“No son atentados, son actos de guerra”
Francisco Pineda Zamorano, director de la ONGD 'Paz y Desarrollo' y asesor internacional del programa de Naciones Unidas para el Desarrollo hasta el año 2009, tiene claro que la solución al conflicto con el Estado Islámico no pasa por los bombardeos en Siria o Irak ni por la colocación de bolardos en Europa sino por una apuesta real por la integración y una respuesta desde la solidaridad con inmigrantes y refugiados.
Es la postura que plantea este fin de semana en la Universidad Verde, donde aborda este conflicto desde el punto de vista de la ecología política. El malagueño es uno de los principales conocedores de la estrategia del Estado Islámico y asegura que “tratar lo de Barcelona o lo de París como atentados es una forma de llamarlo pero lo cierto es que son actos de guerra a los que Europa responde también con otros actos de guerra”. Una visión dura que, según sus explicaciones, seguirá empeorando si nada cambia.
Para Pineda Zamorano resulta evidente que el problema no está en los inmigrantes de primera generación porque estos tienen la cabeza y el sentimiento en sus países de origen. Sin embargo, los de segunda generación ya no tienen los recuerdos vitales de sus padres pero tampoco encuentran un vínculo con el país receptor, donde además se sienten discriminados. Sólo así se explica que un 1% de los 500.000 musulmanes que hay en España estén radicalizados o en vías de radicalización. “Ese es el ejército con el que cuentan en Europa”, recalca.
“El primer error lo cometemos al decir que son cuatro chalados que atentan porque la realidad es que estamos en estado de guerra, han declarado la guerra a los infieles y a los malos creyentes y, a través de sus actos de guerra mal llamados atentados, quieren instaurar el Califato”, explica.
Con esos actos de terror consiguen difundir el pánico, poner en alerta a los Estados que dedican más dinero a la seguridad al tiempo que sus ciudadanos van perdiendo libertades, crear efectos de recesión económica (por eso atentan a puntos turísticos), elevar la moral de sus tropas que ven cada acto terrorista como una victoria de guerra y captar nuevos yihadistas a través de Facebook. “No hay que olvidar además que el muyahidin tiene una ventaja frente a cualquier otro soldado y es que no tiene miedo a la muerte”, insiste.
Por eso incide en que, por mucho que su preparación sea rudimentaria, sus actos de guerra tienen enormes efectos. “Cada vez van a preparar acciones de guerra más complejas porque en el mercado negro es muy fácil comprar un kalashnikov para matar a 200 personas en una playa o un arma bacteriológica para manipular el agua potable que beben miles de personas”, alerta, “tampoco servirán nuestros bolardos ante los 20.000 drones que ha comprado el ISIS, capaces de portar medio kilo, lo que pesa exactamente una bomba de racimo”.
LA SOLUCIÓN
Por eso tiene claro, desde su óptica de ecología política, que la solución a esta guerra no está en seguir atacando. “Sólo vemos los actos que ellos cometen aquí pero no hay que olvidar que los aliados bombardean a diario sus territorios, matando también a cientos de civiles”, recuerda.
Ante esto, tiene claro que la respuesta no es el aumento de la seguridad ni los ataques indiscriminados sino la puesta en marcha de políticas más solidarias desde la Unión Europea y los estados miembros. “Si queremos acabar con esto hay que hacer una apuesta real por la integración, dejar de lavarnos las manos haciendo que sea Turquía quien se ocupe de los refugiados dejándolos en campos de concentración, los estados tenemos mecanismos para asumir vías de entrada regladas”, explica Pineda, “sólo eliminando esa discriminación que les lleva al completo desarraigo, evitaremos que sus ejércitos sigan creciendo en Europa”.
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