'Los dos papas': Ratzinger se suma (o le suman) al ejército rigorista anti-Francisco
- El Vaticano trata de quitar hierro a las críticas de Ratzinger y el cardenal Sarah en su nuevo libro y recuerda que “el celibato sacerdotal no es ni jamás ha sido un dogma”
- La polémica ha vuelto a poner en evidencia a los enemigos del papa Francisco, azuzados por la ultraderecha norteamericana, Salvini y Vox: Sarah, Müller, Burke, Rouco Varela...
“Sólo hay un Papa. Y es Francisco”. La frase es de Joseph Ratzinger, ex Benedicto XVI, y la pronunció hace pocos meses cuando, a raíz de un extenso artículo sobre los abusos sexuales en los que achacaba la pederastia a la “moral laxa” de Mayo del 68 y el postconcilio, algunos sectores lo colocaron dentro del grupo de opositores al papa Francisco.
Los hechos, sin embargo, han acabado dando la razón a los más suspicaces. El Papa emérito ha publicado, junto al cardenal Sarah, un libro en contra de ordenar curas casados como pretende Francisco.
Acertaron los que no creían en el silencio que se autoimpuso Benedicto XVI en 2013, prometiendo fidelidad a un Bergoglio que, tal y como señala Fernando Meirelles en 'Los dos Papas' (no todo es ficción en el filme), suponía una amenaza a todo lo que Ratzinger había defendido siempre.
¿Siempre? No siempre. De hecho, en 1970, en una serie de artículos, el entonces profesor de Teología de Tubinga defendía: “la Iglesia del año 2000 conocerá también nuevas formas ministeriales y ordenará sacerdotes a cristianos probados que sigan ejerciendo su profesión”. De su defensa del celibato opcional, Ratzinger pasó pronto a su férrea oposición, aunque fue él quien concedió la posibilidad a los curas anglicanos que, estando casados, se convirtieran al catolicismo, de poder seguir ejerciendo el sacerdocio.
Reacción del Vaticano
¿Sabía Ratzinger lo que hacía cuando el cardenal Sarah le propuso escribir un libro contra la posible ordenación de curas casados tras el Sínodo de la Amazonía? Algunas fuentes lo ponen en duda. Otras, desde el mismo Vaticano, tratan de quitar hierro al asunto. Así, el responsable de la comunicación, Andrea Tornielli, destaca que tanto el papa emérito como el cardenal ghanés se definen como dos obispos en “obediencia filial al papa Francisco”, al tiempo que les recuerda que “el celibato sacerdotal no es ni jamás ha sido un dogma”, por lo que se puede modificar.
Sin embargo, también admite que Francisco siempre se ha posicionado en contra de acabar con el celibato, y dejando claro que la propuesta aprobada por el Sínodo de la Amazonía se circunscribiría únicamente a este rincón del mundo. Pese a todo, las puertas entreabiertas siempre son un primer paso.
Voluntariamente o no, lo cierto es que la presión pública de Ratzinger para que Francisco no avale la ordenación de curas casados integra de pleno al Papa emérito en el círculo de cardenales y obispos que, financiados por la ultraderecha norteamericana y europea, llevan algo más de un año atacando sin piedad a Francisco y su programa de reformas. Unas reformas que habrán de incluir, necesariamente, la regulación de las funciones de los papas eméritos. Paradójicamente, esta polémica podría ser una oportunidad de oro para desmovilizar a posibles pontífices retirados con ganas de criticar a su antecesor.
Los opositores a Bergoglio
Los ataques contra Francisco se han recrudecido a partir de la cumbre antipederastia del pasado mes de febrero, y que buscan frenar el impulso de las reformas que se esperan para este 2020, desde la publicación de la exhortación postsinodal a la aprobación de la reforma de la Curia. Y es que este año se presenta como definitivo para advertir si el pontificado de Bergoglio se convierte en histórico o pasa sin pena ni gloria entre los muros vaticanos.
El ataque contra Francisco ya hace tiempo que dejó el anonimato y se lanzó a la luz pública, con primeros espadas, como Sarah, los cardenales Müller (ex prefecto de Doctrina de la Fe), Burke o, en nuestro país, Rouco Varela. En el trasfondo, la enésima lucha de poder entre el sector ultraconservador, que en los últimos 40 años capitaneó la contrarreforma al Concilio Vaticano II, y los renovadores, que buscan una Iglesia abierta al mundo, menos preocupada por el sexo y en diálogo con otras religiones, y que cumpla con lo aprobado, hace más de medio siglo, en el Concilio.
La ordenación de curas casados o un papel ministerial para las mujeres –ambos temas, aprobados por mayoría cualificada en el Sínodo para la Amazonía–, han desatado la ira de los rigoristas, hasta el punto de que el prefecto de la Compañía de Jesús, Arturo Sosa, llegó a hablar de un “complot” contra el Papa.
Son los mismos de siempre, que poco a poco van sumando adeptos. Sarah, Müller, Burke, Brandmuller, Rouco Varela... apoyados por Steve Bannon en Estados Unidos, Salvini en Italia y Vox en España (Santiago Abascal se reunió hace poco con Sarah en el Vaticano), que pretenden dar un golpe de Estado en la Iglesia, y han llegado a acusar al Papa Francisco de “hereje” y de “promover un cisma”, en distintos grados.
Ultras en España
¿Y en España? Como ya desveló eldiario.es, no son pocos los prelados que muestran, en privado y con significativos silencios, su oposición a Bergoglio. Reig (Alcalá de Henares), Sanz (Oviedo), Herráez (Burgos), Demetrio (Córdoba) o Asenjo (Sevilla) son algunos de los más conocidos entre los obispos de hierro.
También, los en otros tiempos todopoderosos cardenal Rouco Varela y obispo auxiliar de Madrid Juan Antonio Martínez Camino, ambos alineados en el sector más conservador, y que de cara a las elecciones de marzo buscan colocar a Jesús Sanz como nuevo presidente de la Conferencia Episcopal. De este modo, la Iglesia española se convertiría en la más potente de las iglesias occidentales en mostrar (sin decirlo abiertamente, pero sí con la fuerza de los hechos) su oposición al sumo pontífice.
El mismo arzobispo de Oviedo se descolgó esta semana con unas rotundas declaraciones en las que criticaba la exhumación de Franco, minimizaba la crisis de la pederastia clerical en España y denunciaba que Pedro Sánchez “no tiene conciencia ni firmeza”, y que su Gobierno ya ha planteado “algunas amenazas” contra la Iglesia.
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