Muere a los 79 años Ian Wilmut, “padre” de la oveja Dolly
El científico británico Ian Wilmut, “padre” de la oveja Dolly, el primer mamífero clonado a partir de células adultas, ha fallecido a los 79 años, informó este lunes el Roslin Institute de Edimburgo.
El biólogo y su equipo idearon la técnica pionera que llevó al nacimiento de la famosa oveja, el 5 de julio de 1996, y revolucionó el campo de la clonación genética. El científico se había retirado del mundo académico en 2012 y seis años después había hecho público que padecía párkinson. “Fue un titán” cuyo trabajo “transformó el pensamiento científico de su tiempo”, ha afirmado Peter Mathieson, director y vicerrector de la Universidad de Edimburgo. “El impacto de su trabajo permanecerá durante generaciones. Fue un científico enormemente respetado, un mentor y un amigo”, agrega.
“Su alcance fue global”, ha añadido el director del Roslin Institute , Bruce Whitelaw, en una nota. “Dirigió, allá por los años 1980, el equipo que produjo Dolly, del cual tanto ha aportado al Instituto, a la Universidad de Edimburgo y, de hecho, a la ciencia en general. Hemos perdido a uno de los pioneros científicos más conocidos”.
La célebre Dolly — que debe su nombre a la cantante estadounidense Dolly Parton — cobró vida a partir de una célula de la glándula mamaria de una oveja Dorset Finn, y su existencia se mantuvo en secreto hasta principios de 1997. Hasta entonces, la comunidad científica pensaba que las células adultas especializadas solo contenían información para llevar a cabo su función particular y se consideraba imposible que pudieran dar lugar a un animal completo.
El equipo de Wilmut logró, sin embargo, iniciar una nueva vida a partir de una de esas células adultas y un óvulo que desarrollaron en un tubo de ensayo durante seis días, antes de transferirlos a una madre subrogada. Para obtener ese resultado, Wilmut lideró un amplio equipo con científicos de diversos campos, incluida la embriología, cirujanos, veterinarios y especialistas en ganadería.
Dolly tuvo diversas crías, entre 1998 y 2000, y disfrutó de una “calidad de vida normal” -según la descripción del Roslin Institute- hasta febrero de 2003, cuando descubrieron varios tumores en sus pulmones y se decidió aplicarle la eutanasia para evitarle sufrimientos.
“Nadie discute la importancia de Dolly, un icono de nuestra época que despertó una tormenta de reacciones, no exenta de polémica, sobre las implicaciones bioéticas de una posible clonación humana”, declara Gemma Marfany, catedrática de Genética de la Universidad de Barcelona (UB) a elDiario.es, “pero hay que recordar que Wilmut era sólo el jefe de un equipo de investigación, y no se reconoció el trabajo imprescindible de otros científicos del Roslin, que quedaron injustamente a su sombra”, apunta. “Él hizo posible Dolly pero no la creó ni la generó; eso lo hicieron otros”, señala el investigador del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC), Lluis Montoliu. Aun así, escribe en Naukas, hay personas que escriben capítulos únicos de la historia de la ciencia, que abren las puertas a cambios impensables hasta ese momento. “Este fue el caso de Ian Wilmut”, señala. “Y así debemos recordarlo”.
“El impacto de su trabajo se sentirá durante generaciones, ya que abrió el campo de la medicina regenerativa”, ha asegurado David Argyle, jefe de la Facultad de Medicina y Medicina Veterinaria de la Universidad de Edimburgo, quien ha recalcado que la ciencia tiene el potencial de moldear todas nuestras vidas. “Y la vida y el trabajo de Ian son el mejor ejemplo de ello”, ha sentenciado.
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