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En prisión tras una sentencia con contradicciones en la hora de los hechos

Isidro Lozano, con María del Mar Martí, antes de entrar en prisión | Foto cedida

Néstor Cenizo

Casi nueve años después del 21 de junio de 2008, Isidro Lozano ingresó en prisión por una pelea en la que él dice que no participó. Lozano tiene ahora 46 años y pasa los días en la cárcel de Alhaurín de la Torre. Siempre mantuvo que es inocente, pero está condenado a cuatro años y medio de prisión, que empezó a cumplir el pasado 13 de junio.

En la argumentación de su abogado hay un punto incontestable: la sentencia que lo condenó le sitúa a una hora y en un lugar en el que no podía estar. El abogado ha recurrido en revisión, un recurso extraordinario ante el Tribunal Supremo para el caso de que aparezcan nuevos documentos que demuestren un error. María del Mar Martí, la esposa de Isidro, insiste: “Yo no voy a parar”, dice, “porque están destrozando la vida de un inocente”.

La historia, tal como la cuenta la Audiencia Provincial en sentencia de 4 de marzo de 2014, es esta: entre las 9 y las 10 de la mañana del 21 de junio de 2008, Isidro se encontró con Manuel (nombre ficticio), primo de la esposa de Isidro, y Antonio (nombre ficticio), a quienes agredió e insultó por un enfrentamiento que arrastraban desde hacía semanas. Los agredidos, con lesiones leves, acudieron al centro Hospiten de Estepona, de donde salieron entre las 13.00 y las 14.00 horas. Según la sentencia de condena, Isidro y sus hermanos Eduardo y Juan Carlos los estaban esperando y los golpearon nuevamente, con tanta saña que les provocaron lesiones graves, incluyendo fracturas y la pérdida de varios dientes. Luego huyeron en un coche.

La única testigo de la segunda agresión fue una enfermera del hospital, que declaró que “no vio físicamente a los agresores en ningún momento” y tampoco pudo precisar cuántas personas iban en el coche en el que huyeron.

Juan Luis Aguilera, el abogado que ejerció la acusación particular en nombre de Antonio y Manuel, nunca tuvo dudas del relato de sus clientes, y sigue sin tenerlas. “Lo tengo muy claro. Llego a la misma conclusión que los tribunales: hubo una primera agresión y luego una segunda para tomarse la venganza. Yo tendría mi conciencia muy intranquila si supiera que hay un inocente en prisión”, concluye.

Aguilera asegura que el relato de sus representados siempre fue el mismo y que, en cambio, los hermanos cambiaron su testimonio para evitar la condena. Es cierto. Pese a que en un principio buscaron coartada, Eduardo y Juan Carlos reconocieron su culpabilidad en Diario Sur en mayo de 2016. Para entonces ya habían sido condenados. Sin embargo, eximían a Isidro, que siempre ha mantenido su inocencia: “Nosotros somos culpables, pero nuestro hermano es inocente”, decían.

Más allá de la confesión, que puede realizarse a conveniencia, la sentencia contiene un relato de los hechos imposible a la vista de los partes médicos. Hay tres documentos que los tribunales han ignorado y que invalidan, al menos, la cronología de la sentencia. Así, un parte médico emitido por el Hospital USP de Marbella acredita que Isidro Lozano ingresó allí, teóricamente por las heridas leves de la primera pelea, a las 11.23, con hora de alta a las 13.06 y radiografías datadas a las 11.53 y 12.24. Y otros dos partes sitúan a Manuel y Antonio recibiendo atención médica en Hospiten (Estepona) a las 12.59 y a las 14.06. En el parte del primer agredido, datado a las 12.59, se habla de un cuadro médico de “una hora de evolución aproximadamente”.

Por tanto, según estos tres documentos, ni Isidro salió del hospital a las 12.30, como decía la sentencia, ni la agresión pudo producirse entre las 13.00 y las 14.00, porque a esas horas ya estaban atendiendo a los agredidos. Al describir un cuadro médico de “una hora aproximadamente”, el parte de Hospiten sitúa la hora probable de la agresión antes de las 11.59, cuando Isidro ya llevaba más de media hora en el Hospital USP (a unos 40 minutos en coche del lugar de la pelea) y del que no salió hasta más de una hora después.

