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La invasión de la avispa asiática: “El daño que hace a las abejas es la punta del iceberg”

Ejemplar de vespa velutina.

Cristina De Ahumada

Mallorca —
11 de noviembre de 2024 22:23 h

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“Se me cayó el alma a los pies”. Tomeu es apicultor desde hace una década y así es como recuerda su encontronazo con la vespa velutina, también conocida como avispa asiática, en su apiario de Galilea, Mallorca, una tarde de este pasado verano. Desde la conselleria de Agricultura, Pesca y Medio Natural de Balears lanzaron la voz de alarma en los primeros días del estío: se habían notificado, localizado y eliminado cuatro nidos de velutina en el término municipal de Palma entre abril y junio y pedían la colaboración ciudadana y de los apicultores para localizar más nidos. Hasta 21 se han retirado a fecha de hoy. Una cifra altísima que preocupa a científicos y expertos. 

Esas primeras semanas tras el aviso, Tomeu observaba con frecuencia sus nueve colmenas, con la esperanza de no detectarla. Vigilaba a sus abejas durante una hora, en distintos momentos de la jornada y diferentes días. Por la mañana, a mediodía y fue por la tarde cuando se topó con el insecto invasor. “Que no veas a la avispa asiática en tus colmenas no significa que no tengas algún nido cerca”, explica Tomeu.

Balears fue el primer territorio europeo que consiguió erradicar la avispa asiática en el año 2020. La velutina se introdujo en Francia en 2004 y supuso la primera invasión exitosa de una avispa en Europa. España la detectó por primera vez en 2010, concretamente en la localidad navarra de Amaiur. Desde entonces, causa estragos en toda la cornisa cantábrica, está asentada y extendida y su erradicación es imposible. 

Fue en octubre de 2015 cuando se confirmó su presencia en Mallorca y se retiró un nido, en Sóller. El trabajo de los años siguientes fue clave para evitar su expansión en Mallorca. Menorca, Eivissa y Formentera nunca han tenido velutina. Y así sigue a día de hoy.

En 2016 se detectaron 9 nidos en los municipios mallorquines de Sóller, Deià, Fornalutx y Bunyola. Al año siguiente, la presencia de la especie logró su pico más alto, con 21 nidos detectados en los municipios de Sóller, Deià, Fornalutx, Bunyola, Valldemossa, Esporles, Santa Maria, Lloseta y Escorca. En 2018 se detectó solo un nido, en Sóller. Al no detectar más nidos durante dos años, en otoño del 2020 se dio por erradicada. 

Volvió a confirmarse un nido en el 2021, pero ninguno en 2022 y 2023. “La principal hipótesis que manejamos es que el año pasado ya estaba la velutina de nuevo en Mallorca, pero no la detectamos”, explica Miquel Puig, gerente del Consorcio para la Recuperación de la Fauna de las Illes Balears (COFIB). 

“El material para el análisis genético es caro”

Esta teoría también la comparte Mar Leza, doctora en Biología de la Universitat de les Illes Baleares (UIB): “Pensamos que el año pasado debió pasar desapercibida, porque no es normal que de repente este año tengamos tantos nidos, pero necesitamos el análisis genético de los todos los nidos para saber si son de la misma familia o si son varias familias diferentes”. Pese a haber presentado el presupuesto para la compra del material necesario para realizar estos análisis a finales de julio, con un coste total que ronda los 11.000 euros, en estos momentos todavía no está aprobado. 

“Vamos haciendo lo que podemos, contabilizar el número de individuos de cada avispero, categorizarlos, pero no podemos empezar con los análisis genéticos porque el material es muy caro”, añade Leza. Tras darla por erradicada en el 2020, al año siguiente volvió a detectarse un nido. Gracias a esos análisis, constataron “que se trataba de una nueva entrada, que no había quedado nada de la primera invasión”, explica la bióloga.  

