Erató Fest, Irreconciliables y Alcalá: tres festivales para alejar la poesía de la solemnidad
A mediados de septiembre, la editorial Espasa tuvo que desmentir que Rafel Cabaliere, el ganador del III Premio EspasaEsPoesía, fuera en realidad un robot. Ni el mundo editorial ni sus más de 700.000 seguidores en Instagram conocían a este poeta venezolano de 34 años. El vídeo publicado por Espasa en Twitter evidenció que Cabaliere es una persona de carne y hueso, aunque quienes han analizado sus redes sociales especulan sobre la posibilidad de que el vencedor del certamen, dotado con 20.000 euros, pueda haber comprado miles de seguidores.
Más allá de grandes premios y polémicas, existen muchas propuestas que no gozan de tanta atención mediática, pero que buscan revitalizar el panorama poético y erigirse como lugares de encuentro para nuevas voces. Pese a la incertidumbre que implica la pandemia, este mes de octubre se celebran tres festivales de poesía en diferentes ciudades de la geografía española: Erató Fest (Toledo), Irreconciliables (Málaga) y el Festival de Poesía Joven de Alcalá (Alcalá de Henares).
“Es verdad que en las dos primeras ediciones fuimos más mainstream para atraer la atención, pero ahora intentamos descubrir a autores y autoras que tienen una propuesta más allá de lo comercial”, explica a elDiario.es José Julián Uceta, director de Erató Fest, cuya tercera edición finalizó este 11 de octubre. Las actividades presenciales, que incluían recitales y conciertos en enclaves históricos como el Castillo de San Servando y el Museo Sefardí, han podido desarrollarse sin incidentes y “de forma totalmente segura”.
Desde Irreconciliables, cuya tercera edición se acaba de celebrar entre el 15 y el 18 de octubre, también han hecho una apuesta por el formato presencial, pues hay “un agotamiento de lo virtual”, señala uno de sus responsables, Ángelo Néstore, que codirige junto a Violeta Niebla. En cambio, casi la totalidad de actividades del Festival de Poesía Joven de Alcalá, cuya segunda edición tuvo que ser pospuesta por el estallido de la Covid-19 en marzo, se llevarán a cabo de forma online entre el 23 y 25 de octubre. “También es una oportunidad para que no esté limitado geográficamente ni por aforo”, defienden Andrea Abreu y Luis Díaz, directores y creadores del evento.
Celebrar y descentralizar la poesía
Estos tres festivales buscan alejarse del elitismo y la solemnidad que a menudo rodean a la poesía. “Es un bagaje oral y patrimonio cultural para cualquier persona, independientemente de su clase social”, sostiene Abreu. “Se trata de proponer el arte de manera celebratoria, como algo con lo que interaccionar y no solo contemplar, que deje un poso y no sea solo un producto consumible que termine en ese mismo instante”, opina Uceta, para quien “es muy importante el término fiesta, celebración o reunión a la hora de concebir la poesía”.
Néstore va un paso más allá: “Nos reímos mucho de la poesía y de la dignidad con la que es colocada en un pedestal, queremos romperla para que sea algo más cercano”. Irreconciliables tiene la apuesta más lúdica, basada en una poética experiencial y en la performance, con iniciativas como un freak show poético y un espectáculo drag. “Lo hacemos desde la autoironía, creo que es algo que ha tenido una repercusión sobre el público, al público tradicional que acude a recitales hemos querido sumar un nuevo público que se acerca a ver una experiencia distinta”.
Otro nexo entre los tres festivales es la reivindicación de la vida cultural fuera de “las grandes metrópolis”, como define Abreu a Madrid y Barcelona. “Es importante la descentralización del discurso, que escuchamos voces que no vengan de las grandes ciudades”, dice Uceta. “Por otra parte, ciudades como Málaga, Alcalá y Toledo son escenarios increíbles y tienen muchas posibilidades más allá de la capital”.
Néstore señala que Irreconciliables partió de una serie de autores malagueños, que nueve años atrás plantearon a las instituciones locales la creación de un festival independiente. “El hecho de que no nazca de las instituciones sino de los propios poetas nos ha permitido gestionarlo de forma más libre, aunque implique poca financiación”.
Reflexionar sobre la poesía joven
El Festival de Poesía Joven de Alcalá surgió con la idea de “generar un espacio de diálogo entre los poetas jóvenes más o menos conocidos, tanto entre sí como con el público”, explica Abreu, para quien muchas veces se invita a los poetas jóvenes a grandes festivales como “genios o monos de feria”.
“Queríamos reapropiarnos de la palabra joven porque muchas veces se subraya la juventud para avisar del lugar al que perteneces”, añade, algo con que coincide Néstore: “Hablar de poesía joven como poesía que necesita aprobación me parece erróneo”. En Alcalá no solo participan quienes destacan por ser precoces o gozar de reconocimiento en el panorama nacional. La idea es concebir un lugar donde tengan cabida escrituras más periféricas, “fuera de lo que el canon define como perfecto y adecuado”.
Abreu y Díaz presentaron con 24 años un proyecto detallado al Ayuntamiento de Alcalá. “Mucha gente piensa que hay gato encerrado, pero solo nos lo curramos, nosotros mismos pensábamos que era muy difícil que una institución acogiese una actividad así”, enfatiza Abreu.
“Usamos poesía joven como nombre para el festival, aunque no está delimitado, es tanto lo que escribe gente con muchos seguidores en redes como la que no, aunque solo se habla de las primeras”, señala Díaz, aludiendo al debate sobre calidad, redes sociales y viralidad. Abreu ahonda en la problemática de criticar la poesía por el simple hecho de estar gestada en las redes: “Simplemente son una herramienta, parece que hay miedo a que perdamos el respeto por lo canónico”.
Lo cierto es que la mayor parte de los poetas participantes en los tres eventos tienen menos de 35 años, y hay caras que se repiten en las diferentes programaciones. “Poesía joven no significa poesía homogénea, ni mucho menos poesía buena o mala. Los creadores menores de 35, edad en la que se termina la juventud según las normas sagradas de los concursos de poesía, son tremendamente diversos”, opina Rocío Acebal, ganadora del XXXV Premio Hiperión y participante en Erató y Alcalá.
“Pocas etiquetas servirían para definir a un grupo tan heterogéneo y cambiante más allá de la juventud o la geografía, y es bueno que así sea”.
Por otra parte, Rodrigo García Marina, ganador del I Premio Irreconciliables en 2017 y de otros certámenes, afirma que el mercado editorial se aprovecha de la inexperiencia de los escritores nóveles, por lo que muchas veces el sistema de premios y festivales se convierte en “un lugar tremendamente inseguro donde operan relaciones de inequidad que los poetas jóvenes no se atreven a denunciar”. “Es un pago simbólico a través del estatus en la escena, y denunciarlo muchas veces implica poner en peligro ese estatus”, asevera.
De cara a 2021, los organizadores de Irreconciliables, Erató y Alcalá continúan con la intención de generar puntos de encuentro para poetas que acaban de irrumpir en el panorama y para el público que quiera acercarse a propuestas menos comerciales. Incluso plantean dar un paso más y crear un diálogo entre los propios festivales. Andreu valora la solidaridad que se respira en esta clase de eventos: “Siento que no compiten entre sí, sino que cada festival es una celebración que no excluye a los otros”.
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