Estados Unidos se plantea qué hacer con su propio 'Valle de los Caídos'
Stone Mountain es una enorme roca en mitad de la planicie de Georgia. Una mole de unos dos kilómetros de diámetro con cuyo granito se construyó la escalinata del Capitolio de EEUU y parte del canal de Panamá. Los nativos americanos han celebrado ritos en su cumbre durante milenios, pero desde principios del siglo XX es más conocida por otro tipo de ceremonias: esas llenas de antorchas y capirotes que suele hacer el Ku Klux Klan. Por eso y por el inmenso relieve que hay esculpido en su ladera oeste, a 120 metros de altura, en el que se ve a un político y a dos generales a caballo. Ninguno de ellos es una persona cualquiera.
Jefferson Davis era el presidente de los Estados Confederados de América, es decir, de los estados sureños que decidieron independizarse de los EEUU para poder mantener en la esclavitud a unos cuatro millones de afroamericanos. Los que le acompañan en el monumento son los grandes generales del Sur, Robert Lee y Stonewall Jackson, que lideraron una guerra civil que dejó unos 600.000 muertos con la esperanza de que los negros pudieran seguir siendo mercancía que se compraba y se vendía. Su causa era deleznable y los medios con los que la defendieron, terribles. Pero allí están, esculpidos en un relieve tan grande que una persona adulta cabe de pie en la boca de uno de sus caballos. El monumento más visitado del estado de Georgia.
¿Qué pinta un homenaje escultórico a tres racistas en mitad de un parque público? Eso se preguntan muchos demócratas y varios líderes de los derechos civiles, que abogan por borrar el relieve. Después de años de glorificación de la Confederación en muchos puntos de EEUU, ahora se están desmontando monumentos a lo largo de todo el país. Muchos ayuntamientos se han puesto a ello, pero en casi todos los estados del antiguo sur se han aprobado leyes para prohibirlo y el 62% de los estadounidenses prefiere dejar las cosas como están.
Algunos argumentan que esculturas como las de Stone Mountain no son una exaltación del racismo sino un simple recuerdo histórico. Como tantos otros, el monumento confederado más grande del mundo no fue esculpido durante la guerra civil estadounidense o en los años inmediatamente posteriores. Se planeó durante muchos años, entre reunión y reunión del Ku Klux Klan en su cumbre, pero el estado de Georgia no se hizo con la propiedad de la montaña hasta 1955. ¿Por qué? Como protesta porque un año antes la Corte Suprema había dicho que no se podía segregar a los niños blancos y negros en diferentes escuelas.
Nunca fue un homenaje a los tres hombres que salen en el relieve, sino al racismo y la segregación que representaron. Es como un lamento por la derrota militar que abolió la esclavitud: el gobernador de Georgia decidió abrir el parque y su polémico relieve el 14 de abril de 1965, precisamente el día en que se cumplían 100 años del asesinato de Lincoln, el presidente que abolió la esclavitud y murió por ello a manos de un fanático del Sur.
Recientemente, las autoridades han intentado una especie de solución intermedia con Stone Mountain: propusieron mantener el relieve que homenajea a los héroes confederados y añadir un memorial del líder de los derechos civiles Martin Luther King, asesinado en 1968, que había mencionado el lugar en su famoso discurso “tengo un sueño”. Sin embargo, las organizaciones de derechos civiles lo consideraron un fraude y un intento de blanquear un monumento racista sin tener que borrar el relieve. El problema es que cualquier monumento a los que lucharon para mantener la esclavitud es imposible de blanquear. Es lo que es.