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Benito Moreno: la pintura del artista que cantó a El Lute y metió a Bécquer por sevillanas

Cuadro de Benito Moreno

Alejandro Luque

23 de febrero de 2022 20:51 h

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Fue un artista singular en una familia de creadores únicos. Su hermano Josele triunfó con Los Payos a ritmo de María Isabel y marcó un hito como humorista en los 80. Otro de sus hermanos, Máximo, fotógrafo y pintor, ha sido el artífice de algunas de las portadas más celebradas de la música española, desde los discos de Triana a Paco de Lucía, Hilario Camacho, Lole y Manuel o Miguel Ríos. Benito Moreno (1940-2018), contagiado del mismo genio, no fue menos. Una exposición en la sede sevillana de la Fundación Cajasol, abierta tan solo hasta el próximo 3 de marzo, repasa su brillante trayectoria como cantante y artista plástico.

Natural del sevillano barrio de la calle Feria, hijo del pintor José Moreno, con once años ya estaba en la escuela de Artes y oficios. Después de estudiar Arte Dramático se marchó en 1962 a Francia, la que sería su casa durante las dos décadas siguientes. “Decidí abandonar Sevilla –recordaba– después de que una orden gubernamental prohibiera la representación de la obra Los títeres de cachiporra de García Lorca en el Lope de Vega, dirigida por Agustín García Calvo, tras un sonado estreno”.

París fue el destino inmediato, donde se vio magnetizado por la poesía y el cine del momento, que influyeron notablemente en él, así como la chanson francaise, que tomará como patrón para su propia música. Pero también se sintió abrumado: “París me pareció demasiado, y sin el idioma no sabía por dónde meterme, además no conocía a nadie”, afirmará. Se traslada a Bretaña, donde trabaja de lector de español en un instituto de Lorient. Allí conoce a su compañera Christiane Décaillet con la que tendrá dos hijos, Guillermo y Beatriz. “Allí aprendí la pintura, la enseñanza. Bretaña me metió aire nuevo en el alma”.

Canciones censuradas

Velázquez, Monet y Giacometti forman parte de ese aire junto a la música de Bach, Gualberto y Alain Le Bris. Regresar a España no estaba en sus planes. “Por mi padre sabía de Franco y su devenir de incultura policiaca y ombliguista que no invitaba a la vuelta. Paco Ibáñez daba a conocer la poesía española, con su voz tan popular y seria, llena de bellas melodías. En Bellas artes enseño el grabado, y me intereso por la foto. Algunos amigos residentes en Madrid me animan a volver y probar la vida en la capital, que efectivamente empezaba a animarse. Tenía ganas de vivir con quienes se atrevían a cuestionar al monstruo indolente, dueño de aquella España acotada y alquilada a los norteamericanos”.

Así lo hizo. En los primeros 70 colaboró como fotógrafo para la revista musical Discóbolo y para al automovilística Autopista. Escribió para Los Payos la canción No tengo tiempo. Se integra en los círculos literarios junto a Ginés Liébana, Paco Nieva o Gloria Fuertes, para quien ilustra el libro Sola en la sala. La poeta le dedicará tiempo después unos versos: Sus dibujos están/ entre el hombre y sus cosas/ sus ropas y sus muebles/ sus arrugas, sus manos/ su arte tranparente/ el alma de las cosas/ y el alma de las gentes

“Madrid me gustó, pero a los dos años volvemos a Bretaña. Una tierra bella y acogedora, que sabe apaciguarme”. Por esos años despega también su trayectoria musical, que comprendería media docena de discos. En el primero, Romances del Lute y otras canciones, contó nada menos que con Triana como banda. “Del Lute me interesaron sus proezas y sus deseos de libertad, un héroe popular con la guardia civil en los talones”, decía. El disco fue prohibido de inmediato. No obstante, en ese mismo 1975 La Voz del Guadalquivir organiza en el teatro Lope de Vega un concierto con un joven granadino llamado Carlos Cano y Benito, que canta por primera vez el que sería uno de sus himnos, España huele a pueblo, y que acabaría adoptando Manolo Escobar para su repertorio.

De Triana a 'El Larguero'

Le siguió Ellos y ellos y ellos y… ella, dedicado a su madre como paradigma de la mujer frente al machismo imperante, y donde se incluyó el tema Ra, ra, ra, que José Ramón de la Morena tomaría como sintonía de su programa de radio El Larguero, en la cadena Ser; y Mis sombras completas, inspirado en el Viernes santo sevillano y de nuevo con la colaboración de Triana.

Tampoco pasaría desapercibida su versión de Las rimas de Bécquer. “Me salió cantarlo por sevillanas porque Bécquer era sevillano y las sevillanas son la música más clara y limpia que existe en Sevilla”. En este género realizó también un disco junto a Gualberto, antes de cerrar su discografía con La vida y Me han quitado lo bailado, donde “repaso lo de siempre, el dolor, el amor, el alcohol, el calor, el barrio, los ordenadores, el psiquiatra y eso, la alegría de componer, estar y volar”.

Entre unas grabaciones y otras, Moreno siguió desarrollando un dibujo y una pintura muy heterogéneos, tanto en técnicas como estilos y motivos: del lápiz al grabado, desde el retrato clásico o el paisaje al ambiente taurino, sin olvidar sus logrados trampantojos, tocó los más diversos palos, siempre con una gran exigencia.

Ver y mirar

Entre sus recetas, aseguraba que “para dibujar tienes que ver, pero mirar poco. Si miras mucho el modelo abandonas la obra, si la obra, abandonas el modelo. No es que se tenga que hacer con los ojos cerrados, aunque eso también sería bueno, tienes que saber de memoria lo que vas a hacer y por último tienes que resistirte a la tentación de mirar demasiado lo que estás haciendo. Únicamente cuando ya no es tuyo porque está cumplido puedes echar un vistazo”.        

El flamenco, que siempre le atrajo, tiene en esta exposición un apartado destacado, con retratos de Juan Talega, Fernanda de Utrera, Paco de Lucía, Niño Jero o Camarón de la Isla, para el que realizó la portada del disco Camarón nuestro. La muestra de Cajasol se completa con algunos afiches y objetos de su carrera musical, así como fotografías de personajes célebres que gozaron de su amistad y marcaron su biografía.          

“Explicar mi trabajo en la canción es muy fácil”, confesaba Moreno. “Yo canto porque no tengo otro remedio. Otro remedio sería la pintura y el dibujo. Yo también pinto, aunque aquí en España, la gente como yo no pintamos casi nada… Ni en música ni en pintura”.

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