El lehendakari Aguirre y los papeles de la CIA
Los archivos de la CIA contienen abundante documentación sobre el destacado papel que Estados Unidos concedió al lehendakari José Antonio Aguirre (1904-1960), que tuvo una de sus residencias en Nueva York después de la Guerra Civil. Durante la II Guerra Mundial, cuando los espías estadounidenses temían que España se sumara de manera directa a la lucha junto a la Alemania nazi y a la Italia fascista, Washington analizó una propuesta del Gobierno de Euskadi en el exilio trasladada por el propio Aguirre a sus interlocutores de alto nivel en la Administración de Franklin Delano Roosevelt: armar a la oposición vasca como punta de lanza de un plan para derrocar al dictador Francisco Franco y restaurar la democracia.
La carpeta ‘Basques’
La carpeta ‘Basques’ de la CIA, que en aquellos años se llamaba OSS (Oficina de Servicios Estratégicos, en inglés), se abre con una carta del secretario de Estado Cordell Hull, conocido por haber sido el político que durante más años ha ocupado el cargo clave en la Casa Blanca. En ella, Hull explica al director de la OSS, el coronel William Donovan, que mientras Estados Unidos “mantenga relaciones con el presente Gobierno español” no se puede “asociar” con la “empresa” de ayudar a los vascos. Según Hull, éstos apenas contaban con apoyos entre la oposición al franquismo en España “con la posible excepción de los autonomistas catalanes”.
Esta carta es del 6 de julio de 1942. Por aquel entonces Aguirre acababa de llegar a Estados Unidos, merced a la intermediación con un rico vasco-filipino llamado Manuel Ynchausti. Como cuentan Ludger Mees y otros historiadores en el libro La política como pasión, dedicado a la vida de Aguirre, el hombre que se presentaba ante Washington como el presidente de la república vasca independiente logró un permiso de residencia en Estados Unidos gracias a que Ynchausti le procuró un puesto de profesor de historia en la Universidad de Columbia.
Aguirre, una vez perdida la guerra en la Euskadi autónoma que brevemente gobernó de 1936 a 1937, recorrió Cantabria (el PNV negoció con Mussolini la polémica rendición de Santoña), Cataluña, Francia, Bélgica, ¡Berlín! (optó por cambiarse de identidad y disfrazarse y creyó que era más seguro ocultarse donde nadie creería que estaba) y, finalmente, tras una nueva singladura, la ciudad que una década antes había inaugurado el edificio más alto del mundo, el Empire State Building. En Estados Unidos, el dirigente nacionalista recibió inicialmente una fría acogida, aunque su habilidad pronto le convirtió en la referencia entre la oposición antifranquista y en un interlocutor fiable para los servicios secretos.
Aguirre, en sus reuniones con el Gobierno estadounidense, que están documentadas paso a paso por la OSS, ofreció a Washington poner el servicio vasco de espionaje, la CIA vasca que el PNV había creado durante la Guerra Civil y que tenía su sede central en Baiona, bajo las órdenes de la Casa Blanca. Según Mees, ayudó sobremanera que los espías vascos ya colaborasen con regularidad con el Reino Unido (también con Francia y con algunas colonias francófonas) y, además, acreditando buenos resultados.
El 9 de agosto de 1942, Washington ya tenía sobre su mesa un completo ‘dossier’ confidencial titulado The basque intelligence service (El servicio vasco de inteligencia). En él se da cuenta de los orígenes, medios materiales y humanos, aliados y misiones de este cuerpo, que paradójicamente se “expandió” a partir de agosto de 1937, cuando la guerra ya había tocado a su fin en suelo vasco. “Su efectividad está probada”, concluye la OSS en ese informe, y añade: “Los vascos están especialmente preparados para la tarea de desarrollar un servicio de inteligencia y contraespionaje en favor de los aliados”.
La CIA vasca
Este informe es previo a gira que Aguirre, con la autorización y el apoyo de Estados Unidos, realizó por Hispanoamérica, en muchos de cuyos países existían importantes colonias vascas y antenas del espionaje del PNV. La OSS interpretó en aquellos años que un demócrata católico como el lehendakari, que compartía idioma con los países del continente, podría ayudar a cambiar un clima de opinión favorable más a Alemania (tendencias próximas al imperialismo, lo llaman en los informes) que a los aliados.
El lehendakari, efectivamente, completó una gira por América. Lo hizo, además, atrayendo gran atención social y de la prensa, para disgusto del Gobierno de Franco. La OSS aprovechó aquel viaje para hacer inventario de la estructura de la inteligencia vasca en esos países y fijar prioridades. Como se aprecia en el pertinente informe de inteligencia, no se trataba de una organización menor.
