La tercera fue la vencida para Andrés Manuel López Obrador
Se acabó la espera. La de los 12 años, la de la llegada de la izquierda, la de la noche en el Zócalo. México tiene nuevo mandatario y, como se esperaba, es “ya sabes quién”. Andrés Manuel López Obrador, el eterno candidato, logró el objetivo de su vida y ahora quiere pasar a la historia como “un buen presidente”.
Más de dos horas esperaron en el Zócalo su llegada miles de personas. La plaza, el corazón de México, se fue llenando poco a poco. Un goteo constante de mexicanos, extranjeros y vendedores de parafernalia morenista comenzó a llegar hacia las 7 de la noche.
Al son de una banda de mariachis vestidos de blanco, que tocaron hasta agotar su repertorio, las personas consultaban sin parar el móvil para ver los resultados del PREP.
Para las 11, cuando ya llevaban un rato circulando las encuestas de salida, el presidente del INE, Lorenzo Córdova, confirmó lo que todos en la plaza querían oír: Andrés Manuel López Obrador se perfila como ganador de la elección por un margen inalcanzable.
El conteo rápido del INE arrojó que el tabasqueño aventaja con un rango de votos de entre el 53 y el 53,8%, seguido de lejos por Ricardo Anaya, con entre 22,1% y 22,8%, mientras que José Antonio Meade se perfilaba con entre 15,7 y 16,3%, y Jaime Rodríguez “El Bronco”, con cerca del 5,5%.
Los seguidores del tabasqueño estaban gritando y brincando. Luis Manuel Villa tiene 45 años y fue al Zócalo con su padre, Hilario, de 85. “Llevo esperando desde que comenzó su campaña para jefe de gobierno de la ciudad; ya quería entonces que fuera mi presidente”. Padre e hijo se parecen. Ambos llevan bigote. Hilario padece una sordera avanzada y usa a su hijo como intérprete. “Él lleva esperando el cambio desde el 88, desde el fraude a Cuauhtémoc Cárdenas”. La cara del señor, surcada por arrugas y con los ojos hundidos, reflejaba la emoción del momento.
En el escenario, López Obrador ya daba su discurso. Era casi la medianoche y miles y miles de almas abarrotaban la plancha.
“Tengo que agradecerles por su confianza, desde este Zócalo. De manera soberana el pueblo de México decidió iniciar una etapa nueva de la vida pública y del país”, dijo AMLO ante un público entregado, acompañado por su segunda esposa, Beatriz Gutiérrez, y el hijo en común, Jesús Ernesto.
“La transición se dará con armonía, de manera ordenada, sin sobresaltos”, dijo mientras remarcaba varias veces la tranquilidad del cambio, en un discurso claramente conciliador. “Hablé con Peña para tener un acuerdo. Nos vemos el martes a las ocho de la mañana”, dijo sin ocultar una sonrisa. Al oír el nombre del presidente saliente, el público abucheó y coreó un “Peña fuera, Peña fuera”.
Hay que reconocer que la Administración de Peña Nieto allanó el camino a AMLO. A partir de su segundo año de gobierno, los escándalos se han sucedido uno tras otro; y el presidente pasó de ser el salvador de México, como le llamó la revista Time, a convertirse en un presidente con muy poca aceptación según las propias encuestas.
En septiembre de 2014, la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa fue un descalabro. La Casa Blanca de Angélica Rivera. Las sospechas de soborno a su titular de Pemex, Emilio Lozoya, en el caso Odebrecht. Y finalmente el “nuevo PRI” que abanderaron los ex gobernadores Roberto Borge de Quintana Roo, César Duarte de Chihuahua y Javier Duarte de Veracruz, quienes están acusados de robar dinero público, se había convertido en un monumento a la corrupción.
“Se decidió el día de hoy empezar la Cuarta Transformación, llegó la revolución de las conciencias”, continuó AMLO en el Zócalo. “Esto es para los millones de católicos, para los millones de evangélicos, los millones de librepensadores”.
Su propia filiación religiosa es un misterio. “Soy un seguidor de la vida y de la obra de Jesucristo. Jesucristo luchó en su tiempo por los pobres, por los humildes. Por eso lo persiguieron los poderosos de su época. Entonces soy en ese sentido un creyente”, comentó hace meses durante en un mitin en Tamaulipas.
