El Ayuntamiento de Barcelona rechaza la construcción del museo Hermitage en el Puerto

El Ayuntamiento de Barcelona ha rechazado este lunes la ubicación de una franquicia del Museo del Hermitage en la Bocana Norte del Puerto, un proyecto que la ciudad arrastra desde hace siete años y que ahora desaconsejan hasta cuatro informes técnicos encargados por el consistorio que encabeza Ada Colau. Los expertos que los han elaborado muestran sus dudas “dudas sobre la idoneidad del emplazamiento”, en una zona con mucha presión turística y de acceso difícil, pero se abren a una “reformulación” en otros enclaves de la capital catalana. 

En nombre del Consistorio, la teniente de alcaldía Janet Sanz ha señalado que “si los promotores incorporan las reformulaciones del proyecto que piden los informes de los expertos y se propone un emplazamiento diferente, el Ayuntamiento estudiará el museo como cualquier otra iniciativa económica privada en la ciudad”.

Para Sanz, “los proyectos deben adaptarse a la ciudad y no la ciudad a los proyectos”, y en este sentido ha subrayado que “ninguno de los informes estratégicos sobre movilidad, urbanismo, sostenibilidad económica y cultural es positivo e identifican con más insistencia las dudas que desde la ciudad ya se habían visto”. 

De los informes urbanístico y de movilidad, Janet Sanz ha destacado que “sobre el emplazamiento, los expertos coinciden en los riesgos de seguridad, puesto que es una zona muy frágil, como se ha visto la pasada semana con el temporal, amenazada por el aumento del nivel del mar”. “Deberían alertarnos los desperfectos que han sufrido el edificio Desigual y el Hotel Vela”, ha valorado.

La intención de levantar una sucursal del Hermitage en Barcelona se conoció en 2012, cuando la Autoridad Portuaria y el Ayuntamiento entonces liderado por Xavier Trias confirmaron el interés de unos promotores privados de llevar a cabo este proyecto al lado del Hotel W. Los detalles de la iniciativa, con dinero del fondo de inversión Varia y de la empresa Cultural Developements Barcelona (del arquitecto Ujo Pallarés, ideólogo del proyecto), se dieron a conocer en 2016, pero no fue hasta 2019 cuando se hizo público que el edificio iría a cargo del arquitecto japonés y premio Pritzker Toyo Ito. 

Sin embargo, la animadversión que generaba el proyecto entre los 'comuns', que accedieron al ejecutivo municipal en 2015, frenó su puesta en marcha. El Ayuntamiento se reservó de hecho la posibilidad de vetar el proyecto a través de una cláusula pactada con la Autoridad Portuaria. Y precisamente esto ha ocurrido este lunes. Tampoco ayudó a su desarrollo el fallecimiento de quien tenía que encabezar el proyecto, el museólogo y científico Jorge Wagensberg. 

Más allá del Puerto, los informes municipales plantean como ubicaciones alternativas la parte baja del Paralelo, cercana al World Trade Center; el Parque de la Barceloneta en terrenos de la antigua Gas Natural; el edificio de las Tres Chimeneas en Sant Adrià, o la zona final de la Rambla Prim en el Fórum. Pero falta por ver que estos emplazamientos satisfagan a los promotores. 

El teniente de alcalde de Cultura, Joan Subirats, ha comentado que el informe sobre la sostenibilidad económica del Hermitage, elaborado por Eureca, constata “un exceso de optimismo” por los impulsores del museo, “con una cifra de visitantes que puede estar sobrevalorada –800.000 visitantes el primer año y 1,5 millones en pocos años–, unas perspectivas de crecimiento del 5% durante diez años consecutivos”.

Los técnicos aconsejan “elaborar escenarios presupuestarios más prudentes”, revisar los datos de valoración de las inversiones iniciales del proyecto, especialmente los referidos a la construcción del edificio.

Aunque los expertos admiten que la creación del Hermitage de Barcelona podría tener un “efecto económico remarcable”, alrededor de 21 millones de euros anules para los años 2024 y 2025, “el hecho de que sea una iniciativa con ánimo de lucro, al menos en el inicio de sus actividades, y que no disponga de una estrategia u oferta de entradas gratuitas, condiciona y limita su potencial impacto social”.