1- México. Con Francisco de Belausteguigoitia al frente, Estados Unidos interpretaba que los vascos podían ofrecer resultados que “merecen la pena”, sobre todo en zonas costeras. La colonia vasca, de “varios miles” de personas, estaba bien relacionada con el poder económico.
2- Panamá. El profesor Juan Mendoza Garayalde era el responsable de los servicios de información. Había pocos vascos pero tenían “prestigio” y “trabajan duro”, opina la OSS. Estados Unidos entendía en 1942 que era interesante que los espías “trabajasen” en la zona del canal.
3- Colombia. Francisco de Abrisqueta era el delegado, aunque por su trabajo podría ser sustituido eventualmente por Andrés de Perea. Allí eran pocos los vascos pero eran “de calidad”. La OSS destaca en sus papeles que había clérigos vascos que ya habían dado resultados pero que “podrían rendir más”. En Colombia había muchos religiosos italianos y alemanes.
4- Perú. El empresario Rafael de Orbegozo estaba al cargo de la red. Según la OSS, había alrededor de 100 religiosos vascos en el país.
5- Chile. La OSS cita a Pedro de Arechabala como responsable. Según Estados Unidos, por “circunstancias” el servicio “no estaba bien organizado” en este país, aunque confiaban entonces en que con el tiempo prestasen un “servicio efectivo”.
6- Uruguay. Ricardo de Guisasola y Aitor Ormaeche eran los delegados. El interés en Uruguay era controlar la frontera con Brasil, utilizada por “agentes alemanes” que se dirigían a Argentina.
7- Argentina. Estados Unidos cita al “ministro” Ramón María Aldasoro, inicialmente consejeroo de Aguirre por Izquierda Republicana pero luego ya en la posguerra más vinculado al PNV por lealtad personal hacia el lehendakari, como responsable de los servicios vascos. Asegura la OSS que la estructura en Argentina estaba “bien organizada” y que podía llevar a cabo misiones “a gran escala”. En Argentina existía un código de cifrado útil para enviar mensajes por barco hacia el interior de España mediante personas que pudieran viajar en barcos con pabellón español. Se cita al hermano de un empresario apellidado Abaroa como el contacto en el puerto de Rosario para controlar a los agentes vascos infiltrados en los barcos.
Además de en Rosario, los servicios de inteligencia tenían base en Buenos Aires, Córdoba, Bahía Blanca, Tandil y Salta, así como en zonas rurales. Estados Unidos se ofreció a mejorar los “medios de comunicación” internos entre las distintas antenas de la estructura para hacer más eficaz su labor.
8- Venezuela. Juan de Olazabal era el encargado de Inteligencia. La colonia vasca allí estaba compuesta de “refugiados” de la Guerra Civil. También el tráfico marítimo en Venezuela estaba perfectamente controlado por “agentes” vascos.
9- Puerto Rico. Estados Unidos recuerda que la isla era (y es) territorio propio, por lo que no era tan necesaria una colaboración vasca excepto si fuera precisa para misiones específicas (por motivos idiomáticos, por ejemplo). Juan Antonio de Irazusta, diputado del PNV en las Cortes republicanas, era el delegado vasco en Puerto Rico.
10- República Dominicana. La OSS se refiere a la antigua colonia en sus informes como “Santo Domingo”. Los servicios estaban al cargo del “profesor Galíndez”, un hombre “joven” de “buena reputación”. La colonia vasca estaba dividida entre marineros de avanzada edad y jóvenes refugiados “extremistas” y pobres. Según la OSS, si se ayudaba económicamente a algunos de estos últimos a salir de la penuria “podrían ser útiles”.
11- Cuba. El delegado allí era José Luis de Garay. La colonia vasca en Cuba era “selecta” y “muy aprovechable”. Los vascos, según Estados Unidos, deberían servir para informar de los movimientos de exiliados comunistas españoles y también de los grupos “totalitarios”.
Estados Unidos estaba muy agradecido del trabajo de los vascos en colaboración con la OSS. Su gran éxito llegó entre el 5 y el 8 de octubre de 1942. Los agentes al servicio de Aguirre “obtuvieron el código secreto de comunicaciones de España en su integridad”, con el cual el Gobierno de Franco cifraba sus comunicaciones entre embajadas en América y entre Madrid y el continente.
En una operación que incluyó a agentes infiltrados del FBI en Venezuela, la inteligencia vasca entregó ese código a Estados Unidos “en un cuaderno de 30 x 20 centímetros”. No fue el único caso, ya que en 1943, según Mees, “el lehendakari convenció personalmente” a un conserje vasco que trabajaba en la embajada de España en Washigton para que robara el código que empleaba Exteriores para todas sus comunicaciones.
