El matrimonio más 'cool' del mundo
Sabes que tu chico te quiere cuando sale a la calle y vuelve con un bote de gel hidroalcohólico por 15 euros. Una de las cosas bonitas de la pandemia es que hemos aprendido a resumir las palabras “desinfectante para no tener que lavarse las manos” en una sola. Y, además, sabemos dónde va la tilde.
Me acuerdo mucho del día, apenas quince días antes de que estallaran las infecciones en España, en el que mi hija Eleonor intentó colarme un bote de gel hidroalcóholico olor frambuesa, por tres euros, en la cola del supermercado. “¡Dónde vas con eso, que es muy caro!”, dijo la madre tacaña. Ahora recuerdo ese momento, una y otra vez, como un flashback en una película mala. Moraleja: hay que hacer más caso a las niñas.
Porque lo que es yo, salir a la calle, no salgo mucho, la verdad. Y eso que nos queda solo un huevo, la leche está a punto de terminarse y necesito pan para las prometidas torrijas, una repostería que cada día aplazo al siguiente, sabiendo que esta Semana Santa, como las de mi infancia, dura eternamente. La verdad es que no he hecho torrijas en mi vida pero necesidad obliga, y este año mi suegra no vendrá a casa cargando un doble táper: unas cuantas sin canela para mí, y el resto para su hijo. Hacer torrijas es algo muy de suegra, pero he sabido que en estos días hay vecinas que se prestan como madres postizas. Así le ha pasado a mi amiga M. (la del caracol Steven) cuya vecina ha llamado a su puerta con sendas bandejas de este opulento pan frito. Como suele suceder en estos casos, creo que el marido de M. musitó un “me gustan más las de mi madre”.
Como toca por Semana Santa: llueve. En Madrid ha llovido impenitentemente. Incluso cuando ha salido el sol, ha seguido lloviendo, por no llevar la contraria. Menudo Viernes Santo plomizo, lánguido y aburrido. Alberto lo ha pasado fuera de casa, trabajando durante un largo de turno de doce horas. Cuando ha regresado, le he interrogado impaciente, esperando noticias del exterior: “no hay nada que contar”, me dice. La calle, vacía. Los compañeros, preocupados. El día, húmedo, largo e insípido. Sin poder ocultar mi decepción, dejo que se vaya a darse la ya clásica ducha de desinfección diaria.
La mencionada M. me ha enseñado algunas páginas del último Hola y eso ha sido quizá lo más reseñable del día. Hacía años que no abría esta revista y, la verdad, es asombroso cómo mantienen su arcaica esencia en tiempos del coronavirus sin despeinarse. La COVID-19 parece una circunstancia más, como las Navidades o el veraneo, en la vida de los famosos. Muchos de ellos (no sé quiénes son, pero si salen en el Hola, serán notorios) nos enseñan cómo viven en sus casas “estos difíciles días”. “Atípica ‘reclusión’ en las impresionantes playas de Australia”, nos cuenta el titular sobre una pareja de actores. Un jugador de fútbol “sorprende con un cambio radical de imagen, en pleno confinamiento”. Y un titular al que todavía doy vueltas: “Los planes contra el aislamiento” de una determinada actriz; por un momento pensé que ahí teníamos algo bueno: una actriz saltándose el confinamiento, ¡una actriz contra las normas!, ¡en el Hola! Al final no había nada de eso, tan solo la elección de una preposición extraña. El remate llega con las páginas (teleobjetivo mediante) de famosos aplaudiendo desde sus balcones, un sustituto de los robados en los yates y las playas. A diferencia de la televisión de estos días, pixelada a golpe de videollamada, las fotos del Hola siguen siendo tan estupendas y brillantes como siempre. Me pregunto si son de archivo o tienen a fotógrafos moviéndose de acá para allá, sin claudicar de este servicio tan esencial para nuestro país como es la prensa rosa.
La foto que yo pondría en el Hola, y además en la portada, es la del cantante de Depeche Mode Dave Gahan y su esposa, Jennifer Sklias, posando maravillosos con sendas mascarillas negras. Me la manda Alberto por Telegram y, tras recuperarme del desmayo, le contesto que me gustaría decir que no pienso salir a la calle a por el pan de torrijas hasta tener una como esa. Alberto, que me quiere y me conoce como nadie, me contesta que no me preocupe, que ya ha encargado un par y que están de camino.
157.022 casos confirmados de COVID-19 en España. Las muertes diarias descienden a la cifra más baja desde el 24 de marzo. En Europa hay 789.191 casos de contagio y, en el mundo, 1.439.516. Todo esto, que se sepa, claro. De todos las personas que conozco que presumiblemente han tenido el coronavirus en el cuerpo, ninguna forma parte de esta estadística.
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