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Ni es tu bandera ni soy tu juguete

Orgullo Madrid

Violeta Assiego

Ahora es Orgullo como podría ser Navidad. Ame a quien ame, en Madrid se me quiere. Las tiendas de todo a cien, las pizzerías de comida rápida, los restaurantes de mesa y mantel, los kioscos de prensa, los ultramarinos, los puestos de pipas, las pequeñas y las grandes marcas y hasta los que venden recipientes de reciclaje de vidrio… me quieren. La presunción de cis-heterosexualidad ha saltado por los aires otro año más y, durante 15 días, quienes somos bolleras, maricas, bisexuales y trans existimos.

Amemos a quien amemos, e incluso si no amamos y en el mejor de los casos solo follamos, protagonizamos este boom estacional de lo gayfriendly. Las tiendas, comercios, restaurantes, bares, negocios y medios de comunicación hacen como que se rinden a nuestros pies y están 'súper a favor' de la no discriminación. Todo es 'Orgullo Gay'. Por cierto, si quieren ser friendly, de verdad, han de saber que en el colectivo hay mucha más diversidad sexual, de género y familiar que la que abarca el término gay e, incluso, que la que las propias siglas pueden mostrar.

Estos días observo como escaparates, iconos, avatares y un montón de gente cis y heterosexual se abraza a una bandera que no es la suya y tengo la impresión de que, a la mayoría, a partir del lunes, esa bandera arcoíris les va a dar completamente igual. No detecto en ellos a esa gente aliada que trata de autoexplorarse para ver cómo participan en las violencias sutiles que sufrimos y comprender cómo sus comportamientos diarios son parte de nuestro desgaste emocional. Más bien veo un perfil de gente (también dentro del colectivo LGTBI+) que usa esta causa por propio interés y que no termina de entender en qué consiste la homofobia, bifobia y transfobia machista y patriarcal que nos relega a una ciudadanía de segunda o tercera clase los 350 días restantes del año.

Confieso que este año, la apropiación de banderas arcoíris me está resultando bien extraña. Imagino que es por lo que venimos viviendo en los últimos 14 meses sobre el valor y significado que pueden llegar a tener un color o una bandera cuando no se entiende como un simple trapo sino como un símbolo de identidad y reivindicación. De hecho, a partir de esto, veo el uso masivo de los colores y me temo que hay mucha gente que no está entendiendo nada de lo que hay detrás de la celebración del Orgullo, de lo contrario, me extraña que se enarbole esta bandera con todas las demandas que conlleva de revisión y cambio personal. Porque violencias lgtbófobas ejercemos todos y todas, sin distinción, en mayor o menor grado, y en espacios sorprendentemente cotidianos.

Mi impresión es que, este año, más que otros, ha aflorado sin pudor un 'gayfriendlismo de postín'. Uno de gente hetero y/o cis, que aprovechando esta explosión piensa en sus cuentas de balance, en los likes, en su marca personal y en los eventos donde se puede 'comer y trepar'. Una especie de todo vale con tal de que parezca o sea algo con la 'marca blanca LGBTI'.

Ojalá que, de una vez por todas, cuando pase esta feria de intereses y vanidades, podamos pararnos a pensar y reflexionar sobre los efectos de la onda expansiva de este boom de lo gayfriendly. Hay muchas lesbianas, gays, bisexuales y personas trans que tienen depositadas sus esperanzas en que esta visibilidad realmente signifique un cambio de mentalidad. Que afecte positivamente a sus vidas. Que puedan salir del armario en el trabajo, en la escuela o la familia, sin ser ignoradas, tratadas de forma prejuiciosa o directamente sin sufrir ningún daño físico y/o psicológico.

No creo que sea segregacionista pedir a los heteros y/o gente cis que, ya que os envolvéis en nuestra bandera, la ponéis en las tazas, la utilizáis de banner y como reclamo de compra en los escaparates y carrozas, hagáis con el colectivo LGTBI+ una sencilla alianza. Una alianza que podamos revisar el próximo Orgullo.

Os propongo que nos rindáis cuentas sobre hasta qué punto es verdad que os interesa y os preocupan nuestros derechos y lo que nos pasa a todas las personas LGBTI+, también a las racializadas, las migrantes, las disidentes, las trabajadoras sexuales, las no binarias, las asexuales, las que tienen diversidad funcional, las más pequeñas… Tenéis 12 meses por delante para poner de manifiesto si vuestra apariencia de gayfriendly es o no un engaño. Y entonces, el próximo 28 de junio, sabremos si podremos celebrar juntos o si, por el contrario, para vosotros solo somos un trapo más, un juguete que no os importa romper, una cuota de diversidad que os ayuda a vender y a haceros vuestra marca personal. Si fuera esto, os pediría que lo digáis, porque la verdad, como dice Gandhi, jamás daña a una causa justa. Y la nuestra, sin duda, lo es.

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