Vamos haciendo lo que podemos, contabilizar el número de individuos de cada avispero, categorizarlos, pero no podemos empezar con los análisis genéticos porque el material es muy caro

Mar Leza Bióloga

“La erradicación es posible, como ocurrió en el 2015, pero si no hay planificación de todo el proceso de post erradicación y una estrategia de detección temprana de la especie, después ocurre esto, que de repente un año tienes 17 nidos secundarios, ese esfuerzo debe ser sostenido en el tiempo”, manifiesta Leza.

“Llegó en el 15, en el 21 y este año otra vez, es evidente que seguirá entrando aunque la erradiquemos de nuevo, por eso hay que reforzar todas las zonas de entrada de material para hacer detecciones tempranas”, sostiene la experta en velutina. Leza explica que desarrollaron “una red de trampeo de detección temprana de especies invasoras” y detectaron “en el puerto de Alcúdia avispón europeo, que no está presente de manera natural en Baleares”. “Son redes que funcionan para evitar que estas especies invasoras se establezcan en las islas, pero el proyecto duraba tres años y sin fondos no podemos continuar”, denuncia la doctora. Quien añade que “el coste económico de que estas especies se asienten en Balears es mucho mayor que los programas de detección temprana”. 

“Si a los dos años de localizar una especie invasora no la has controlado, erradicarla es muy difícil, por eso el próximo año es clave y nosotros aquí tenemos la ventaja de que las zonas de entrada podrían estar controladas, no como ocurre en la península, que la velutina puede entrar por carretera, incluso volando de una comunidad autónoma a otra”, resalta Leza. 

El gerente del COFIB asegura que “hay buena predisposición por parte de la Conselleria para dotar de financiación el estudio genético de los nidos encontrados, pero la Administración tiene sus plazos y, a veces, son lentos”. Puig también considera que, “cuando hay una invasión de cualquier especie exótica, la primera temporada es crucial, es cuando hay que actuar con toda la firmeza y fortaleza, porque después no hay vuelta atrás”. 

“Este año ha sido una cosa extrañísima”, continúa Leza, “si lo comparamos con la invasión del 15, porque se encontró un único nido, el siguiente año 9 nidos, el siguiente 21, era algo progresivo en cuanto a número de nidos y a distancias”. Aquella primera entrada de la velutina en Balears se desarrolló con una progresión lógica en cuanto a expansión. “Los nidos estaban más cerca entre sí e iban aumentando el radio en cinco kilómetros de invasión de un año a otro, pero ahora están en zonas muy distanciadas entre sí”, argumenta la doctora. 

El gerente del COFIB explica que, de los 21 nidos localizados, 17 son secundarios, dos primarios y dos de reposición. Y los lugares donde se han detectado son muy diferentes, como el centro de Palma, Valldemossa, Banyalbufar, Calviá, Mancor, Andratx, Estellencs o Esporles. La vía de entrada de las especies invasoras en Balears son los puertos y aeropuertos.

Especies endémicas, en el punto de mira de la avispa

Benito es apicultor desde hace seis años, tiene cinco apiarios en diferentes zonas del término municipal de Calvià y en dos de sus apiarios ha habido velutina. “Una tarde vi cómo iban a las colmenas dos o tres avispas asiáticas, cada pocos minutos, tenía el nido a 200 metros del apiario”, cuenta Benito. “Y en el otro apiario donde he tenido, me avisaron los del COFIB, estaba a solo 100 metros de mis colmenas y ni las había visto”, recuerda el apicultor.

“Las abejas estaban agresivas”, detalla Benito. “Un día normal puedes pasear por el apiario sin traje, no van a picarte, pero ese día, estando a diez metros de las colmenas, ya les vi las intenciones y me puse el traje, estaban estresadas, a la defensiva y es porque estaban en alerta por los ataques de la velutina”, puntualiza el apicultor.

