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Extinction Rebellion: más de mil detenidos tras una semana de protestas contra el cambio climático en Londres

La policía arrestando a manifestantes en Oxford Circus en Londres.

Daniel Ruiz

Londres —

Hace menos de un año, Extinction Rebellion (XR) no existía. Esta semana han conseguido el primer paso que todo movimiento social siempre se propone: llamar la atención y hacerse visibles. Mientras sólo una decena de países del mundo logra cumplir, a medias, el Acuerdo de París de 2015 –España no está entre ellos– un nuevo movimiento busca que sea la presión social la que obligue a los gobiernos a tomarse en serio el calentamiento global.

Tras más de una semana de acciones, XR se encuentra en un punto clave para el futuro inmediato de la convocatoria. Según Jane Forbes, una de las portavoces del grupo, “la sensación general es que el viernes tenemos que irnos de Marble Arch (Londres) con dignidad”, aunque asegura que la idea es “causar más cortes y paros”. Sin embargo, Forbes señala que nada es seguro, ya que XR es una organización “descentralizada” en la que muchos pequeños grupos “pueden tomar decisiones por su cuenta y me temo que no puedo hablar por ellos”.

Forbes afirma que posibles objetivos como el distrito financiero, el metro o el aeropuerto de Heathrow han sido mencionados en las asambleas ciudadanas que han tenido lugar desde el lunes por la tarde y que “hay gente interesada en estos lugares”.

El movimiento se fundó en mayo de 2018, cuando un pequeño grupo de activistas consiguió que un centenar de académicos firmara un manifiesto en busca de acciones reales contra el efecto invernadero. Unos meses después, comenzaron las primeras concentraciones, pequeñas, y casi siempre centradas en provocar paros en la circulación. Hoy, para saber más, basta con encender la televisión.

“La primera fase ha sido un éxito”, dijo la organización en un comunicado publicado el lunes. “Hemos conseguido que nuestro mensaje llegue incluso a nuestro críticos”.

XR persigue tres ambiciones principales: Que el Gobierno de Reino Unido “cuente la verdad sobre el cambio climático” y que se comprometa a “acabar con las emisiones de CO2 en 2025” y a “crear asambleas ciudadanas que velen por estos cambios”.

El grupo anunció que, siendo conservadores, han registrado 30.000 nuevos miembros y dicen haber recaudado casi 345.000 euros a través de donativos que, en su mayoría, no superan los 12 euros.

Al termino de la primera semana de protestas en el centro de Londres se han producido más de mil detenciones, según cifras de la Metropolitan Police. La concentración, de ambiente festivo y pacífico, fue autorizada únicamente en Marble Arch, una de las esquinas de Hyde Park. Sin embargo, con el paso de los días se extendió a Oxford Circus, Parliament Square o Waterloo Bridge, donde se produjeron graves cortes de circulación.

Según Elise, una joven de 25 años que acudió a varios puntos de la ciudad, el ambiente en la concentración en Oxford Circus fue “muy positivo”. “En Marble Arch había personas de todas las edades, con banderas y flores. Había música y buen ambiente, y la gente estaba muy atenta a lo que los organizadores proponían,” indica Elise.

Fue en Waterloo Bridge donde la policía tuvo que emplearse a fondo para desalojar a quienes decidieron quedarse allí. La jefa del cuerpo, Cressida Dick, había advertido a los manifestantes que protestasen “de acuerdo a la ley” o, de lo contrario, que se fuesen “a casa”. Algunos de los allí concentrados se encadenaron y pegaron a los barrotes del puente con el objetivo de alargar la desocupación de la zona. No hay constancia de heridos ni en la policía, ni en los manifestantes.

“La policía nos ha tratado muy bien en comisaría,” afirma Forbes, de 63 años, añadiendo que de media los detenidos pasan entre 6 y 20 horas en dependencias de la policía de la ciudad. “Nos agradecieron que, después de más de un millar de detenciones, ningún policía haya resultado herido”, asegura la portavoz.

El secretario de Interior, Sajid Javid, ha señalado que la policía podrá aplicar toda la fuerza de la ley para actuar con quienes protesten fuera de la ley. El conservador, que se encuentra entre los favoritos para sustituir a la primera ministra Theresa May, ha afirmado que los manifestantes “no tienen derecho a complicar la vida” a aquellos que quieren ir a trabajar o a interrumpir el normal funcionamiento de los negocios de la zona.

Mientras, el alcalde laborista de Londres, Sadiq Khan, ha apoyado el carácter pacífico de la protesta, pero también ha indicado que acciones como paralizar vagones de tren podrían ser “contraproducentes”.

