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'Patria', Joxe Mari e Iñaki

Montaje libro Urretabizkaia y Aramburu
16 de septiembre de 2020 23:01 h

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El artículo publicado ayer por elDiario.es sobre los parecidos entre los libros “Patria” y “Lo difícil es perdonarse a uno mismo”, incide en el hecho de que las vivencias del etarra Joxe Mari del primero recuerdan las de Iñaki Rekarte en el segundo. “Patria” es una magnífica novela, con un gran pulso narrativo. No conozco a su autor, Fernando Aramburu, salvo un encuentro fugaz un día de hace varios años, que explico más adelante, cuando su novela no era el best seller en que se convirtió posteriormente.

Por eso, esta es una de las más difíciles columnas que he escrito nunca. Y lo es porque se refiere a un asunto personal, que los que nos dedicamos a la información tratamos de evitar. Lo es porque el tema del terrorismo de ETA ha dejado tal poso de dolor y tristeza, que viví personalmente, que cuesta rememorar el pasado. Y lo es porque se refiere a un escritor, y yo respeto especialmente a los escritores. Pero, a la vez, no es un secreto porque, como se explica en el mencionado artículo de elDiario.es, se trata de dos libros que cualquiera puede consultar en una biblioteca.

Hace un par de semanas se armó la marimorena porque HBO, para anunciar su serie basada en la novela, mostró un enorme cartel con dos fotos antagónicas. La primera, de una mujer junto al cadáver de su marido asesinado por ETA. La segunda, la de un etarra torturado en el suelo en posición fetal. En la novela de Fernando Aramburu, el etarra Joxe Mari, el del cartel, es uno de los protagonistas principales, pero debido a la polémica suscitada, el etarra estuvo en boca y en pluma de todo quisqui.

Recuerdo que la primera vez que leí “Patria”, prácticamente cuando salió en 2016, y antes de que se hiciera de popular lectura, los rasgos del etarra me sonaron familiares. Se había publicado el año anterior, 2015, el libro “Lo difícil es perdonarse a uno mismo”, una biografía del exetarra arrepentido y expulsado de ETA, Iñaki Rekarte.

En 2014, un editor de Editorial Península, al que conocía de tiempo atrás, había llegado a un acuerdo con el etarra arrepentido, que incluso participó en la llamada Vía Nanclares (un proyecto del Gobierno para la reinserción de miembros de ETA arrepentidos) y me pidió que escribiera su biografía. Al principio tuve dudas precisamente por el sufrimiento y la desesperación personal que viví en el pasado. Pero como ETA ya había anunciado su desaparición y parecía abrirse un nuevo tiempo, pensé que quizá la redacción de esa obra podía servir para enfrentar unos tiempos horribles y reflexionar sobre ese pasado. Así que me puse manos a la obra.

Iñaki Rekarte fue el autor de un atentado con coche bomba en el barrio de La Albericia, en Santander, el 19 de febrero de 1992, que estaba dirigido contra un furgón de la Policía Nacional, pero que produjo la muerte de un matrimonio que pasaba por allí, Eutimio Gómez y Julia Ríos; y un joven, Antonio Ricondo, que tenía previsto casarse poco después. Quedó también un río de heridos graves y un dolor insoportable que traspasa, y continuará traspasando, el tiempo. Rekarte, condenado como autor material, pasó 21 años en la cárcel de los 203 años y seis meses a los que fue condenado.

Como he dicho, el etarra dejó de serlo. Se arrepintió. Se adhirió a la Vía Nanclares para arrepentidos. Incluso se entrevistó con víctimas, aunque no de su atentado. En los últimos años de encarcelamiento inició una relación amorosa con Mónica, una graduada social gaditana que participaba en talleres de presos en la cárcel de Puerto de Santa María y, con el tiempo, se casó estando en la cárcel. Para entonces había sido expulsado de ETA y se convirtió en un paria dentro del colectivo de presos etarras. Finalmente, en noviembre de 2013 salió en libertad porque la Audiencia Nacional anuló la aplicación retroactiva de la doctrina Parot, ya que así lo había pedido el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

A mediados del año 2014 mantuve infinidad de horas de conversación con Iñaki Rekarte y con su mujer, que tuvo un papel fundamental en la reconversión del etarra. De allí salió el libro en 2015. No he vuelto a tener más relación con él. Me quedó una sensación difícil de explicar. Había que mantener la entente periodista-entrevistado con alguien que llevaba el estigma del asesinato de gente inocente. Más de una vez, mientras hablaba con él, me venía su imagen apretando el botón fatídico. Me habló a calzón quitado. Resultaba afable, incluso simpático y ocurrente. Se mostraba absolutamente arrepentido y, como en el título del libro, creía que lo más difícil era perdonarse a uno mismo. Pero yo no podía dejar de pensar que él estaba allí, frente a mí, vivo, y a Eutimio, Julia y Antonio había que ir a visitarlos a sus tumbas.

