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Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Ciencia y tecnología en la ciudad democrática

Nociones Comunes

La ciudad es sede de una producción masiva y constante de información: datos de movilidad, datos de consumo, datos acerca de formas de vidas. Alrededor de estos flujos constantes de información se organiza el gobierno y de ellos se extrae valor económico. Todo ello a través de un entramado tecnológico que opera como substrato y como interfaz a la vez. Poner la cuestión de la ciudad democrática es entonces poner la cuestión de la propiedad de los datos, del poder sobre la tecnología y, por último, de la democratización de la ciencia. Esta cadena que va desde la ciudad democrática a la democratización de la ciencia resulta incomprensible si no asumimos un punto de vista, nada ortodoxo, que pone en relación -bidireccional- pensamiento científico y práctica tecnológica con el tejido social y sus transformaciones.

Dos cambios radicales se han dado conjuntamente en el campo de las ciencias y en el del tejido social. Desde el lado de la ciencia hemos pasado del estudio y el control de la materia inerte, hacia la materia viviente (biología y biotecnología) y la mente (neurociencia), mientras que en el campo social se da un cambio radical en el modo de producción de la riqueza, desde los bienes materiales a la llamada economía del conocimiento, que se acompaña con la desaparición de alguno sujetos sociales y la emergencia de otros.

En ambos casos juegan un papel fundamental las disciplinas informáticas y las ciencias de sistemas complejos. Las primeras, a través de la formalización del concepto de información y de la introducción del bit como unidad de medida, han permitido el desarrollo de algoritmos capaces de manipularla gracias a máquinas que la procesan de manera cada vez más rápida. Las segundas proporcionan modelos capaces de simular la circulación de información dentro de un sistema para estudiar su organización.

Todo esto mientras que el mundo de la producción científica atraviesa también cambios profundos como todo sector de trabajo. Hasta hace unos años la producción científica era en gran mayoría producción académica. Por lo tanto se daba dentro de una institución relativamente estable, organizada burocráticamente y que dialogaba con las instituciones del estado, tratando a la vez de mantener cierta autonomía sobre sus programas científicos. La financiarización de todo sector de producción no ha dejado de lado la producción científica, produciendo por un lado la fuga de buena parte de la investigación hacia el sector privado y por otro la precarización del trabajo de investigación. En este escenario super-competitivo de recursos escasos el único parámetro de valoración es el número de publicaciones y patentes, lo cual hace que toda producción de ciencia se organize alrededor de un único parámetro de la valorización económica.

En este cuadro, la tecnología, en tanto ciencia socializada, opera como vector de organización de la sociedad, por un lado, y como vector de extracción de riqueza por el otro. Por lo tanto, la consigna quincemayista de democracia real ya no es practicable sin un poder tecnológico distribuido y una democratización de las prácticas científicas. En este escenario los datos brutos son materia prima del ciclo de valorización de la información así como fuente a partir de poder y gobierno , por lo que se encuentran sometidos a cercamientos. Es un ejemplo el hecho de que los datos relativos a los/as pasajeros/as del transporte público en Zaragoza no están en la disponibilidad del Ayuntamiento, sino que la empresa gestora del transporte se reserva los derechos sobre ellos.

¿Cómo puede una ciudadanía decidir democráticamente acerca del transporte en su ciudad si ni los datos de desplazamiento de pasajeros son públicos? Y en esta valoración entran muchos factores, ya que la vertebración del transporte en una ciudad es unos de los responsables de la estratificación socio-económica de ésta a la vez que define el contexto de todo desarrollo social futuro.

Pero la cuestión no acaba con la publicidad de los datos. Esta información bruta necesita ser mezclada con información de naturaleza distinta (por ejemplo la renta promedio por barrio, los datos de movilidad con transporte privado, los planes urbanísticos a futuro, etc.), necesita ser procesada a través de modelos y simulaciones, los cuales producirán otra información en términos de previsión a futuro sobre la ciudad y sobre la base de esta última se podrá tomar una decisión democrática informada.

Este cambio de modelo productivo, junto al cambio de forma de gobierno, indica que la política científica, prerrogativa del estado ayer, y sometida a las finanzas hoy, tiene que pasar al nivel municipal o de federaciones entre municipios. El impulso democratizador de las candidaturas ciudadanas que han logrado hacerse con la alcaldía de muchas ciudades deberían impulsar una nueva relación con las instituciones científicas. Relaciones destinadas a conectar las demandas sociales con la programación científica y a desarrollar nuevas instituciones científicas autónomas de base municipal.

Hoy en día es el mercado y las finanzas quienes absorben la función de conexión entre  programación científica y demanda social, lo cual resulta en la reducción al mero factor económico de esta relación, multidimensional como tal por si misma multíplice. lo cual provoca la reducción de esta relación multidimensional al único factor económico.

Por contra, una política científica democrática tendría en la relación entre gobierno municipal y universidad su eje central. Así como en la producción científica financiarizada la universidad asume una función de capitalista colectivo, impulsando la creación de empresas tecnológicas a través de patentes y bases de datos privativos, en la ciudad democrática, la universidad y una constelación de laboratorios y centros de investigación autónomos concurrirían a la producción de una base común y abiertas de datos, proyectos, algoritmos y análisis que funcionarían como materia prima para la economía social del conocimiento.

Emanuele Cozzo

@ecozzo

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