Durante la mañana del miércoles, tres activistas causaron leves retrasos en la línea de DLR –Docklands Light Railway– al pegarse a un tren en la estación de Canary Wharf, donde grandes bancos y firmas financieras tienen su sede.

“No se deberían causar problemas en el transporte público, sobre todo si eso es lo que pedimos a la gente cuando buscamos paliar esta emergencia por el clima,” ha aformado Khan.

Una de las últimas medidas del alcalde laborista ha sido la imposición de un impuesto de circulación en el centro de Londres que limita la entrada de automóviles que no cumplan con los estándares de emisiones mínimas.

Más de 1.500 efectivos de la policía han sido desplegados en el centro de la ciudad, que ha contado con refuerzos llegados desde otros puntos, algo que Khan ha afirmado que podría estar poniendo en jaque la lucha contra el crimen en la ciudad. Atajar el aumento en los ataques por arma blanca se ha convertido en uno de los principales objetivos de las autoridades en los últimos dos años.

Filias y fobias entre políticos y empresarios

Más allá de Javid y Khan, otros miembros de la clase política y empresarial han opinado y cubierto el movimiento con diferentes posiciones.

Mientras el alcance de la protesta ha conseguido que el Partido Verde inicie una ronda de contactos entre los partidos presentes en la Cámara de los Comunes, la diputada ecologista Caroline Lucas ha puesto en marcha también una reunión con Greta Thunberg, la joven activista sueca de 16 años que se ha convertido en la cara más reconocible del movimiento.

XR también ha encontrado apoyo en Christiana Figueres, quien fuera secretaria de Naciones Unidas para el Cambio Climático, que alentó las “valientes y poderosas” acciones en Londres. “La desobediencia civil tiene lugar cuando las injusticias se vuelven demasiado grandes,” publicó Figueres en su cuenta de Twitter.

Sin embargo, el exministro de Exteriores Boris Johnson no ha dejado pasar la oportunidad en su columna en el diario The Telegraph para mostrar su desencanto: “Estoy harto de que gente joven y guapa me diga que sus opiniones son mejores que las mías”.

Johnson ha afirmado estar a favor de que las emisiones se reduzcan a cero, en su caso en 2050, pero ha añadido que “nada de eso se va a conseguir gracias a progres bien peinados, sino a través de avances tecnológicos liderados por los Tories”.

El también exalcalde de Londres ha recordado que Reino Unido ha sido relativamente disciplinado a la hora de cumplir con los estándares de reducción de gases de efecto invernadero, al tiempo que invitaba a los convocantes a irse a China a “sermonear” sobre cambio climático.

Según el Climate Change Performance Index (CCPI) de 2019, Reino Unido se encuentra entre los países que cuenta con una mejor puntuación. El CCPI, publicado por Germanwatch, NewClimate Institute y Climate Action Network, es una herramienta para medir el compromiso de 56 países con el Acuerdo de París. Utilizando 14 indicadores como la emisión total de CO2, el uso de energías renovables y políticas sobre el clima para calcular la puntuación definitiva.

En la última medición del año, sólo 13 países, liderados por Suecia, Marruecos y Lituania, han tenido buenos resultados, pero ninguno de los 56 ha alcanzado el máximo nivel. De los cinco niveles, siendo 5 el mejor, España se encuentra en el segundo – aunque cerca del tercero–, a la cola de Europa.

En general, Europa no sale mal parada, pero otras potencias mundiales como Estados Unidos, China, Japón, Australia o Canadá dejan mucho que desear, todos integrando la lista de países que muestran una clara falta de responsabilidad.

A pesar de la defensa del ministro de Interior a los negocios y empresas que vieron su funcionamiento regular alterado por las protestas, un grupo de cabezas visibles de grandes corporaciones ha mostrado su apoyo creando la división XR Business.

El grupo se presentó en sociedad con una carta en el diario The Times firmada por Chris Davis, director de ventas de The Body Shop o el exdirector ejecutivo de Unilever Paul Polman. La misiva afirmaba que “en contra de lo que se piensa, también hay apoyo entre los empresarios a las demandas de Extinction Rebellion”.

Otras personalidades británicas como la actriz Emma Watson, el presentador de la BBC Chris Packam o la banda Massive Attack, con un concierto sorpresa, han mostrado también su apoyo acudiendo a la concentración en Marble Arch.

El martes posterior a las protestas se levantó nublado en Londres, como casi siempre, aunque cada vez menos. Quizá el Easter de sol y calor del que han disfrutado los británicos es más común de lo que parece. De hecho, el verano del año pasado, Reino Unido ya no era un gran manto verde visto desde el espacio, sino amarillo. ¿Casualidad?

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