Del libro recién publicado salió la entrevista que Jordi Évole le hizo a Rekarte que la editorial le ofreció como parte del marketing de la publicación, y que se convirtió en uno de sus programas más vistos. Se publicaron cuatro ediciones del libro. No está mal para una obra de no ficción. Y ahí quedó la cosa hasta que apareció “Patria”.

Como he dicho, tuve la oportunidad de leer el libro casi cuando salió, en 2016. Me lo recomendó mi editor porque veía similitudes entre el etarra Joxe Mari de “Patria” y la biografía de Rekarte. Y, sí. Yo también vi similitudes, determinadas coincidencias. Pero entonces estaba todavía tan mediatizado por la cantidad de horas que había pasado hablando con Rekarte y su mujer, con la documentación necesaria para elaborar la biografía y todos los escenarios que en ella aparecían, con la propia creación literaria, que no le di la importancia que tenía que haberle dado. Envié un informe a mi editor, por cierto del mismo grupo que la editorial de “Patria”, y ahí quedó la cosa.

Curiosamente, un día de aquellos primeros tiempos de la publicación de “Patria”, cuando todavía no era el fenómeno de masas en que luego se convirtió, me encontré con Fernando Aramburu en una librería de San Sebastián, casualidad, porque él vive en Alemania. Le saludé y me presenté como el autor de la biografía de Rekarte. Me pareció que se quedó bloqueado. Yo entonces no le di mayor importancia, pensé que era un hombre de pocas palabras, como yo mismo. Y se acabó. Con el paso del tiempo, creo entender que Aramburu se quedó pasmado con aquel encuentro, porque mira que venir a pasar un par de días a Donosti y encontrarte de bruces con el que te dice que ha escrito la biografía de Rekarte, tiene narices qué casualidad. Le vi tan poco dispuesto a hablar que no le hice ningún comentario respecto a las similitudes que tanto mi editor como yo veíamos entre los etarras de cada obra. Repito que en aquel tiempo era un escritor muy poco conocido porque no se había producido la tremenda y posterior eclosión del fenómeno “Patria”.

En 2020 surgió el COVID y todos nos familiarizamos con él. Nos encerramos en nuestras casas-castillo para defendernos, como nos exigió el Gobierno, y en ellas conseguimos un bien muy preciado e inesperado: tiempo.

Así que con ese tiempo comencé a dar vueltas por mi casa-castillo y me volví a topar con mi antiguo ejemplar de “Patria”. Allí estaba con un montón de pegatinas en las páginas en las que había encontrado similitudes. Y volví a hacer una lectura comparada con “Lo difícil es perdonarse a uno mismo”. No podía dar crédito. Ahora, con más frialdad, con una lectura más reposada, vi claramente aún más similitudes de las que me había hablado mi editor y que yo ya había comprobado.

Me pregunté por qué se eligió a un etarra que se arrepiente, cuando el porcentaje de arrepentimiento en miembros de ETA es mínimo, por qué ese etarra no tiene ideología, por qué, tras ser torturado, un guardia civil le habla con cercanía sobre su actuación y sus consecuencias, por qué su cárcel es el módulo 3 de Puerto de Santa María, por qué en la propia cárcel adquiere esa ideología y se empapa de panfletos de la organización, por qué encuentra una novia a través de las fotos de presos que situaban en las txoznas (bares de fiestas), el llamado frente de cárceles, por qué la entrada en ETA se la da 'Pakito', con una palmada en la espalda, cuando ha habido muchos más máximos dirigentes de ETA a lo largo del tiempo, por qué los mugalaris de un lado de la frontera balan imitando a ovejas, cabras en el caso de “Patria”, para conectar con los del otro lado, por qué el adiestramiento es en Burdeos, por qué la espera es en Bretaña, por qué el paso de frontera es a Vera de Bidasoa, por qué el etarra de “Patria” coge a escondidas la bici de los dueños de la casa de acogida para dar una vuelta, o por qué en una fiesta bebe una especie de sidra que le sabe horrible.

En mi caso, la respuesta a estas y a otras muchas preguntas es clara, así me lo contó Rekarte, y así está escrito en su biografía.  

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