Benito Zambrano: “Yo no hago el cine que quiero, sino el que puedo y, a veces, el que sale”
En el Festival de Cine Europeo de Sevilla (Seff) el rostro de Benito Zambrano no es en absoluto extraño. Este año regresa una vez más a la cita, estrenando nuevo largometraje: Pan de limón con semillas de amapola, la historia de dos hermanas que fueron separadas en su juventud y que se reencuentran en Mallorca para hacerse cargo de una panadería que han heredado de una misteriosa mujer a la que creen no conocer.
La obra, basada en la novela homónima de la barcelonesa Cristina Campos, es la tercera adaptación literaria que hace Zambrano a la gran pantalla, tras éxitos como La voz dormida de Dulce Chacón e Intemperie de Jesús Carrasco. “Desde que se inventó la industria del cine, en el arte de narrar ya existía la base de la literatura y el teatro. El cine es un devorador de historias, y quienes mejor las contaban cuando nació eran los escritores y los dramaturgos, que son una mina en este sentido. Y también hay algo de comodidad por parte de los productores y los directores al tener una historia ya hecha, y no tener que empezar desde cero”.
Por otro lado, el director señala que el cine –con la inestimable ayuda de la televisión– pueden llevar esas historias a un público que la mayoría de los escritores ni siquiera sueña. “Las adaptaciones de libros que yo he hecho han llegado a tener un millón de personas viéndolas en televisión. Y encontrar un millón de lectores es muy difícil, incluso para quienes son superventas”.
Mujeres empoderadas
En el caso concreto de Pan de limón con semillas de amapola, Zambrano se ha sentido de nuevo atraído por esos potentes personajes femeninos –en este caso, Anna (Eva Martín) y Marina (Elia Galera)– que son casi una constante en su filmografía. “Las actrices se quejan, y con razón, de que hay pocas protagonistas buenas. Y cuando las hay, llaman mucho la atención, igual que cuando se hacen películas de gente pobre. Todo porque el cine suele ser pequeñoburgués y masculino, de modo que a veces nos olvidamos que la mayoría de la población es clase trabajadora, y que la mitad de la gente son mujeres. Un caso similar al de los actores negros, también, que son una parte importante de la ciudadanía estadounidense, y sin embargo no aparecen tanto en las películas ni acaparan premios”.
En cuanto al filme en cuestión, se trata de una propuesta de Filmax que Zambrano abrazó desde el primer momento con entusiasmo. “Una de las cosas que me gustó es la manera de Cristina Campos de abordar el tema, que me resultaba muy actual. Lo moderno y lo actual dependen a menudo del impacto mediático de las cosas, es cierto que ahora se habla mucho de empoderamiento femenino, pero yo me lo encontré en este libro, ya estaba ahí. Es una novela muy contemporánea, y eso me animó a aceptar el ofrecimiento”.
Cuando se le pregunta si cree que hay una dirección de actrices distinta de la de los actores, sacude la cabeza. “Nunca he tenido la impresión de dirigir de forma distinta a hombres y mujeres, solo lo hago en función de tal o cual personaje, por la necesidad que tienes de impregnarte del matiz de cada uno. La única diferencia cuando te diriges a un hombre o a una mujer puede estar en determinados códigos de expresión. A veces hablas a ellas con un lenguaje más cálido o emotivo, y quizá eres menos cariñoso o más machirulo con ellos, pero son convenciones: como cuando te diriges a una persona mayor o a un niño. Lo que sí hago con cada actor es buscar la mejor forma de comunicarme. Te encuentras con distintos tipos de actrices y sabes que tienes que dar con el tono en que mejor vayáis a entenderos”.
Un director desencasillado
En todo caso, Pan de limón con semillas de amapola es una nueva prueba de la capacidad de Zambrano para desencasillarse del cine de autor, demostrando, como hizo también con Intemperie, que puede afrontar encargos con solvencia. “Yo no hago el cine que quiero, sino el que puedo y, a veces, el que sale”, confiesa. “A veces, por mis limitaciones creativas: quisiera hacer películas de muchas cosas, pero no siempre me resulta posible. Otras veces, por los condicionantes de la industria del momento, que no te lo impiden claramente pero te indican de forma bastante inequívoca lo que no vas a poder hacer”.
“Y luego están las casualidades”, concluye, “como ocurrió con Intemperie, un proyecto que me llegó cuando estaba super avanzado, y en cuatro meses ya estábamos rodando. Y me apetecía mucho hacerlo. También ha habido casualidades del destino, como leer por azar La voz dormida y decir, ¡hostia, esta la hago yo! Eso sí, con el tiempo y la experiencia, después de seis películas contando con la miniserie Padre Coraje, te puedes atrever a cosas más diferentes. Y mis gustos van en esa dirección, no soy fiel a un solo género, no me gusta un solo tipo de película. Intento disfrutar y creerme todas las que hago: para mí es importante establecer con ellas un vínculo emocional fuerte”.
Reacciones de las espectadoras
Para la proyección especial de ayer, Zambrano y su equipo invitaron a 80 mujeres pertenecientes a distintos colectivos sociales, culturales y políticos. La actriz Mercedes Hoyos salió de la proyección visiblemente emocionada: “Como todas las películas de Benito, tocan la fibra y te hacen emocionarte. Es una película muy suya, llena de sentimientos. Salgo muy tocada, pero es que nunca he visto una película de Benito Zambrano que no me haya hecho llorar”, dijo.
También soltó sus lágrimas la bailaora Ana Salazar, que estuvo “llorando como todo el público la mitad de la película. Es de una sutileza sublime, la fotografía, la música, todo me encantó. Al fional, estuvimos un cuarto de hora aplaudiendo”.
Para la escritora Rosario Izquierdo, se trata de “una historia de mujeres que deciden y afrontan cambios vitales decisivos, apoyándose mutuamente. Estéticamente muy hermosa, expone con delicadeza esa sororidad que siempre me interesa en las narraciones (como espectadora, lectora o escritora). Benito Zambrano narra con estilo propio, como acostumbra, y sabe sacar lo mejor de unas actrices maravillosas”.
La periodista Lourdes Luque, de la Cadena Ser, no ocultaba su entusiasmo. “Conecté con Solas hace 20 años y me ha vuelto a pasar, porque conecta con las mujeres y con la mujer que soy. Una película muy feminista, de empoderamiento y sororidad, en la que la presencia de la mujer andaluza está sin está. Es un homenaje a la mujer, pero también a la fuerza de la mujer andaluza. Una vez más”.
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