El misterio de la 'isla de gatos' japonesa en la que desaparece la población felina
Hasta hace cinco años, en la isla japonesa de Umashima había más gatos que personas: noventa felinos frente a treinta humanos. Pero a partir de 2014 todo cambió. Según las organizaciones de bienestar animal, a partir de ese año los gatos de esta pequeña isla a 10 kilómetros de la ciudad de Kitakyushu (suroeste de Japón) comenzaron a morirse a un ritmo alarmante, hasta llegar a los 30 animales que quedan hoy. Las autoridades parecen estar ahora a punto de resolver un misterio que, según los indicios, podría tener que ver con un caso de envenenamiento masivo.
Las sospechas de intoxicación comenzaron cuando los pobladores de Umashima encontraron en varias zonas de la isla, incluyendo tierras de cultivo, trozos de pescado con una misteriosa sustancia azul. También hablaban de haber visto gatos callejeros con insuficiencias físicas evidentes.
En los últimos años, los gatos pasaban de estar perfectamente sanos a comenzar a soltar espuma por la boca y desvanecerse. Según un artículo del periódico japonés Mainichi Shimbun, en 2017 fueron hallados cinco animales cerca del puerto. Los que no agonizaban era porque ya estaban muertos.
La isla japonesa más conocida por sus gatos es Aoshima, en la prefectura de Ehime, con más de 100 animales y una proporción de seis a uno en el ratio de gatos por habitante. Pero Umashima también ha tenido siempre una gran población felina.
En el año 2014, tras escuchar muchas quejas por el olor y las molestias, una fundación local de bienestar animal castró a 79 de los 90 gatos de Umashima. Según Kunihisa Sagami, director de la fundación, esta operación no era suficiente para explicar la enorme caída de la población felina. “No es una disminución normal, no hay duda de que hay un elemento humano externo de crueldad hacia los animales”, afirma Sagami al periódico Mainichi.
El misterio pareció resolverse cuando las muertes han empezado a atraer el interés de los medios de comunicación, cuando la cadena de televisión japonesa RKB entrevistó a un hombre del lugar que aseguraba haber dejado peces contaminados con un químico agrícola en sus cultivos de patatas. Decía que lo había hecho para evitar que los cuervos arruinaran su cosecha: “Nunca fue mi intención hacer daño a ningún gato”.
Según Sachie Yamazaki, de la ONG local contra la crueldad hacia los animales Scat, la policía ya está analizando muestras de los peces para ver si hay veneno en ellos. “No hay muchos cuervos en Umashima y la comida encontrada en los campos estaba claramente destinada a los gatos”, ha dicho Yamazaki a The Guardian, tras un viaje a la isla la semana pasada.
Al parecer, los activistas han considerado la posibilidad de evacuar a los gatos que quedan y sacarlos de Umashima hasta que sea posible garantizar su seguridad en la isla.
Mientras tanto, entre la población local hay indignación por la posibilidad de que todo haya sido una agresión deliberada contra los gatos. “Estoy enfadado y triste, si hay alguien responsable de esta crueldad, tienen que dejar de hacerlo ya”, dijo al Mainichi uno de los pobladores de Umashima.
Traducido por Francisco de Zárate