La agonía de una histórica cooperativa afín a Coalición Canaria evidencia la crisis de la ganadería en las Islas

Un ganadero espera mientras sus vacas comen.

Iván Alejandro Hernández

Las Palmas de Gran Canaria —

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El subsector ganadero en las islas lo lleva advirtiendo de forma agónica desde hace más de un año: es imposible seguir produciendo leche si se les paga por debajo del coste de producción. El inmenso incremento del precio de la alimentación de los animales, sumado a la subida de la luz, los carburantes y otros insumos, asfixian a los ganaderos. Apenas se ha incrementado el dinero que reciben los productores por su trabajo, pese a que la Ley estatal de Cadena Alimentaria obliga a comprar por encima del coste y está para evitarlo. Pero nadie en la distribución lo cumple. Tampoco en Canarias. Desde el Gobierno regional aún no se obliga a aplicar la norma con inspecciones para impedir pagos por debajo del coste de producción y se recurre a las ayudas directas como única medida para mitigar las subidas de precio, que abocan a los ganaderos a endeudarse o incluso a sacrificar parte de sus animales para reducir gastos.

En este escenario, la Cooperativa del Campo La Candelaria ha sido un ejemplo de cómo desarrollar una actividad privada al amparo de las ayudas concedidas, sobre todo por los gobiernos de Coalición Canaria en el Cabildo de Tenerife. Y ahora, en una coyuntura de crisis, se ve abocada a retrasar hasta ocho meses el pago a los ganaderos a los que compra leche cruda para hacer quesos y otros transformados lácteos y a poner en venta sus instalaciones centrales en La Laguna, lo poco que ya le queda de patrimonio propio, para así tapar sus enormes agujeros. De hecho, en un reciente consejo rector de la sociedad se decidió poner a la venta el 75% de un solar de unos 2.200 metros cuadrados donde se ubican sus instalaciones destinadas a la comercialización, en el barrio de San Benito, casi en el centro de San Cristóbal de La Laguna. El 25% restante ya tiene como propietaria a una entidad financiera.

El acuerdo se hizo bajo firma de confidencialidad de todos los miembros del consejo y la presidenta, María Candelaria Rodríguez, niega la venta. Pero fuentes cercanas a la sociedad no solamente aseguran este punto, sino que añaden que las instalaciones de Marqués de la Celada están supuestamente embargadas por una entidad financiera de arraigo local debido a las elevadas deudas acumuladas. Las mismas fuentes señalan que el suelo está catalogado como urbano y edificable.

No es la primera vez que la sociedad prescinde de sus activos inmuebles. También ha tenido que renunciar a su fábrica de piensos en La Laguna, que vendió a Cereales Archipiélago, SA, antes de que esa instalación fuera tomada por Cajasiete. Esa compañía mercantil se creó específicamente para la operación de compraventa. También ha abandonado una explotación de recría de bovino en una finca del Cabildo de Tenerife ubicada en Fasnia y una industria y granja de fabricación láctea llamada Teisol en Santa Úrsula, que gestionó tras una inversión subvencionada y millonaria de origen público. 

Hoy está abandonada, como la explotación cercana de BioGranja. Otro fracaso de la misma cooperativa hoy convertida en herrumbre. Teisol, tras acumular ruinas, pasó a manos de la Corporación insular. Lo mismo se puede decir del proyecto de polígono ganadero en la finca de La Data, en la zona de La Esperanza. Solo hay que pasar por esos espacios para reconocer tantísimos fracasos.

La cooperativa La Candelaria se ha ido desmembrando al haber sido incapaz de hacer productivos y sostenibles en lo económico sus proyectos y actividades vinculadas a la ganadería local. Actualmente, tiene como casi única fuente de ingresos la actividad de transformación láctea de Quesería Benijos (La Orotava). Esta instalación es propiedad del Cabildo de Tenerife y permite que la sociedad la gestione mediante una concesión administrativa, que va renovando periódicamente. Pero su situación, al igual que la de gran parte del subsector en las islas, es “bastante crítica”, según ha señalado Candelaria Rodríguez

Ese panorama lo corroboran ganaderos que venden la leche a la cooperativa La Candelaria. Antonio (nombre ficticio, pues prefiere preservar su anonimato) tiene una explotación propia en la isla de Tenerife con unas 40 vacas en ordeño. Asegura que hace ocho meses que la cooperativa no le paga, a pesar de seguir recogiendo unos 700 litros cada dos días de su producción. Le abonaban unos 54 céntimos por litro, por lo que, haciendo una estimación, la deuda ascendería a unos 45.000 euros. “Nunca me había pasado algo así”, lamenta.

Antonio está a la expectativa porque dice que le han prometido que sus pagos se arreglarán. Va “escapando” gracias a las ayudas públicas. Pero tiene claro que la fecha límite de su paciencia es final de año: “Si esto no cambia, yo me quito los animales, me quedo un par de becerros de engorde y nada más, esto se acaba”, 

¿Y por qué no vende a otros compradores? “¿A quién? Si no hay más”, apunta Antonio. Además de la cooperativa, tan solo la antigua Danone compra leche cruda local para producir unos determinados lácteos. Esta industria y pocas más. Además, a esto se ha sumado que grandes cadenas de distribución alimentaria han retirado de sus lineales marcas canarias de quesos, dejando su propia marca blanca y ofreciendo a las industrias locales seguir, pero con rebajas en el precio o produciendo para sus marcas de distribución. La oferta de Quesería Benijos es una de las que ya no está en esos supermercados, de máxima implantación en Tenerife.

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