Charlando con la señora Daniela: una treintena de voluntarios turolenses acompañan a personas que viven solas
El despertador de Estela Roselló suena a las seis y media de la mañana para empezar a teletrabajar a las siete. Tiene tiempo para hacer deporte, para preparar la comida y para estar con sus dos hijas, de nueve y seis años. Incluso tiene tiempo algunos días de la semana de ir a pasar un par de horas con Daniela (nombre ficticio), una señora de 73 años que reside en Teruel y sus hijos viven en la Comunidad Valenciana. Con las fronteras cerradas a cal y canto desde hace varios meses entre ambas regiones ella se encontraba sola, pero gracias al programa Acompañando-Teruel ahora tiene con quien charlar.
Acompañando-Teruel es un programa de voluntariado que tiene como objetivo detectar y ayudar a aquellas personas que se sienten solas o se encuentran en situación de vulnerabilidad. Dispone de una red de una treintena de voluntarios dispuestos a dar un paseo, charlar, tomar un café o incluso hacer la compra de quien lo necesite y atienden a unas 40 personas. “Son personas que están solas, ya sea porque no pueden ver a sus hijos o por el motivo que sea, y lo que necesitan es que los escuches”, explica Roselló.
Ella comenzó en Acompañando-Teruel el pasado mes de diciembre, cuando conoció el proyecto en redes sociales. “Me llamó la atención, me pareció muy interesante y como ahora trabajo online y tengo tiempo libre por las mañanas, pensé que era buena idea hacer algo por los demás, ya que ahora no puedo ver a mis padres porque están en otra comunidad”, relata. Así, fue hasta la Federación de Asociaciones de Vecinos de Teruel y se apuntó.
De la experiencia solo saca cosas buenas. Un intercambio de sabiduría y de valores que, en medio de tanto ruido tecnológico, en ocasiones quedan silenciados. “No nos damos cuenta de que lo verdadero importante no es comprar, ni tener muchas cosas materiales, sino las personas que tenemos alrededor, el tiempo que se nos pasa sin darnos cuenta”, indica. Recuerda de cuando conoció a Daniela que le reconoció que le gustaba mucho leer pero que se había quedado sin libros. “No se preocupe, yo le traeré”, le dijo Roselló.
Cuando los voluntarios se inscriben en el programa, tienen que decir sus gustos, su disponibilidad y las tareas que podrían hacer, para adaptar así sus horarios. Judith Soriano solamente tenía tiempo los fines de semana, por lo que era entonces cuando les llevaba la comida a un matrimonio que no salía de casa desde que estalló la pandemia del coronavirus en España. “Iba a recoger la comida a la Residencia Turia, se la llevaba y me quedaba con ellos charlando un ratico”, recuerda.
Ella se enteró de este programa porque su prima le hacía la compra a una persona de riesgo durante el estado de alarma. En ese momento todavía no se llamaba Acompañando-Teruel, sino que era ‘Aislados, pero no solos’. Ese proyecto nació con el confinamiento estricto en el mes de marzo, cuando la Federación de Asociaciones de Vecinos y el Ayuntamiento detectaron que había un buen número de personas mayores en soledad que no podían hacer sus recados. Lo cierto que este problema venía de antes, pero la situación de excepcionalidad aceleró su puesta en marcha.
La soledad de las personas mayores
Explica Pepe Polo, presidente de la Federación de Asociaciones de Vecinos de Teruel, que la problemática de la soledad de las personas mayores viene de largo. En octubre de 2019 plantearon al Ayuntamiento la puesta en marcha de un plan de acompañamiento, pero fue en marzo cuando en medio de la discusión de su encaje en los presupuestos municipales se declaró el estado de alarma y su implementación fue más que urgente. En aquel momento, ‘Aislados, pero no solos’ contemplaba varias líneas y alrededor de trescientos voluntarios, pero con la vuelta a la normalidad (y al trabajo) no pudieron seguir colaborando.
Al terminar el estado de alarma, tanto el consistorio turolense como la federación vecinal decidieron mantener el proyecto, con la nueva denominación Acompañando-Teruel. “Este es un programa que viene a complementar a los Servicios Sociales y aquellas otras entidades que también hacen activismo solidario como como Cruz Roja o Cáritas, para que las personas puedan estar lo mejor atendidas posibles”, manifiesta Polo. El Ayuntamiento de Teruel subvenciona el 80% del proyecto.
Samantha Gómez, es psicóloga, coordinadora y responsable de Acompañando-Teruel, y reconoce que todavía sigue siendo tabú el pedir ayuda por estar solo y que por culpa de este estigma es difícil conocer quién necesita ayuda. Por este motivo, desde el programa se ayudan de detectores de vulnerabilidad, que podrían ser farmacias, comercios o veterinarios. De hecho, tienen un convenio con varios de ellos para que informen a sus clientes en caso de que lo consideren oportuno.
También los Servicios Sociales y los centros sanitarios les derivan casos, muchos de ellos, con familiares en otras provincias o comunidades confinadas perimetralmente. No son solo personas mayores, son incluso jóvenes que se mudaron a Teruel con el coronavirus de por medio y por culpa de las restricciones no han podido hacer amistades. “Nosotros no excluimos a nadie, toda persona que tenga sentimiento de soledad lo entendemos y les ayudamos”, dice Gómez.
En este sentido, precisa que cuando llegan los voluntarios les hacen una pequeña entrevista para conocer su experiencia, sus gustos personales y sus aficiones, con el objetivo de intentar derivarle a una persona con intereses similares para que sea más fácil crear un lazo afectivo. “El programa se va adaptando a la situación, por lo que si hace falta se puede ir a sus casas, tomar café o hacer acompañamiento telefónico”, concluye la coordinadora.
Hacer barrio, hacer ciudad
Patricia Blasco, integradora social, forma parte del proyecto y es coordinadora de la Federación de Asociaciones de Vecinos. Destaca la importancia de promover que la gente hable con las personas de su propio barrio para detectar a las personas que se encuentran en soledad. “Poco cuesta saludar a una persona mayor, darle los buenos días y preguntarle cómo está”, señala, considerando que de esta manera se puede hacer visible una problemática invisible.
Blasco pone el foco en hacer ciudad comprando en el comercio de proximidad e interactuando con los vecinos. “Promover la participación vecina y ciudadana son esos puntos básicos, para ayudarnos entre nosotros y vivir mejor”, sostiene. En este sentido, detalla que en los pueblos de la provincia han impulsado el programa ‘La plaza suena’, para llevar cultura y acercar la vida colectiva a quienes se sienten solos más allá de la capital turolense.
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