elDiario.es Cantabria lanza la sección 'Mujeres en el deporte'. Este nuevo blog busca dar visibilidad al papel de la mujer en el deporte, a través de entrevistas y reportajes, con el objetivo de contribuir a lograr la igualdad en este ámbito. Cuenta con el apoyo de la Dirección General de Deporte y Vicepresidencia del Gobierno de Cantabria y de la Sociedad Regional de Educación, Cultura y Deporte. Gobierno de Cantabria.
Berta Betanzos y los sueños cumplidos de una olímpica: “Nosotras tenemos que demostrar un poquito más para que se tenga en cuenta nuestra opinión”
Berta Betanzos (Santander, 1988) ha vivido dos Juegos Olímpicos, pero a la hora de elegir un momento de su amplia trayectoria deportiva que recuerde con especial cariño le viene a la cabeza su primer Campeonato del Mundo Juvenil. Es del tipo de vivencias que, aun sin tener ningún aspecto especialmente destacable, acaban ocupando un lugar especial en la memoria. Quizá porque se tienden a idealizar las primeras veces o porque “no teníamos muchas expectativas y luego las condiciones fueron perfectas: agua cristalina, viento perfecto... todo muy idílico”, rememora la exregatista.
La historia de la deportista cántabra con la vela comenzó cuando tenía 12 años, aunque reconoce que no fue amor a primera vista. “Inicialmente me gustaba, pero tampoco era mi pasión. A mí lo que me encantaba era el deporte en general”, cuenta. De hecho, jugaba también al hockey hierba hasta el deportista olímpico Alejandro Abascal vio en la regatista, que en aquel momento tenía 17 años, una serie de cualidades que podían llevarla al máximo nivel.
“La verdad es que no era algo que yo me hubiera planteado previamente, pero pensar que podía llegar a unos Juegos Olímpicos en ese deporte me hizo decantarme”, comparte en conversación con elDiario.es. Fue tan solo el principio de un sueño que la cántabra vería cumplido primero en Londres (2012) y más adelante en Río de Janeiro (2016). Si bien, como suele ocurrir cuando las fantasías se convierten en realidad, alcanzar su aspiración se tornó también en uno de los mayores desafíos en su carrera deportiva.
Berta cerró su primer ciclo olímpico junto a Tara Pacheco con un décimo puesto que les supo a poco, sobre todo porque a pesar del resultado está convencida de que tenían la capacidad de ganar. “Sabíamos que había pequeñas cosas que no se habían trabajado bien y que no permitieron que como equipo diéramos el 100%, aunque individualmente sí lo hiciésemos. El equipo era más potente de lo que pudo demostrar en esos Juegos”, asegura la exregatista. Así, su sentimiento respecto a Londres se encuentra en un limbo entre el orgullo por la certeza de haber dado todo lo que podían en ese momento y la pena de no haber hecho justicia a su verdadera capacidad.
No descarta que, incluso con una situación diferente, el resultado hubiese sido el mismo. Sin embargo, para Berta estas Olimpiadas son también la prueba de que hasta de los momentos malos se desprenden aspectos positivos. Aunque a veces sea necesaria la distancia que solo el paso del tiempo puede aportar y que le ha llevado a darse cuenta de que “al final no era cuestión de trabajar más ni de meter más horas. Igual que otras veces te salen las cosas, ese era uno de esos momentos en los que tú sigues dándolo todo igual que siempre y no te sale”, reflexiona.
“Tú trabajas para ello y hay veces que de repente las cosas salen, fluyen, y sin querer en esos momentos no lo valoras porque ha sido relativamente fácil. Sacrificas muchas cosas, pero sabes que has trabajado y has obtenido tus resultados, das por hecho que tiene que ser así. Después de Londres me di cuenta de que no”. Por eso se decidió a intentar disfrutar cada momento todo lo posible y la experiencia en los Juegos de Río fue bastante diferente.
En parte, porque para ellos sí que realizó un trabajo a nivel psicológico que defiende que habría solucionado también muchas de las circunstancias que fueron problemáticas en Río. “Te puede dar herramientas muy valiosas. Como equipo, te aporta mucho porque siempre va a haber desavenencias, distintas opiniones y formas de ver las cosas. Por eso es bueno que haya siempre alguien que sea capaz de analizar que, aunque tú lo ves de una manera y el otro lo vea de otra, ninguna es mejor o peor. Hay que sacar lo mejor de las dos para conseguir eso que quieres”, asegura Berta.
A veces no son aspectos extremadamente complejos, de hecho, ilustra la relevancia del papel del psicólogo deportivo con una anécdota que le permitió tomar conciencia de cómo ella misma influía en los demás sin darse cuenta. “Lo primero que me cambió fue la agenda. Me dijo que perjudicaba al equipo. Es decir, el que yo fuese corriendo todo el día afectaba a los demás. Ya no era cuestión de que a mí me generase estrés o no, sino de que no transmitía tranquilidad y repercutía en todos porque muchas veces no sé decir que no”, confiesa la exregatista. Asegura que ha mejorado en el aspecto de organizar y priorizar, sobre todo desde que es madre, pero reconoce que alguna vez sigue sobrecargándose.