“Proceder a España”
La probada lealtad de los “amigos vascos” –así se les menciona en más de una ocasión en los informes de inteligencia- llevó al Departamento de Estado a valorar en noviembre de 1942 una propuesta de cuatro puntos de Aguirre para entrar en España y, quién sabe, derrocar a Franco. El 10 de noviembre Aguirre y su asesor “De la Soto” (Ramón de la Sota, en realidad) se reunieron con el coronel Donovan, fundador y jefe de la OSS, a instancias de “Gregory Thomas”, al que no se identifica. Según el informe de la reunión elaborado por el espía Frank T. Ryan, “el propósito de la visita del senor Aguirre [sic] era desvelar al coronel ciertos planes, cuyo desarrollo implicaba la colaboración de esta organización”.
El plan de Aguirre constaba de cuatro puntos:
1 – Enviar a un enlace en España un mensaje cifrado de tres folios a través de los espías estadounidenses (la OSS no explica su contenido).
2 – Que Estados Unidos facilitase a los servicios vascos “dos o tres aparatos de radio” para las comunicaciones.
3 – Facilitar a un agente residente a Venezuela un visado para entrar en Estados Unidos. Este hombre sería entrenado en el manejo de las comunicaciones por radio y luego enseñaría sus conocimientos a otro grupo de cinco espías vascos que deberían después infiltrarse en España.
4 – Que Estados Unidos entregase “armas, munición, explosivos y otro equipamiento” a este grupo cuando se hubiera establecido en España. El armamento entraría a España, según Aguirre, aprovechando la flota pesquera vasca, que descargaría el material de grandes barcos estadounidenses y llevaría las armas hasta la costa.
El analista completa el informe asegurando que esta alianza con “elementos subversivos” claramente contrarios al Gobierno español en el poder es “alta política” que trasciende a las misiones de los espías. Donovan explicó a Aguirre en la reunión que la OSS “tomaba en consideración” su plan, pero el analista matiza que todo dependía de la posición final de España en la II Guerra Mundial. Si (como ocurrió) Franco “resistía a la presión alemana” de tomar parte directa en la contienda, para Estados Unidos podría ser un “error” político unirse a grupos “revolucionarios” o “independentistas” como el que “representaba” Aguirre.
Consta en los archivos de la CIA que el 14 de noviembre de 1942 Aguirre insistió en obtener una respuesta afirmativa para su plan. Otro reporte de la OSS revela que ese día el lehendakari trasladó que “estaba preparado” para “dar todos los pasos que la situación requiera” en atención a los “intereses militares” de Estados Unidos. Reiteró también su “deseo” de “proceder” a España, al País Vasco, cuando la OSS lo considerase oportuno.
Un “enlace” en África
Pero Estados Unidos no lo tenía nada claro. Ellery Huntington, un conocido ex ‘quarterback’ de la NFL que trabajaba para Donovan, valora en otro informe fechado el 20 de noviembre de 1942 las “serias repercusiones políticas” de la propuesta de Aguirre. Como alternativa, este teniente coronel de la OSS plantea poner en contacto a los vascos con “elementos” en el norte de África que podrían darle asistencia en sus planes para España. “Por supuesto”, continúa el mando de la OSS, ese enlace formaría parte de una operación secreta estadounidense pero no se identificaría como tal ante Aguirre. “Bajo ese tipo de arreglo, sería posible entrenar equipos, desarrollar programas de operaciones y suministros, etc. sin desvelar nuestra identidad”. “Éste es el estándar con el que SO [operaciones secretas] está trabajando con otros grupos de este carácter y éste es el procedimiento que quisiera seguir”, explica Huntington al cuartel general de la OSS. Y añade que al lehendakari habría que explicarle que el alcance de la ayuda (la cantidad de armas, por ejemplo) sería fijado por el enlace en el Norte de África y no por la OSS.
A partir de ahí, la información de la CIA sobre las relaciones con Aguirre y los espías vascos es casi inexistente. Es evidente que la operación no se llevó a cabo o que fracasó. De lo contrario, habría cambiado la historia. A partir del final de la II Guerra Mundial, Estados Unidos convirtió a Franco en aliado y lo legitimó en el concierto internacional. El historiador Mees matiza, eso sí, que el lehendakari mantuvo su intensa actividad diplomática y que perseveró sin éxito en su intento de unir a la oposición democrática española (monárquicos, ‘rojos’ y nacionalistas) en el exilio hasta que falleció en París en 1960 sin volver a pisar tierra vasca.