Las ruinas que escondían enigmáticos grabados en Elche de la Sierra
El pasado aún oculta múltiples misterios. Antes de desvelar el penúltimo enigma surgido en la provincia de Albacete, leemos un texto con cerca de 250 años de antigüedad: “Al fin de la huerta en frente del pueblo por su parte meridional como a distancia de media legua existe un monte mui elevado llamado de San Blas o Miquirical que principia a elevarse en las corrientes del citado arroyo, luego tiene algunas porciones de huerta, olivar y viña, después sigue poblado con pinos, carrascos, romeros y otras matas y por último remata en peñasco seco o vivo”.
Este es el marco donde se desarrolla esta historia: Elche de la Sierra. En un lugar conocido como La Umbría se escondían unos sugerentes grabados. Ahora, el estudio de estos símbolos acaba de ser difundido en una nueva edición de la revista Al-Basit, publicada por el Instituto de Estudios Albacetenses 'Don Juan Manuel'. Los autores de este trabajo son los arqueólogos José Luis Simón, Pedro Jiménez, José María Moreno y el periodista y colaborador de este diario, José Iván Suárez, que fue quien se percató de la existencia de esta manifestación simbólica. Así, tras su documentación y análisis, acaba de publicarse 'Grabados históricos de La Umbría (Elche de la Sierra). Un análisis comparativo'.
“Pretendemos dar a conocer una serie de grabados históricos realizados sobre una construcción rural de tapial que, por su tipología y composición, parecen estar relacionados con procesos a medio camino entre la religión, la superstición y la magia en espacios ocupados por comunidades de confesión religiosa distinta a la del grupo dominante, al tiempo que propiciar la protección celestial de personas, animales y bienes”, aseguran los autores.
Los grabados se encuentran sobre una edificación en ruinas en la Peña de San Blas; rodeando esta montaña pasan los caminos de herradura que van de Yeste a Hellín, por el sur y de Riópar a Elche de la Sierra, por el norte. “Los restos conservados y visibles son dos muros de un edificio de planta rectangular”, apunta el equipo investigador y explica que también quedan unos metros de muro que podría ser una tapia singular que cerraba algún recinto anexo a los restos de la construcción.
“A tenor del tapial calicastrado conservado, la longitud y altura de las cajas, el tipo de agujas redondas y el acabado exterior consideramos que estamos ante una edificación propia de la Edad Moderna o inicios de la Contemporánea”, contextualizan los autores y lo sitúan entre los siglos XVI y XIX, un periodo en que la técnica del tapial está ampliamente documentada en la provincia de Albacete.
Sobre las paredes de estas ruinas, se conservan decenas de grabados: cruces, símbolos en forma de U o herraduras, símbolos gráficos semejantes a letras y motivos esquemáticos con posible relación figurativa. Todos fueron realizados mediante la técnica del picado. O lo que es lo mismo, se rasparon cuando la caja del tapial ya había fraguado. Pero es imposible precisar si estos singulares grabados los hizo una sola persona o un grupo. Y la gran pregunta: ¿Por qué?
Los historiadores comentan en su investigación que el estudio sobre grabados se ha centrado, sobre todo, en las fases prehistóricas. Buen número de las manifestaciones simbólicas de la actual provincia de Albacete han sido catalogadas como petroglifos. De época más reciente, “en territorio castellanomanchego, encontramos trabajos sobre grabados históricos en las provincias de Cuenca y Toledo”, especifican y destacan algunas similitudes de los grabados de La Umbría con otras manifestaciones encontradas en las Lagunas de Ruidera y la Torre de Isso. Aunque, posiblemente, “el conjunto que tenga una mayor relación es el de la Peña del Guisaero (Pozo Lorente), una estación rupestre documentada a mediados de los años 70, en el término de Casas de Lázaro”.
