Los Presupuestos Generales del Estado 2015: Sacrificios injustos e inútiles
Hemos asistido esta semana al debate sobre los Presupuestos Generales del Estado (PGE) para 2015, que el Gobierno llama de la consolidación de la recuperación, pero para la mayoría de los españoles, lo único que se consolida son la desigualdad, la precariedad laboral, la pobreza infantil, o la exclusión social.
La machacona propaganda gubernamental no deja de insistir que hemos superado la crisis, que ya estamos en plena recuperación, rumbo a una nueva era de prosperidad. No deja de ser sorprendente tanta algarabía si tenemos en cuenta que casi tres años después de la llegada de Rajoy al Gobierno, hoy hay más paro y menos empleo en España. Incluso, si se cumplieran sus optimistas previsiones macroeconómicas a fines de 2015 terminaríamos la legislatura con 400.000 empleos menos y una deuda pública de 30 puntos adicionales, de los que había a fines de 2011, cuando el entonces líder de la oposición, decía que España estaba en la quiebra y la tasa de paro era insoportable.
Desde el Partido Socialista ni somos negacionistas, ni catastrofistas. No hay duda que la economía se ha estabilizado, que este año acabará con algo de crecimiento económico en términos anuales, y en 2015 posiblemente incluso algo más. Si esto ha ocurrido se debe fundamentalmente a factores externos, como la suavización de la austeridad fiscal y la intervención del BCE, que ha estabilizado la prima de riesgo y devaluado el Euro.
El crecimiento es necesario, pero ni de lejos suficiente para mejorar el bienestar de los ciudadanos. Un ejemplo; mientras el Gobierno alardea de sus perspectivas económicas, se ha publicado el Indice Europeo de Justicia Social, que muestra que en 2014 España cae al puesto 21 de los 28 en Justicia Social. Por primera vez nuestro país no alcanza el aprobado. Desde 2011, el riesgo de pobreza en nuestro país se ha incrementado casi 3 puntos a nivel general, pero es especialmente elevado en el caso de los niños, llegando al 32,6%, el peor después de Rumanía.
Es decir, la recuperación de raíces vigorosas de la que habla el Gobierno parece que no está alcanzando a todos, sino más bien al contrario. Las grandes cifras macroeconómicas esconden una realidad de enorme sufrimiento para millones de ciudadanos.
Y la política fiscal que ha llevado a cabo este Gobierno el primer día, incluidos los presupuestos que se debaten estos días en el Congreso, ahondan en el mal reparto de los sacrificios. Los presupuestos de 2015 esconden una gran transferencia de renta de las clases medias y bajas a las rentas altas, y lo hacen a través de los impuestos.
Este Gobierno ha subido más de 50 impuestos (incluido el IVA), copagos, tasas y precios públicos a lo largo de la legislatura por valor de unos 28.000 millones de Euros, que afectan a todos los ciudadanos. Ahora, un año antes de las elecciones, Montoro baja impuestos por valor de 9.000 mil millones de euros, beneficiando de forma muy desproporcionada a las rentas altas y las grandes empresas. De forma electoralista a las clases medias les ofrece una rebaja media de 50€ mensuales, que no compensa ni de lejos las subidas de la luz, de los libros de texto, la bajada de las becas, de los bonos de comedor escolar, los copagos, etc.
Lo que es peor, se inflan los ingresos para así esconder posteriores subidas de impuestos indirectos o lo que es peor nuevos recortes sociales. Los PGE prevén subidas de la recaudación fiscal por valor de casi 10.000 millones de euros en 2015, cuando la reforma fiscal hace un mes y medio estimaba una caída nominal de ingresos debido a las rebajas impositivas por valor de unos 4.000 millones de euros. Difícil de creer. Menos aún que el IVA crecerá un 7,3% cuando el consumo lo hará solo en un 2,7%. O un crecimiento de las cotizaciones sociales del 6,8%, cuando el empleo crecerá un 1,4% y el salario medio el 1%. La falta de rigor económico de estos presupuestos es notoria; más que flexibles, estos presupuestos parecen “elásticos”.
Al tiempo que se inflan los ingresos, el Gobierno exige recortes a las administraciones que asumen el gasto social más intensamente, como son las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos. Por el lado de las Comunidades Autónomas, el ajuste estará en el entorno de los 7.000 millones, que tendrá que ser realizado con nuevas subidas de impuestos o recortes, en Sanidad y Educación que son las dos grandes partidas de gasto autonómico.
Además, según el Plan Presupuestario enviado a Bruselas, los ayuntamientos tendrán que hacer un nuevo ajuste de 5.000 millones de euros, con un recorte de gastos 3.721 millones de euros y subidas de impuestos municipales por 1.200 millones de Euros. El Gobierno llama ¨servicios impropios¨ al recorte de gastos locales, entre los que se encuentran por ejemplo, cosas tan ¨impropios¨ como atención domiciliaria a los mayores, gastos en escuelas infantiles de 0 a 3, gastos en comedores escolares
Es decir, más recortes sociales y sacrificios para los de abajo. Y si los sacrificios son injustos y mal repartidos, son además inútiles, pues no están arreglando los problemas estructurales de nuestro país, como el altísimo desempleo, alto endeudamiento privado y baja productividad. Ninguno se ha resuelto, pero se han añadido otros: desigualdad inadmisible y deuda pública preocupante.
La prueba de que esta política económica basada en devaluación salarial permanente y austeridad compulsiva no está solucionando los problemas estructurales lo muestra el incremento exponencial de la deuda externa del país, y la vuelta al déficit comercial.
La supuesta mejora en la competitividad de nuestra economía no parece que sea tal. Solo hay que fijarse en los principales indicadores internacionales; por ejemplo entre 2011 y 2014 España ha caído 8 puestos en el Indicador de Entorno de Negocios o ¨doing business¨ del Banco Mundial del 44 al 52 (de 189 países), y ha avanzado escasamente un puesto, del 36 al 35 en el Índice de Competitividad Global del Foro Económico Mundial (sobre 144 países).
En definitiva, la realidad a día de hoy es que en España, con el Gobierno de Mariano Rajoy, tiene más paro, menos gente trabajando, más deuda pública y más endeudamiento externo. No se ha solucionando ningún problema, tenemos algunos más.
El PP se presentará a las elecciones diciendo que los sacrificios han valido la pena, pero a los ciudadanos no se les puede engañar dos veces.