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PSOE vs Unidas Podemos: negociación de investidura y campaña electoral al mismo tiempo

Pedro Sánchez en el acto de presentación del Programa Común Progresista el martes

Irene Castro

PSOE y Unidas Podemos retomaron este jueves las conversaciones para la investidura en un clima de desconfianza total entre las partes, que miran de reojo al 10 de noviembre, la fecha marcada en rojo en el calendario para la repetición electoral si finalmente no hay acuerdo. Pedro Sánchez no descarta la nueva llamada a las urnas y el entorno de Pablo Iglesias le acusa de estar pendiente de las encuestas para tomar una decisión que incline la balanza de la negociación hacia un lado u otro. En el grupo confederal hay esperanzas de que si los sondeos pintan mal, el líder del PSOE pueda volver a la oferta de coalición del mes de julio (una vicepresidencia y tres ministerios), que hoy por hoy sería un mal menor para Unidas Podemos. Esa opción es ahora mismo una línea roja para Sánchez.

Los equipos negociadores solo estuvieron de acuerdo en una cosa en su reunión de cuatro horas y pico del pasado jueves: trasladar a la opinión pública que seguirían hablando. La pelea por el relato, que se inició prácticamente la noche electoral del 28 de abril, continúa cuatro meses después y las dos formaciones son conscientes de que el primero en levantarse de la mesa pierde la batalla del relato. El primer reparto de culpas comenzó tras la investidura fallida de julio y tiene ahora una segunda vuelta en septiembre, cuando expira el plazo para llegar a un acuerdo, antes de que el 23 se disuelvan las Cortes y arranque un nuevo proceso electoral, las cuartas generales desde 2015.

Tras el largo encuentro de este jueves, que concluyó sin avances, no hay ninguna reunión prevista. “En cuanto se pueda, es lo que quedamos”, señalan fuentes socialistas. Anoche, en el momento de redactar esta información, no se había producido ninguna cita. El margen para lograr un acuerdo va estrechándose porque el tiempo corre y la ronda de consultas del rey no puede demorarse más allá de principios de la semana del 16 de septiembre. Son los cálculos que manejan en Moncloa. Las cartas tienen que estar sobre la mesa para ese momento porque el jefe del Estado tendrá que designar de nuevo a Sánchez candidato si tiene posibilidades de salir investido del Congreso.

Unidas Podemos insiste en que la única fórmula posible es una coalición mientras que el PSOE tiene claro que antes que transigir con esa opción prefiere ir a elecciones. “Hay convicción y determinación por parte de quien está negociando de que no habrá gobierno de coalición”, expresó la portavoz del Ejecutivo, Isabel Celaá.

Mientras tanto, el PSOE ha vuelto al formato mitin con sendos actos el martes en Madrid para que Sánchez lanzara la última oferta de negociación y este sábado en Toledo para exhibir músculo municipal. Los socialistas escenificaron unidad en torno a la estrategia de su líder. “Si con 151 escaños fuimos capaces de hacer lo que hicimos en doce meses, con 165, ¿qué no podremos hacer?, ¿qué justifica que estemos bloqueados como estamos bloqueados?”, se preguntó.

La próxima semana, a punto de terminar el plazo para evitar las elecciones, Sánchez reunirá a los barones del PSOE en Logroño para celebrar el Consejo de Política Federal. Como ha sucedido este sábado, los presidentes y líderes territoriales escenificarán el cierre de filas en torno al presidente en funciones.

Entre medias, el Congreso albergará el primer Pleno ordinario de la XIII Legislatura con comparecencia de Sánchez para informar de asuntos europeos y sesión de control al Gobierno incluidas. El hemiciclo volverá a convertirse en el escenario de la confrontación electoral a doce días de que pueda las Cortes se disuelvan automáticamente por la incapacidad de los partidos de evitar las cuartas elecciones desde 2015.

Pablo Casado volverá a ejercer su puesto de jefe de la oposición aunque Albert Rivera ha intentado sin éxito arrogarse ese papel preguntando semanalmente a Sánchez, lo que el Congreso le ha impedido. Pero, sobre todo, volverá a darse otro duelo en el hemiciclo de Sánchez e Iglesias, que todavía no han fijado fecha para su encuentro. En el último Pleno extraordinario se produjo un choque total entre PSOE y Unidas Podemos, formalmente a propósito de la política de inmigración, pero que puso al descubierto las heridas entre ambos partidos.

De fondo sobrevuela la amenaza de la repetición electoral –incluso Vox ha convocado un nuevo acto en Vistalegre para el 6 de octubre– que todos dicen públicamente rechazar. Sin embargo, en el PSOE hay dirigentes que admiten preferir unos comicios ahora que más adelante tras un mandato corto e inestable, con el desgaste de la convivencia con Unidas Podemos y la amenaza de una crisis económica que muchos analistas dan por segura.

La convicción de los socialistas es que en este momento mejorarían sus resultados; que el PP subiría pero sin capacidad de articular una mayoría de derechas, que Ciudadanos se hundiría; y que Unidas Podemos aguantaría pero caería respecto al 28A.

De hecho, entre los temores del PSOE está que Iglesias acabe facilitando la investidura de Sánchez en el último momento, pero sin atarse con un acuerdo programático. Algunos de sus dirigentes apuntan a que Sánchez estaría dispuesto a rechazar una investidura 'gratis' que no garantice estabilidad a su gobierno. En Unidas Podemos sostienen que ni mucho menos están en esa jugada que los socialistas admiten que les “complicaría” el discurso.

La única esperanza del PSOE es que la presión del resto de formaciones necesarias para sacar adelante la investidura haga mella en Iglesias y en ese sentido han reforzado los mensajes en las últimas horas. “Es el grupo que falta por subirse a este acuerdo”, expresó Celaá desde la mesa del Consejo de Ministros. “Solo falta a bordo Unidas Podemos”, había dicho horas antes Adriana Lastra. “Tenemos los escaños, tenemos el programa común progresista y lo único que necesitamos, y es a lo que invito a Unidas Podemos, es a que dé un paso al frente, a que desbloquee y tengamos una investidura para una legislatura progresista y un Gobierno progresista”, reiteró Sánchez el sábado.

En esa elevación de la presión sobre Iglesias, los socialistas están, además, convencidos de que Unidas Podemos está dividido sobre qué hacer en la investidura y han optado por buscar grietas en el grupo confederal como baza para intentar que Sánchez siga en Moncloa sin pasar por las urnas. “Fue importante que hubiera un equipo negociador por parte de Unidas Podemos más cuantioso que la vez anterior y que estuvieran IU y las confluencias”, deslizó Celaá en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros. En el grupo confederal rechazan que las posibles distintas sensibilidades supongan un viraje en la estrategia.

“¿Buscar grietas en los que llamas tus ”socios preferentes“ para que acepten por la fuerza que lo propuesto hace un mes caducaba como un yogur y que te quedas con todo el gobierno como si tuvieras mayoría absoluta es negociar de buena fe? Por cierto, no las van a encontrar”, se ha preguntado Pablo Echenique en su cuenta de Twitter. Los cruces de declaraciones y reproches han vuelto a los medios de comunicación poco antes de que comience la cuenta atrás para que comience oficialmente la precampaña electoral.

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