Chamberí cambia sus placas franquistas... salvo la del general Cabanillas
La Ley de la Memoria Histórica ha llegado a Chamberí y se ha llevado por delante tres calles que recordaban a los generales Dávila, Vigón y Rodrigo -miembros del ejército franquista- para colocar en su lugar los nombres de un jurista, un escritor y un profesor.
El cambio, que fue aprobado hace un año, se produce gracias a la sentencia judicial reciente que anulaba la decisión de otro magistrado de suspender en julio el cambio de placas, después de la denuncia de la Fundación Francisco Franco contra la desaparición de los nombres de estos militares en las calles de Madrid.
De esta forma, el escritor Max Aub ha puesto su nombre a la antigua calle General Dávila, el jurista y político Melquíades Álvarez sustituye a Juan Vigón y el Maestro Ángel Llorca se ha colocado en el lugar que ocupaba el General Rodrigo. Todas estas calles se encuentran en el barrio de Vallehermoso.
El caso de Asensio Cabanillas
La que todavía no ha podido ocupar su puesto en el callejero es la poeta Ángela Figuera, debido a que las placas de General Asensio Cabanillas ocupan la vía en la que deberían haber sido instaladas. Esta vía ha sido objeto de varias demandas judiciales, la primera de ellas ocasionó una sentencia del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 2 de Madrid, que en enero estableció como medida cautelar que no se cambiara el nombre de la vía hasta que se resolviera el recurso contra el cambio de nombres franquistas.
Pero una segunda sentencia, del juzgado de lo contencioso-administrativo número 24 de Madrid, ha anulado en primera instancia el cambio de nombre de la calle debido a que “no existe dato ni prueba que dé razón concreta ni motivada a la retirada de la calle y que, por ello, encaje en la Ley de la Memoria Histórica”, explica la magistrada del juzgado, según recoge ABC.
La magistrada entra a valorar las razones por las que el Comisionado de la Memoria Histórica pidió el cambio de nombre en esta calle dedicada al militar que se sublevó junto a Franco en 1936. Incluso niega su participación en las matanzas de Badajoz por parte del ejército Nacional, en la que se ejecutó al menos a 1.800 personas afines a la República.
Historiadores como Paul Preston atribuyen a Cabanillas varias masacres en el avance de sus tropas, a las que acusa de la muerte de más de mil personas (de ellas 100 mujeres) que fueron fusiladas en Almendralejo: “Antes de los fusilamientos, a muchas mujeres las violaron y a otras les raparon la cabeza y les obligaron a beber aceite de ricino. A los hombres les daban a elegir: a Rusia o a la Legión. Rusia significaba ejecución”. La jueza del caso resta importancia en su sentencia al papel de Cabanillas al explicar que “en su condición de teniente coronel estaba bajo el mando del coronel Yagüe”.
La calle Asensio Cabanillas apenas cuenta hoy con actividad comercial, aunque sí con muchas viviendas que dan a esta vía, un buen número de ellas ocupadas por miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad españoles. Parte de sus vecinos, son los que iniciaron el recurso en la única calle de Chamberí donde el franquismo sobrevive todavía a la Ley de la Memoria Histórica.
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