Declaración “rotunda y contundente” de los agredidos

La sentencia de condena despachó estas dudas basándose en la declaración “sin fisuras, clara, rotunda y contundente” de los agredidos, pese a reconocer que tenían malas relaciones con los hermanos Lozano. No hay mucho más: sin testigos, es la palabra de unos contra la de otros, y cuando los jueces concluyeron que las coartadas de Eduardo y Juan Carlos eran falsas, despacharon también la de Isidro. Según la Audiencia Provincial, la atención “cierta” a Isidro “finaliza a las 12.30 horas, lo que implica que no exista imposibilidad de efectuar la posterior agresión una hora aproximadamente más tarde”. Pero ni la atención a Isidro terminó a las 12.30, sino a las 13.06, ni la agresión se produjo una hora más tarde, sino forzosamente antes de las 11.59. La sentencia erró al desmontar la coartada de Isidro.

Juan Luis Aguilera, abogado de los agredidos, cree que el proceso no depende de algo “tan nimio” como un error al fijar las horas de los partes médicos, y que Isidro tuvo tiempo de llegar al hospital de sus clientes para agredirlos. “Desde el momento en que yo me hice cargo han mantenido la misma versión, hasta el día del juicio. Honestamente, creo que pasó lo que dice la sentencia”.

El Tribunal Supremo tampoco exculpó a Isidro, razonando que la hora de los partes médicos podía ser errónea, tanto si se incorpora automáticamente como si se introduce a mano. Sin embargo, Jordi Ventura (actual abogado de Isidro) explica que los documentos nunca fueron impugnados y que despachar los partes médicos alegando que pueden ser erróneos invierte la carga de la prueba y presume la culpabilidad de su cliente. Cree que la condena es el desgraciado resultado de un cúmulo de chapuzas. Entre ellas, la de que los tres hermanos fueran defendidos inicialmente por una misma abogada sin experiencia, que no calibró el riesgo de mezclar a un inocente con dos culpables con coartadas falsas.

“Estábamos convencidos de que todo se iba a arreglar. La abogada me tranquilizaba, porque los partes demostraban que era inocente”, recuerda hoy María del Mar Martí: “Cuál es mi sorpresa cuando me encuentro con esta pesadilla. Si intentamos hacerlo tan mal, no llegamos a esto”, lamenta. Ella sigue revisando indicios, recordando qué pasó aquel día, buscando a quien pueda aportar algún dato. Se está planteando acciones de protesta: “Estoy desesperada, no sé qué más puedo hacer”. Cree que el rencor y el miedo a las consecuencias impiden a su primo rectificar la acusación. Y se aferra con fuerza a la inocencia de Isidro, con quien convive desde hace 23 años: “Están destrozando la salud de un inocente. La cárcel no es su sitio. Él no tiene que estar allí”.

La última vía: los hospitales certifican las horas

Isidro Lozano se agarra a su última posibilidad: por segunda vez, ha presentado un recurso extraordinario de revisión, aportando los certificados tanto de Hospiten como del Hospital USP que acreditan que los datos horarios de los partes médicos se consignan automáticamente sin posible alteración manual, que no constan incidencias en aquella fecha y que el margen de error es “nulo” (en el caso del USP) y de “menos de cinco minutos” (en Hospiten). Es la última posibilidad de que un tribunal reconozca que el relato de la sentencia de la Audiencia Provincial es imposible.

Esa eventual revisión llegaría con parte de la condena ya cumplida. La Audiencia Provincial rechazó suspender su entrada en prisión pese a que la forense del Instituto de Medicina Legal desaconsejó su ingreso porque “tanto el cuadro cardiológico como el neuropsíquico pueden verse agravados en el medio carcelario, por el riesgo elevado y peligro para la vida del entrevistado”. Tampoco el fiscal se oponía a la suspensión, pero el tribunal, el mismo que le sentenció, la denegó porque las enfermedades que padece Isidro son “normales” y “por sí no implican padecimientos incurables”. Isidro Lozano permanece en la cárcel de Alhaurín de la Torre desde el pasado 13 de junio y el Tribunal Supremo estudia si admite a trámite el recurso de revisión.

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