“Las redes sociales democratizan la manera de llegar al público, pero también hacen que exista menos música popular”
La música tiene el poder de trascender el tiempo y de adaptarse a los cambios sin perder su esencia y Elefantes es un claro ejemplo de ello. Con tres décadas de trayectoria a sus espaldas, la banda catalana ha sabido mantenerse fiel a sus raíces mientras abraza las transformaciones del panorama musical. Desde sus primeros pasos en los años 90 hasta su actual gira aniversario, el grupo se ha destacado por su autenticidad y por crear canciones que conectan profundamente con el público.
Con un estilo que desafía las etiquetas y una pasión que se percibe en cada detalle de su trabajo, Elefantes ha dejado una marca indeleble en la música española. A lo largo de los años, han acumulado experiencias, colaboraciones de gran relevancia y momentos inolvidables que han fortalecido su carrera. Ahora, con el lanzamiento de su álbum en directo 'Elefantes y amigos - Concierto Sonorama 2023', Julio Cascán, uno de los miembros de la banda, reflexiona sobre su evolución, sus logros y los retos que plantean seguir haciendo. El grupo actuará este sábado, a partir de las 19.30 horas, en la Fundación Caja Cantabria de Santander
Empecemos por los inicios, ¿cómo fueron y cómo ha sido ese camino?
Desde los inicios han pasado 30 años, y Elefantes se mantiene bastante fiel a sus comienzos. Somos una banda pasional, artesana y que siempre se ha dedicado a hacer música con el corazón, poniendo todo nuestro mimo en todos los detalles, desde el primero al último. Eso empezó así ya desde 1994, cuando, con los medios que había en aquella época, hacíamos lo posible y lo imposible por hacer música y darnos a conocer, y lo seguimos haciendo a día de hoy. El mundo ha cambiado muchísimo, pero al final nuestra profesión sigue siendo la misma: seguir creando canciones lo mejor posible y hacerlas llegar a la gente. Sí que ha cambiado mucho todo lo que envuelve a la música. Empezamos cuando no existían redes sociales ni muchas de las cosas que hoy en día disponemos, pero lo fundamental sigue siendo igual. Internet y las redes sociales han hecho cambiar el mundo, y el de la música también.
Ahora que habla sobre las redes sociales, ¿cómo valora su impacto en la industria?
Cuando nosotros empezamos, la única manera de darse a conocer era tocando en directo, lo cual era la que más nos ha gustado siempre, aunque la menos efectiva, en realidad. Después estaban la televisión y la radio, que para acceder a ellas necesitabas tener una compañía discográfica, que era la que tenía los contactos y a la que los medios de comunicación realmente le prestaban atención para difundir la música.
Hoy en día eso ha cambiado. Ahora las redes sociales tienen un impacto tremendo, democratizando la manera de llegar al público. Cualquier banda o artista puede difundir su música de su propia mano, sin necesidad de contar con grandes corporaciones de discográficas. Esto es muy interesante, pero, a su vez, ha llevado a que cada vez exista menos la música popular, esa que antes llegaba a todo el mundo porque todos escuchábamos la misma música. Hoy día, se han creado muchísimos nichos, y diversos artistas que llegan a públicos más minoritarios. Al final, las cosas cambian, pero la música sigue teniendo la misma función.
Todo el mundo se pregunta sobre el estilo de Elefantes, ¿cuál consideraría que es?
Es una duda colectiva; nosotros tampoco nos planteamos mucho el tema de catalogarnos. Entendemos que catalogarse es encerrarse en un solo estilo. Aunque entiendo que es necesario para explicarlo a la gente, no es tan sencillo. En Elefantes hacemos música popular, o al menos es lo que intentamos, que tenga la capacidad de emocionar al oyente y que el mayor número de personas se puedan sentir identificados con nuestras canciones.
Estilísticamente, tenemos canciones que miran más al rock, otras en el pop y algunas hacia el indie, aunque no sabemos muy bien lo que significa. Al final, lo que se conoce como indie es simplemente pop-rock de toda la vida. El indie surgió como un movimiento alternativo al pop mainstream en los años 90, pero ha perdido gran parte de su significado, ya que antes el indie se refería a proyectos gestionados por la propia banda o artista desde cero. En ese sentido, siempre hemos ‘indies’. Todo lo que salía de nuestra factoría estaba nuestro sello personal de principio a fin, es un tema complejo esto de los estilos.
¿Qué ha significado colaborar con artistas de la talla de Bunbury?