Un día normal puedes pasear por el apiario sin traje, no van a picarte, pero ese día, estando a diez metros de las colmenas, ya les vi las intenciones y me puse el traje, estaban estresadas, a la defensiva y es porque estaban en alerta por los ataques de la velutina

Benito Apicultor

La avispa asiática alimenta a su cría con abejas, de ahí el impacto que tiene sobre la apicultura local. “Analizamos la dieta de la velutina y vimos que el espectro de presas es de muchísimas especies”, explica Leza. “Además de abejas, vimos mantis, abejorros, hasta cucarachas y Balears es un punto caliente de biodiversidad, tenemos muchísimas especies endémicas que no viven en otro lugar del mundo y que son potenciales presas de la velutina”, detalla la científica. “Si empieza a comerse a una especie que solo tenemos aquí, el daño que puede hacer sobre esa población es muy grande”, puntualiza Leza.

Analizamos la dieta de la velutina y vimos que el espectro de presas es de muchísimas especies. Además de abejas, vimos mantis, abejorros, hasta cucarachas y Balears es un punto caliente de biodiversidad, tenemos muchísimas especies endémicas que no viven en otro lugar del mundo y que son potenciales presas de la velutina

Mar Leza Bióloga

“Las abejas de Balears no conocen otros depredadores, por eso cuando ven a esta avispa, se quedan paralizadas, sin salir de la colmena, no recogen polen ni néctar y va disminuyendo la población hasta que colapsa”, especifica la experta. Esta explica la diferencia con las abejas peninsulares: “Ellas sí que conocen otros depredadores, como el avispón europeo, han coevolucionado con ellas, pero las abejas de Balears no, y sistemas de trampeo que se pueden poner en el norte de España, no sabemos si funcionarían aquí”. 

El presidente de la Asociación Balear de Apicultores (ABA), Gerrit Parra, subraya los tres grandes inconvenientes de la presencia de velutina en las islas y lo califica de “emergencia ambiental”: “El daño que hace a las abejas melíferas es la punta del iceberg, afecta a la polinización y es un problema de salud pública”. “Sabemos que se alimenta de varios polinizadores, necesarios para que tengamos frutas y verduras y, si cae la polinización, caen nuestros cultivos”, resalta Parra. “Además, también se alimentan de frutas y las echan a perder, no se pueden comercializar, porque están picadas, mordidas”, matiza el presidente de ABA. 

10 personas muertas en Galicia

La velutina no solo provoca la muerte de las colmenas, solo en Galicia han fallecido al menos 10 personas por las picaduras de este insecto. “Es un problema de salud pública, en Galicia se han disparado las muertes por insectos desde que llegó la avispa asiática”, expone Parra. Efectivamente, se estima que en todo el país mueren 0,08 personas por millón al año por picadura de insecto y en Galicia asciende hasta 2,2. De hecho, el 75% de los ingresos por anafilaxia por picaduras de insectos en Galicia son debidos a la velutina.

ABA está formada por más de 250 apicultores. “El 95% son aficionados y tan solo un 5% se dedican a ello de forma profesional”, explica su presidente. “La cosecha de miel de esta primavera no ha sido ni buena ni mala, ha sido mediocre, pero lo más duro para las abejas ha sido el verano, con muy poca comida y mucho calor, hemos tenido mucha mortalidad de colmenas”, relata Parra. 

Precisamente, el cambio climático hace estragos entre las abejas, altera sus ciclos naturales y también alarga los de la velutina. “A estas alturas deberían estar hibernando las reinas de la avispa asiática, pero las temperaturas son más altas de lo que debería y siguen trabajando”, añade el gerente del COFIB. El último nido localizado fue hace escasos días en Estellencs. Leza explica que “en los últimos años se ha visto que en muchos sitios ya no hibernan, tienen actividad durante todo el año, porque las condiciones climáticas se lo permiten”. 

El cambio climático hace estragos entre las abejas, altera sus ciclos naturales y también alarga los de la velutina

El nido de la velutina está formado por una reina, obreras y machos. Leza explica que “el nido lo empieza en primavera una reina ponedora junto a un séquito de obreras con quienes construye el nido primario, muy pequeñito, del tamaño de una pelota de tenis”. Junto a ese séquito, hacen el nido secundario, tipo circular y puede medir entre 60 y 70 cm de altura. La bióloga añade que “ese nido llega al máximo de tamaño en otoño, que es cuando nacen los machos y las nuevas reinas, que son fecundadas para crear nuevos nidos la siguiente primavera”. “En invierno no queda nada, mueren todos, incluso la reina fundadora, pero se ha encargado de dejar entre 200 y 300 nuevas reinas para la siguiente generación, que son las únicas que sobreviven y pasarán el invierno aletargadas”, completa la doctora en Biología.

