajo el asfalto, fue descubierto por unos operarios que se encontraban realizando obras de pavimentación en la calle del distrito. “Estaba el obrero haciendo la zanja, picó y se pensaba que era una tubería, empezó a escarbar con la paleta y se dio cuenta de que era una bomba”, relata el conserje del número 10 de Hilarión Eslava. 

El artefacto se descubrió alrededor de las 10.00, cuando los comercios llevaban apenas unos minutos abiertos. Nely, regente de una peluquería de la calle, presenció el hallazgo: “Estaba limpiando un poquito y vi como la calle se llenaba de policías, salí a preguntar qué había pasado y me dijeron que no me podía quedar aquí porque había una bomba”. Fueron instantes de gran confusión para los allí presentes, pues en un primer momento la Policía Nacional no informó de lo que se trataba. “Cuando me dijeron que había una bomba pensé que era en una casa, un atentado”, recuerda la peluquera a preguntas de Somos Chamberí. 

Los bomberos y agentes avisaron a los vecinos de lo que estaba ocurriendo y les pidieron que no salieran de sus casas. Los comercios de la zona, entre los que se encuentran una frutería, una churrería y una peluquería, fueron desalojados de inmediato. “Nos dijeron que si nos quedábamos dentro era bajo nuestra responsabilidad y que no podríamos salir hasta que terminasen, así que nos fuimos todos”, cuenta el churrero de la calle. “Me quedé en shock cuando me dijeron que la bomba estaba en la puerta de mi peluquería, cogí el bolso y las llaves y me fui corriendo”, explica Nely, todavía abrumada por lo ocurrido. 

La Policía Nacional acordonó rápidamente la zona y desalojó las inmediaciones, hasta que llegaron los técnicos especialistas en desactivación de explosivos (Tédax). El equipo de artificieros tuvo una mañana “movidita” ya que horas después, en Vicálvaro, un movimiento de tierras en una zona de obras dejó al descubierto otro proyectil de artillería de 155 milímetros. “Los técnicos estaban bastante liados, pocas veces aparecen dos bombas de la Guerra Civil a la vez en dos zonas distintas”, bromea el conserje de uno de los edificios de la calle. Los efectivos que acudieron a la obra inspeccionaron el obús con las debidas medidas de seguridad y lo retiraron para proceder a su posterior destrucción. “Le hicieron fotos y se lo llevaron los especialistas en una caja”, indica la peluquera. A pesar de la consternación, algunos curiosos, una vez retirado el proyectil, se acercaron a la zona para enterarse de lo que había ocurrido. “Todo el mundo que pasaba se paraba a preguntar lo que había pasado”, cuentan los residentes. 

Entre chascarrillos, los vecinos se enteraron de que el proyectil se encontraba activo: “Un amigo que trabaja en la Guardia Civil me dijo que podría haber explotado en cualquier momento, que estas bombas pueden tener hasta tres kilos de polvo explosivo”. “Fue algo casi milagroso”, comentan los habitantes de la calle, “tuvimos la suerte de que los obreros no llegaron a picar la bomba, podrían estar heridos o muertos o vete a saber”.

Algunos, todavía asimilando la situación: “Estuve todo el día que no era yo”. Otros, bromean con la alarma que se generó. “La gente se pone muy nerviosa con estas cosas”, vuelven a la normalidad sin olvidar esta anécdota que “por suerte, solo quedó en un susto”. 

Proyectiles en Madrid, un hallazgo frecuente

La zona de Moncloa fue una de las más bombardeadas durante la Guerra Civil. En las inmediaciones del Cuartel General del Ejército del Aire y del Espacio se encuentra uno de los “puntos calientes” de estos ataques franquistas, de los que hoy todavía se recuerdan las consecuencias. 

Los hallazgos de artefactos sin explotar en Madrid son bastante frecuentes: muchas de estas zonas que fueron bombardeadas esconden bajo tierra proyectiles que no fueron detonados. En 2019, también en los límites de Chamberí, se encontró un obús de la Guerra Civil sin carga explosiva, un descubrimiento más que se suma a la extensa lista de bombardeos en el distrito. Como este caso, se pueden encontrar decenas de ejemplos de descubrimientos fortuitos de proyectiles que llevan más de ocho décadas enterrados por toda la capital. 

Esta situación se extiende por todo el territorio nacional, donde reiteradamente los Tédax hacen frente a la recogida de este tipo de artefactos. A veces en medio del campo, otras en el centro de la ciudad, incluso escondidas debajo de edificios habitados, descubrimientos constantes que siembran el pánico de aquellos que los presencian. Madrid sufrió bombardeos durante toda la contienda y estos son los resultados. 

Resulta curioso que los artefactos hayan estado tantos años enterrados y no explotaran en su momento. De hecho, entre un 20% y un 30% de los proyectiles que se lanzaron durante la guerra se quedaron con su munición intacta. La explicación de por qué no se detonaron en su momento no es precisamente sencilla, pero los expertos apuntan a que el impacto no fue lo suficientemente violento en su momento como para que explotaran. En cualquier caso, conviene no manipular este tipo de artefactos si en una obra alguien encuentra uno de estos proyectiles. Mejor evitar accidentes. 

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