Con Enrique ya habíamos perdido el miedo de alguna manera. Lo conocimos cuando fuimos a Zaragoza con el disco de ‘El Hombre Pez’. Estábamos tocando en un local de allí, y uno de los pocos asistentes que había entre el público era él. Esa misma noche se acercó a hablarnos y nos propuso producirnos el siguiente disco. Nos consiguió una compañía discográfica y nos llevó de gira con él por España, México y Estados Unidos. Le debemos muchísimo; su ayuda fue la que permitió que Elefantes siga vivo a día de hoy.
¿Existe mucha diferencia entre tocar en España y fuera? Dicho esto, ¿con cuál se queda?
Tocar dentro o fuera siempre lo mismo, en el fondo. Tocar fuera de España tiene un ‘plus’ de emoción por llevar tu música tan lejos. Es algo siempre bonito y gratificante. Impresiona mucho cuando algo que has creado tú viaja tan lejos y que haya público que va a verte y a cantar tus canciones. Pero, si tengo que elegir, me quedo con España. Me encanta tocar fuera, pero en casa siempre es algo especial.
¿Por qué el nombre de ‘Elefantes’? ¿Cómo surge?
La verdad es que no tiene un sentido profundo, no hay una idea concreta detrás del nombre. En aquellos inicios se barajaron nombres. Yo ni siquiera estaba en aquellos tiempos; fueron Jordi (batería) y Shuarma (cantante) quienes fundaron la banda, eran ellos dos solos tirando del proyecto. A Shuarma se le ocurrió el nombre, y al principio Jordi le dijo que buscara más opciones. Pero, al cabo de unos días, le dijo: ‘¿Te acuerdas que dijiste Elefantes? Ahora me gusta’.
Con los años, nos empezaron a hacer muchas preguntas sobre el nombre y nos tuvimos que inventar una respuesta que dar, pero no era la verdad. Decíamos que en la India el elefante es un animal sagrado y que la música también lo es y de ahí el nombre. Pero eso no era cierto. Realmente está bien que no tenga un sentido claro; no todo tiene por qué tener un sentido constantemente. Muchas veces, de forma inconsciente, tomamos decisiones que, aunque no le busquemos un sentido profundo, lo tienen.
‘Que yo no lo sabía’ es uno de sus éxitos con Antonio Vega, ¿qué me puede contar de esa canción?
Ese es uno de los hitos en la carrera de Elefantes. Tuvimos el honor de contar con él, y fue una experiencia emocionante. Antonio era una persona a quien hemos admirado toda la vida, porque es un compositor y cantante tremendo. Tuvimos la suerte de que nos conoció, le gustó lo que hacíamos y quiso grabar con nosotros. Un día vino a los antiguos estudios Sintonía de Madrid y pasamos el día entero con él grabando un par de canciones. Fue un momento increíble, aún se me ponen los pelos de punta al recordarlo.
Sobre su último álbum, 'Elefantes - Elefantes y amigos - Concierto Sonorama 2023', ¿Cómo surge la idea de grabarlo en directo en un festival como es el Sonorama?
No es el primer álbum que grabamos en directo, hicimos otro en el 2006 con el título de ‘Gracias’. Este segundo fue un proceso muy estresante grabarlo por la preparación y la organización que conlleva, pero luego fue emocionante y divertido. Guardamos un recuerdo muy bonito de ese día, fue uno de esos días que sale todo bien, aunque podrían haber pasado mil cosas. La grabación quedó perfecta. Después, una vez grabado, nos llevamos las pistas a nuestro estudio, y allí fue cuando yo mismo me encargué de mezclarlo y trabajar sobre eso.
¿Existe alguna colaboración que sueñan hacer que aún no hayan podido?
Hemos tenido el lujo de poder colaborar con artistas a los que admiramos y son de una enorme talla. Los artistas nacionales que más ilusión me podía haber hecho una colaboración la hemos hecho: desde Iván Ferreiro, Mikel Erentxun, Coque Malla, Lori Meyers, Love of Lesbian, Rozalén, Viva Suecia… En definitiva, hemos colaborado con todos los artistas nacionales a los que admiramos. Hay mucho talento en este país.
Mirando hacia atrás, ¿qué momento destacaría como el más especial en su carrera?
Hay muchos momentos especiales. Por ejemplo, recuerdo con mucho cariño haber tocado en el Palau de la Música Catalana en Barcelona, un espacio increíble y con gran tradición. Poder tocar en ese lugar es una meta alcanzada, algo reconfortante. También guardo un gran recuerdo de la primera vez que tocamos en Ciudad de México, fue una noche muy emotiva. Y las primeras veces que tocamos en la Sala Caracol, que salió Enrique (Bunbury) a cantar con nosotros. Son muchos los momentos entrañables que han supuesto días importantes para la banda a lo largo de estos 30 años.
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