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Urtaran se someterá a una cuestión de confianza para salvar los presupuestos

Urtaran se someterá a una cuestión de confianza para forzar la aprobación automática de sus Presupuestos

Iker Rioja Andueza

El alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, ha hecho uso de un resquicio de la ley electoral para salvar los presupuestos que le tumbó la mayoría del pleno de la ciudad hace solamente unos días merced a los votos negativos de PP y EH Bildu, coalición decisiva en 2015, cuando el PNV asumió la alcaldía de la capital vasca a pesar de haber quedado en tercera posición en las urnas. Urtaran, en una decisión política inédita en Vitoria, ha anunciado que se someterá a una cuestión de confianza que obligaría a ambos partidos, en el extremo ideológico, a acordar un programa y un candidato alternativo para propiciar un cambio en la ciudad. Si no lo hacen, aunque el regidor nacionalista no logre el refrendo del pleno, los presupuestos quedarán aprobados automáticamente.

Dos alcaldes de Podemos y de sus partidos afines, los de Barcelona (Ada Colau) y La Coruña (Xulio Ferreiro), han recurrido ya a este mecanismo en fechas recientes contra el bloqueo político al que se han visto sometidos. Asimismo, existe un precedente de hace unos años en la vecina San Sebastián con Odón Elorza como primer edil.

Según la ley, “se entenderá otorgada la confianza y aprobado el proyecto [presupuestario] si en el plazo de un mes desde que se votara el rechazo de la cuestión de confianza no se presenta una moción de censura con candidato alternativo a alcalde, o si ésta no prospera”. No obstante, supondrá un grave golpe político a Urtaran, ya que hoy por hoy ha perdido la mayoría que tuvo en la investidura de 2015. La votación en el pleno se producirá con toda probabilidad el viernes.

Según Urtaran, que ha comparecido arropado por todo su equipo de Gobierno, en su “balanza” pesa más el “interés general de los gasteiztarras” y que la ciudad no quede paralizada sin proyectos clave recogidos en el presupuesto como el nuevo autobús exprés y otras inversiones antes que la “imagen” debilitada de un alcalde investido en 2015 como alternativa “de cambio” a un Javier Maroto lastrado por sus polémicas palabras en torno a las ayudas sociales, los magrebíes y el fraude.

La clave política es la salida de EH Bildu del autoproclamado frente de las “fuerzas del cambio”, en el que también estaban Podemos e Irabazi (IU-Equo). Su portavoz, Miren Larrion, decidió no sumarse al presupuesto y evidenciar la minoría de Urtaran al interpretar que el pacto de 2016 fue incumplido de manera flagrante por el equipo de Gobierno, una coalición de PNV y PSE-EE. Urtaran, su partido y los socialistas, en cambio, han interpretado este giro en clave electoralista.

El Gobierno local entiende que, como el PP, dolido por el desalojo a pesar de perder las elecciones, la izquierda abertzale tiene en mente los comicios de 2019 “desde el minuto uno” después de la sesión de investidura. Para rizar el rizo, el teniente de alcalde y portavoz socialista, Peio López de Munain, ha acusado a EH Bildu de ser “el grumete del PP”.

Parece evidente que Urtaran salvará los presupuestos y preservará los proyectos de ciudad en un momento clave de la legislatura. Sin embargo, no queda claro el futuro político de Vitoria de cara a los más de dos años y medio que restan hasta las elecciones. Los puentes y las relaciones personales del PNV con su principal aliada, Larrion, han quedado dinamitados y el regidor se resiste a acercarse al PP aunque Maroto ya dejó el consistorio y el partido lo dirige ahora Leticia Comerón.

Según Urtaran, esta cuestión de confianza es “compatible” con una negociación individualizada de los proyectos estratégicos con otros partidos. Él mismo pactó un paquete de inversiones con Maroto hace unos años cuando el PP se quedó sin apoyos en el pleno municipal pasa sacar adelante sus presupuestos.

Otro problema es que el Gobierno municipal todavía tiene que presentar y aprobar otros dos proyectos presupuestarios. Técnicamente, podría volver a someterse a cuestiones de confianza para sacarlos adelante sin mayoría, aunque el coste político sería muy importante.

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