En invierno no queda nada, mueren todos, incluso la reina fundadora, pero se ha encargado de dejar entre 200 y 300 nuevas reinas para la siguiente generación, que son las únicas que sobreviven y pasarán el invierno aletargadas

Leza Bióloga

Esa hibernación la hacen, por ejemplo, bajo la corteza de los árboles. “Son imposibles de detectar y, con la llegada de la primavera, cada una de estas reinas fundará un nuevo nido, completando así el ciclo”, remata Leza. No hay estudios sobre cuántas reinas logran sacar adelante el nido con la siguiente estación, pero en Galicia, en tan solo cuatro años, pasaron de detectar una decena de nidos a localizar 10.000. El año pasado se eliminaron casi 30.000. La velutina llegó hace una década a tierras gallegas.

“Los ciudadanos detectaron más de la mitad de los nidos”

La próxima primavera será crucial para controlar la expansión de la avispa asiática en las islas y lograr, en el mejor de los escenarios, su erradicación. La colaboración ciudadana volverá a ser clave en la detección de nidos. “Los ciudadanos detectaron más de la mitad de los nidos localizados, cuántos más ojos haya mirando, más posibilidades de localizarlos, los ciudadanos fueron parte imprescindible del equipo de erradicación”, relata Leza. “No matéis avispas”, recuerda Leza que decían en la anterior campaña, “y es que cada una es un tesoro que nos ayuda a localizar el nido donde está la reina y el resto de individuos”. 

Cuando el COFIB recibe el aviso de presencia de velutina en una determinada zona, primero confirman que es positivo, “porque hay otras especies de avispas autóctonas que pueden confundir”, explica su gerente. Una vez corroborado que se trata de la especia invasora, se desplazan los técnicos de Sanidad y Control de Fauna del COFIB y trampean con cebos de pescado azul y, “si pican, ahí viene el trabajo fino y complicado, encontrar el nido”, resalta Puig. 

Los técnicos siguen a las avispas con prismáticos y cronometran el tiempo que emplean en salir de la trampa, dejar el cebo en el nido para alimentar a la cría y regresar a por más proteína. “Esos viajes son muy rectilíneos, la velutina optimiza su vuelo y lo hace por encima del bosque, no por dentro, baja a por el cebo, vuelve a ganar altura, vuela hasta su destino y, cuando ha llegado, desciende al nido y eso nos permite visualizarlas, digamos que recortan sobre el cielo”, explica el gerente del COFIB.

Esa manera tan peculiar y práctica de desplazarse permite a los técnicos especializados del COFIB trazar en el mapa la zona aproximada en la que se encuentra el nido, que la van acotando gracias a la colocación de nuevas trampas cada vez más cercanas al nido. La localización final es a pie y buscando entre los árboles. “A veces están en pinos muy elevados, a unos 20 o 30 metros de altura y en zonas de difícil acceso”, resalta Puig. Pese a la complejidad de la búsqueda, “en uno o dos días localizamos y quitamos el nido”, expone el gerente del COFIB.

Los resultados del estudio genético serán fundamentales para diseñar la estrategia de 2025. “Necesitamos saber cuántos focos de velutina hay para perfilar cómo actuar la próxima primavera”, afirma el gerente del COFIB. A la espera de que se apruebe el presupuesto para su estudio, será a partir de marzo cuando comience el trampeo de las nuevas reinas “en las zonas donde se detectaron nidos con un atrayente comercial químico muy específico”, añade Puig. “Hay que estar preparados si se adelanta la primavera y, una vez más, la colaboración de los ciudadanos en la detección será fundamental para detener la expansión de la velutina en Baleares”, recuerda el gerente del COFIB. Puig concluye optimista: “Volveremos a erradicarla”. 

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