López Obrador ha basado su campaña en tres conceptos que repitió hasta la saciedad: la lucha contra la “mafia del poder”, acabar con la corrupción y acabar con la pobreza. Un triángulo que le sirve para contestar a casi cualquier pregunta, aunque esta no tenga que ver.
En total fueron 15 minutos de discurso. Quince minutos para la historia de un hombre que vive para ella. Sus referentes son Benito Juárez, el único presidente indígena que ha tenido México, y Francisco I. Madero, el primer presidente tras las tres décadas de la dictadura que supuso el porfiriato.
Hay que remontarse a la década de 1930 y a Lázaro Cárdenas para encontrar a un político de izquierda tradicional al frente de México. A caballo en las encuestas, nunca con menos de 15 puntos de ventaja, y viendo a sus rivales en el retrovisor, AMLO por fin lo ha logrado. La tercera fue la vencida y ahora tendrá la batuta del país durante los próximos seis años.
La campaña contra él fue intensa y constante, pero AMLO solo ha tenido que ser AMLO. Limitarse a hacer lo que más le gusta: ir de pueblo en pueblo, de mitin en mitin; y recorrer México por enésima vez. Se ha limitado a dejarse querer por las clases populares y los llamados ‘chairos’. A seguir con su peculiar estilo de hablar. Lento, con grandes pausas entre palabras. No se puede decir que sea elocuente. Con tres campañas a la espalda, era el más conocido de los tres candidatos, y la famosa frase de “ya sabes quien” lo catapultó al éxito marketinero.
Es poético que el Zócalo sea el escenario de su triunfo, cuando fue, en 2006, donde perdió gran parte de su capital político en el histórico plantón. Ya para 2012 modificó su estrategia e inauguró —en esa campaña— el concepto de “república amorosa”.
Es fascinante cómo un hombre que lleva sin tocar el poder desde 2006 ha logrado llegar a presidente de su país. Solo un necio, solo un terco, como él mismo se define, sería capaz de escapar ocasión tras ocasión de la muerte política. Afiliado al PRI en 1976, fundador del PRD en el 1988, amo y señor de Morena desde 2012, ningún político en activo ha marcado tanto la vida nacional, ninguno ha protagonizado tres elecciones presidenciales. Ninguno es un animal tan puro como “ya sabes quien”.
“Esta campaña me ha animado más”
Berta Ariegara es otra de las simpatizantes que lleva décadas esperándolo. De 64 años e hija de refugiados de la Guerra Civil española, se define de izquierdas, sin militancia. “Él se ha ganado este fervor, esta admiración, se lo ha ganado a pulso”, dijo, “hubo un tiempo que no le tenía tanta fe, pero ahora sí creo que va a sacar el país adelante. Con él está la juventud, los que empiezan”.
Como Gustavo Sarmiento, de Córdoba, quien a sus 20 años vende desayunos en el mismo Zócalo para ganarse la vida. “He venido por curiosidad y también quería que ganara– afirma bajo su gorra– porque lleva muchos años con esto. Esta campaña me ha animado más. Me ha dado la sensación de no rendirse, de luchar por lo que queremos. Cada vez me interesa más la política”.
AMLO tendrá seis años para tratar de arreglar México o por lo menos dejarlo mejor de lo que lo encontró. Temas no le faltan. Una economía en retroceso y unos 50 millones de pobres. En los últimos 12 años van más de 200 mil asesinatos y 35 mil desaparecidos. Los ciudadanos no confían en las fuerzas del orden. Hay al menos nueve grandes cárteles, e informes hablan de cientos de bandas criminales.
“No les fallaré porque mantengo ideales y principios, que es lo que estimo más importante en mi vida. Pero también confieso que tengo una ambición legítima: quiero pasar a la historia como un buen presidente de México”, dijo para concluir, ante un público increíblemente entregado.
Finalmente, Andrés Manuel López Obrador dejará de esperar: esta vez le toca mostrar, desde la presidencia, que está a la altura de las esperanzas que suscitó entre el electorado mexicano.
A las dos de la madrugada el PREP confirmaba la tendencia prevista por el conteo rápido: AMLO tenía 52% de las preferencias, con 27,55% del conteo.