Vuelve el homenaje político a Lucrecia Pérez después del veto de Vox en 2020
Lucrecia Pérez fue asesinada a tiros en Madrid por unos encapuchados el 13 de noviembre de 1992 en las ruinas de la discoteca Four Roses, en Aravaca. Quienes tengan edad suficiente, seguramente lo recordarán porque se suele considerar el primer asesinato racista de nuestra democracia. Otros, más jóvenes, han heredado la historia, que fue primero un gran trauma para las comunidades migrantes y para el resto de la sociedad, y luego uno de esos hitos históricos que se recuerdan para huir de ellos.
Aquel viernes, un grupo de dominicanos cenaba una olla de sopa entre las ruinas de la vieja discoteca cuando el guardia civil Luis Merino Pérez (25 años) y los menores Felipe Carlos Martín, Víctor Julián Flores y Javier Quílez, de 16 años, irrumpieron encapuchados a las 21 h. con su “cacería de inmigrantes”. Y Merino se lio a tiros contra los migrantes dominicanos. Habían salido de la Plaza de los Cubos, junto a la calle Princesa, donde se reunían jóvenes neonazis a beber y a marcar su territorio. Luego, regresaron de nuevo a Los Cubos en el Talbot rojo del guardia civil y, como si tal cosa, comentaron la jugada con los habituales del lugar. En Aravaca quedaron el cuerpo muerto de Lucrecia Pérez, mujer dominicana de 33 años con una hija de 6, y el de su compatriota Porfirio Elías, herido de gravedad.
La España del olimpismo, el país universal de la Expo y la Capital Europea de la Cultura se veían, de repente, obligados a mirarse en un espejo cuyo reflejo desinflaba la silueta eufórica del 92. Justo en los fastos del Quinto centenario del descubrimiento de América.
Desde entonces, cada año se celebra en Aravaca un homenaje a Lucrecia, como nos cuenta Alejandro Rodríguez, vocal vecino de Más Madrid con larga trayectoria vecinal en Aravaca:
“Todos los años, desde hace 28, se hace una ofrenda floral que ahora se lleva a cabo junto al mural del antiguo centro de mayores, en la Plaza Corona Boreal. Es un mural que hasta ahora no ha sido vandalizado, que se respeta mucho; e, incluso, el año pasado las flores permanecieron allí como un mes y medio, no fueron recogidas por los servicios de limpieza como en otras ocasiones. Es un acto intenso.”
Suelen asistir los colectivos del barrio: la Asociación Vecinal de Aravaca Osa Mayor, la Asociación Cultural y Deportiva Rosa Luxemburgo (ACROLA) y otras menores, como los scouts locales o Fanatics Aravaka (ultras del equipo de fútbol). En tiempos, también andaba por allí el Colectivo 1984, un grupo juvenil de Aravaca y Pozuelo del que han salido cuadros políticos de Más Madrid como Íñigo Errejón o Pablo Gómez Perpinyà. Este año el acto se ha convocado de nuevo: el sábado 13 a la una de la tarde en la localización de costumbre.
Lo cierto es que, en los últimos años, el recuerdo de Lucrecia se ha hecho cada vez más presente. En 2016 el distrito decidió nombrar una glorieta con su nombre; en 2017, con motivo del veinticinco aniversario del asesinato, se inauguró el mural de la Plaza Corona Boreal; en 2018 salió publicado Lucrecia. Crimen y Memoria, de la activista vecinal de Aravaca Amelia Margot Romero Álvarez; el pasado 13 de noviembre el Ministerio de Igualdad promovió un minuto de silencio en recuerdo de la dominicana asesinada, y el mismo día se produjo una concentración en el centro de Madrid, convocado por la Asamblea Antirracista.
Victoria Hernández, portavoz de Más Madrid en Moncloa-Aravaca, también quiso impulsar el año pasado su memoria en su propio distrito a través de una declaración institucional, pero no encontró la necesaria unanimidad por la negativa del grupo municipal Vox.
“Hablé con todos los partidos políticos porque yo daba por hecho que ninguno iba a negarse a firmar una condena de este tipo, pero VOX no lo hizo”, cuenta Victoria. La declaración se llevó a cabo entonces a través de una proposición conjunta de los grupos políticos Más Madrid, Socialista, Ciudadanos y Partido Popular, leyendo Victoria el texto en el Pleno del Distrito.
Inexplicablemente, Vox trató a última hora de cambiar levemente el sentido de la proposición con una transaccional, quizá para justificar su negativa previa a adherirse. La proposición original declaraba el distrito “espacio acogedor, libre de odio, racismo y xenofobia” y el partido de extrema derecha trató de quitar de la enumeración la expresión “libre de odio”, punto que no fue aceptado. Aun así, Vox acabó votando a favor e incluso uno de sus vocales vecinos acudió al homenaje vecinal.
Victoria cree que “hace cinco o diez años hubiera sido impensable que un partido pusiera pegas a una declaración de este tipo a propósito del asesinato de una vecina” y se alegra de que este año sí se sume Vox.
Porque se suman. El pasado lunes se llevó a cabo la reunión de portavoces del distrito y ningún partido se ha negado esta vez a la lectura del texto del año pasado, ahora ya como declaración institucional.
“Una de las cosas que me hizo militar fue luchar para que el odio y el racismo no tuvieran cabida en nuestra sociedad”, dice Victoria, que cree que estos condicionantes están más vigentes que nunca. Su compañero Alejandro, que recuerda bien el ambiente que anticipó el triste episodio de 1992, advierte de que es más necesario que nunca aprender de aquello.
“Previamente a la muerte de Lucrecia había en Aravaca un ambiente muy crispado. Aunque apenas había empezado a llegar emigración a nuestro país sí que había ya una pequeña comunidad dominicana y rumana, y se solían juntar en la plaza. En general, había en la prensa un ambiente que propiciaba la crispación y en Aravaca también se les empezó a señalar. Esto es algo que está sucediendo en la actualidad y también por ello, posiblemente, se recuerda más a Lucrecia.”
Efectivamente, basta darse una vuelta por la hemeroteca para encontrar el rastro de hechos racistas de aquellos días previos, como el apedreamiento del bar donde se reunían los dominicanos en la zona o la aparición de carteles contra los inmigrantes. El ambiente perfecto para que unos chavales de extrema derecha, en la plaza de los Cubos, decidieran ir allí “a cazar inmigrantes”.
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