Maite Zugarrondo, la jugadora de balonmano que se retira por no poder conciliar su vida laboral y familiar: “Quizás un deportista masculino no afrontaría este caso”
Maite Zugarrondo (Pamplona, 1989) tiene 30 años y es la portera del mejor equipo de balonmano del país, el Super Amara Bera Bera. Con él ha logrado tres títulos de Liga, dos Copas de la Reina y cuatro Supercopas de balonmano. Ahora, en la cima del éxito, tiene que colgar los guantes para dedicarse a sus niñas, sus sobrinas de 4 y 6 años que tiene en acogida.
“Hace dos años se me presentó esta situación. Mis sobrinas estaban en una situación difícil al cuidado de sus padres y por eso estaban en un centro de acogida. Los servicios sociales hicieron una valoración y determinaron que yo era la persona óptima para el cuidado de las niñas. Entonces yo, sin pensármelo dos veces acepté”, cuenta al otro lado del teléfono Zugarrondo, tras haber dado de cenar y acostado a sus niñas.
En el momento en el que aceptó ser madre de las pequeñas -cuando éstas tenían tan sólo 2 y 5 años- comenzaron un proceso de adaptación completa. Se mudaron con ella de Pamplona a Donosti, donde juega el Bera Bera, a un piso sólo para ellas, favor que les hizo el club y que Zugarrondo agradece, ya que el resto de jugadoras comparten los pisos que proporciona el equipo. Dentro de ese proceso de adaptación, las niñas no podían ver al resto de sus familiares, por lo tanto, Zugarrondo tampoco:
“Si ya de por si las tengo que dejar cuando tengo que estar entrenando o en los partidos, tanto cuando son en casa como si son a nivel nacional o internacional, pues me cuesta tener que ir a Pamplona y dejarlas otra vez por ir a ver a la familia. Con lo cual, Navidades, Semana Santa, verano, todo lo pasamos aquí las tres y eso también ha condicionado un poco mi salud emocional”, señala.
A pesar de toda la ayuda que le ha brindado el club y de que desde hace unos meses su madre ha sido designada como ‘figura referente’ y puede ver a las niñas y echarle una mano con sus cuidados, la deportista ha decidido que es hora de retirarse:
“La conciliación ha sido difícil porque al final el deporte de alto rendimiento requiere una dedicación y un tiempo máximo. Quizás mi rendimiento físico y deportivo ha bajado porque mi situación familiar es especial, y aunque tuviera mucha ayuda, siempre supone un factor psicológico importante el cuidado de unas niñas y en especial si vienen con una carga emocional como esta. Eso hacía que estuviera más pendiente de ellas que del trabajo. Si antes en los partidos y entrenamientos estaba al 100%, ahora me doy cuenta de que priorizo mis pensamientos hacia ellas y su cuidado. Estoy priorizando mucho más el estar con ellas que el ser una deportista de alto nivel”, indica la jugadora.
“La brecha de género es un hándicap”
El factor económico es otro de los motivos que han llevado a la joven a tomar la decisión, ya que, asegura que la brecha de género en el deporte es un “hándicap” y que “si se tratase de un jugador de balonmano en lugar de una jugadora, su sueldo sería mayor, y el factor económico no le supondría tanta carga psicológica”. Además, en su opinión, existe el hecho cultural de que de que las mujeres tengan “más inculcado el valor doméstico y del cuidado familiar”. Confía en que un caso de viudedad un hombre puede que dejara su carrera por hacerse cargo de sus hijos, pero, en su opinión, en “una situación especial como esta, en la que un deportista masculino se tuviera que hacer responsable de sus sobrinos, quizás no hubiera afrontado el caso”.
Al retirarse, Zugarrondo y las niñas volverán a su Pamplona natal donde ella se dedicará al balonmano, pero de una forma diferente, ya que trabajará en la coordinación de un club, en el que es consciente de que tendrá un sueldo ajustado pero que le permitirá pasar mucho más tiempo con sus hijas gracias a los horarios de su nuevo trabajo. Zugarrondo, además, es enfermera, profesión que ha decidido posponer por el momento debido a que también es sacrificada en lo que a horarios y jornadas laborales respecta. Su intención ahora es ver crecer a sus hijas y pasar con ellas el mayor tiempo posible y, poco a poco, adentrarse en el mundo de la enfermería.