Afirman los autores que los grabados de Elche de la Sierra son muy “singulares” y creen que no se trata de un hecho aislado, sino que podría enmarcarse en “un conjunto de manifestaciones religiosas o, al menos, simbólicas de raigambre popular que no han sido objeto de suficiente atención investigadora desde una perspectiva histórica, al menos en las tierras albaceteñas”. No ocurre así en otras regiones.
De hecho, en áreas de Almería y Granada, Ignacio Barrera ha documentado cruces que podrían ser fechadas entre los siglos XVI y XVII. Con la consolidación del cristianismo, las cruces se convirtieron en un símbolo de mucho arraigo entre las clases populares. Un símbolo con una función mágico-religiosa, cuya intención podría ser la de purificar o cristianizar todo lo islámico, ya fueran aljibes o murallas.
“Se trata de un símbolo con connotaciones mágicas de protección y ayuda ante peligros reales o espirituales, tanto para aquellos que las tocan como para los que están cerca o quedan bajo su amparo”, relatan los investigadores y añaden que “son muy habituales entre labradores y pastores que las utilizan como herramienta para la salvaguarda de personas, bienes y ganados ante peligros naturales, meteorológicos o plagas capaces de destruir cosechas y ganados, espíritus malignos, ya sean diablos y brujas, y la propagación de enfermedades”. Hay cruces en ermitas, cementerios, puentes, humilladeros, casas particulares, corrales …
Allá donde se ponía todo el esfuerzo, la esperanza se apuntalaba con una cruz. O con decenas, como ocurre en Elche de la Sierra, acompañadas igualmente de herraduras. Curiosamente, en el municipio de la Sierra del Segura existen también cinco mojones de piedra, colocados en cada una de las entradas a la localidad, en cuya cara exterior se representa en bajorrelieve una cruz sobre peana trapezoidal al modo de calvario. Según se dijo siempre, las cruces protegerían a los vecinos de las epidemias y las guerras, muy abundantes ambas en el siglo XIX. Sea como fuere, a mediados de esta centuria, Elche ya se había independizado de Aýna; se alzaba imponente la Parroquia de Santa Quiteria y quedaba lejos aquella descripción de 1565 que hablaba de “un pequeño heredamiento de once moradores”.
Un pueblo próspero que, gracias al proceso de desamortización, había iniciado la expansión agrícola y buena muestra de ello son Las Canales, un acueducto cercano a los grabados históricos de La Umbría. Una obra hidráulica que blinca la rambla de Navas y que, tal vez, debe su nombre a las propiedades en la zona del Conde de las Navas de Amores, un título nobiliario que se remonta al reinado de Felipe V, allá por 1740. Datos que dejan aún más preguntas. Las conjeturas quedan para la imaginación.
Mientras tanto, los autores del artículo recientemente publicando, lanzan tres hipótesis sobre la función de los grabados de Elche de la Sierra. En el primero de estos supuestos, los símbolos pudieran estar relacionados con la expulsión de los moriscos y se realizarían para la purificación de los espacios. En segundo lugar, los grabados podrían vincularse a la idea de protección de la tierra y de los animales. Y en última instancia, “no queremos pasar por alto la posibilidad de que sea un modesto y popular edificio de función religiosa o tipo ermita”, comentan los investigadores. ¿Una ermita olvidada? Solo una intervención integral podría ampliar el conocimiento sobre este mágico lugar de La Umbría.
Finalmente, los historiadores confiesan que “tras este recorrido por las evidencias y posibles relaciones concluimos afirmando las escasas certezas obtenidas. Casi todas las cuestiones siguen abiertas”. Así es la historia. Abrir las puertas a más preguntas. En cualquier caso, manifestaciones simbólicas como las descubiertas en la provincia de Albacete “son documentos históricos e imagen viva de una época poco conocida más allá de las grandes líneas del saber histórico y arqueológico en la zonza de la sierra en particular y en la provincia en general”, concluyen los autores de este estudio.
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