Pero ni siquiera con el ritmo de vida y trabajo que lleva un deportista profesional dejó de disfrutar la vela. En gran medida se debe a que “disfruto compitiendo y preparándome para competir. El tener que ir superándote poco a poco para hacerlo cada vez mejor hace que me guste más. Me lo paso bien con esa tensión que genera la competición. También la asimilación de errores, el reconocer que hago las cosas mal y aprender de esos fallos para hacerlo mejor me motiva”, cuenta la deportista que no puede dejar de sonreír mientras recuerda su época competitiva.
Con todo, cree que en España se le llega a dar demasiado énfasis, con el consiguiente alejamiento del deporte de un sector de la población. “Hay que tener cuidado con ese aspecto competitivo que puede hacer que se pierda la esencia para algunas personas porque su forma de ver el ejercicio está más enfocada al disfrute”, advierte Berta. Sin ir más lejos, considera que la vela es una actividad con el que cualquiera que disfrute del mar y de la naturaleza puede llegar a recrearse sin necesidad de esa búsqueda de desafío.
Hasta ahora este ansia de triunfo que describe parece haberse concentrado en los hombres: “Hay chavales que desde pequeños su sueño ha sido estar en la Copa América porque es lo que han visto. Las mujeres quieren llegar a eso, pero que desde chiquitita trabajes para eso las hay, pero hay mucha menos porque al final no hay referentes. Al final ayuda a decir: ‘Ah, que realmente puedo hacerlo, pues voy a trabajar para ello’”, describe la exregatista.
Sin embargo, desde su perspectiva, la situación ha ido igualándose en los últimos años más a nivel de vela profesional que olímpica, donde no hay tantas diferencias más allá del número de categorías masculinas y femeninas. A pesar del aumento de mujeres en la vela, el volumen profesional aún no se termina de equiparar al de los hombres. “Es como el fútbol. Hay más chicos buenos porque hay muchísimos chavales que quieren jugar así que cuando tienes que escoger a uno está muy por encima de la media. En cambio, cuando hablamos de chicas, aunque pueden ser mejores que el chico, las probabilidades se reducen porque hay menos de donde elegir”, plantea la deportista cántabra.
“Yo nunca me he sentido discriminada”, matiza Berta. En lo que a premios económicos y apoyo federativo se refiere considera que las cantidades están muy equilibradas, lo cual no implica que no tenga una visión crítica a otros niveles. Cuando navegaba en la clase 470, época en la que consiguió el oro en el Campeonato de Europa y el Mundial de Vela en 2011, sí sentía que “si ellos decían algo tenía más peso. Es verdad que históricamente nosotras tenemos menos trayectoria y menos competencia porque la exigencia se genera cuanta más gente compite y más se eleva el nivel. Pero de alguna forma la experiencia de ellos se tenía más en cuenta”, explica Berta. La conclusión a la que llega es que, aunque la situación se encuentra en un punto de mejora continuada, “nosotras de alguna forma tenemos que demostrar un poquito más para que se tenga en cuenta nuestra opinión o nuestro criterio”, reflexiona la deportista.
Lo cierto es que Berta ha demostrado más que suficiente para ser considerada una figura indiscutible no solo del deporte cántabro, sino también olímpico. Alcanzar ese reconocimiento no está exento de una serie de sacrificios y trabajo duro que normalmente queda escondido en la recámara, lejos del ojo público. Por eso, aunque la exregatista considera que vivir de la vela podría haber sido una opción, no acababa de ser compatible con la idea que de estabilidad a la que ella aspiraba.
La retirada es una realidad inevitable para todos los deportistas, pero el conocimiento de que va a llegar no implica que la transición carezca de complicaciones. La cántabra contaba con un grado en Ingeniería Técnica Naval y estaba cursando Ciencias de Actividad Física y Deporte (CAFID) en el momento en que puso fin a su carrera deportiva. “Mucha gente te dice que por ser deportista lo vas a tener más fácil”, afirma Berta que, cuando con 30 años comenzó a mirar alguna oferta de trabajo, se dio cuenta de que todas exigían una experiencia laboral de la que ella carecía. “Si no tienes la parte profesional del resto no te abre más puerta”, asegura.
En vista de ello, la cántabra decidió apostar acabar sus estudios de CAFID porque su prioridad era formarse bien y complementar su experiencia deportiva con los correspondientes conocimientos básicos. Cuando acabó de formarse se embarcó junto a la fisioterapeuta Elena Vila en el proyecto de montar un centro de preparación física en el que continúa trabajando.
Tras un lustro retirada y viviendo la vida que tenía en mente, “puedo decir que tampoco me importaba tanto viajar, pero en ese momento no paras de hacerlo. Estás en todos los sitios, pero en ninguno a la vez. Ahora igual hecho en falta esos viajes y competir de vez en cuando. Pero todo tiene sus cosas, aprendes que todo no se puede. Pero no me quejo de mi decisión”, garantiza la deportista.
Ahora sus prioridades son otras y se ha visto inevitablemente alejada de la vela. Aunque mientras estudiaba compró un barco para seguir navegando, entre el trabajo y la llegada de su primer hijo, no le quedaba tiempo para salir a navegar y decidió venderlo. “Hay días que me sigue apeteciendo mucho, pero la realidad es que lo divertido empieza cuando consigues darle continuidad y poder navegar por lo menos todas las semanas para ir cogiendo el gusto”, comenta la exregatista.
En realidad, Berta se encuentra viviendo una etapa que tuvo la certeza de que llegaría desde que se inició en el deporte profesional y concluye: “Nunca he llegado a entender la vela como una profesión, siempre ha sido un sueño que he llevado a cabo, pero que para mí tenía un fin”.
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