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Una de las noticias más destacadas de esta última semana fue lo que denominaron los medios de comunicación como “caída histórica del paro en España”.
Si miramos las cifras, y las estadísticas, comprobamos que en el mes de diciembre de 2016 el paro registrado descendió en 86.849 por lo que, a nivel del estado, quedan 3.702.974 personas desempleados. Ciertamente, el año 2016 acaba con 390.534 personas en paro menos que las que había registradas al empezar. Cierto, también, que esta rebaja del paro en un año es la mayor que se registra en los últimos 7 años.
Hasta aquí las cuentas. Ahora empieza el cuento, porque amparándose en estos datos, Rajoy y el PP, construyen el cuento de la recuperación.
Con la frialdad de las cifras, y la frivolidad con la que se lanzan las campanas al vuelo, estos datos han servido para que el PP de Rajoy y Báñez diga que la cosa va bien, que la reforma laboral es buena y que no hay que derogarla.
Si nos vamos a otras cifras, y a otras estadísticas, vemos lo que realmente ha conseguido la reforma y las políticas laborales desarrolladas por el PP.
El mes pasado, diciembre de 2016, se firmaron en España 1.699.018 contratos laborales. De esos contratos fueron indefinidos 122.294 (el 7,2 %), el resto 1.576.724 (el 92,8%) fueron temporales.
En todo el año 2016 se firmaron en España 19.978.954 contratos. De esos contratos fueron indefinidos 1.713.262 (el 8,58 %), el resto, 18.265.692 (el 91,42 %). Un dato a señalar es que, de los indefinidos, 726.404 (el 42,3 %) son a tiempo parcial.
Estos datos nos sitúan como el 2º país de la Unión Europea con mayor temporalidad en la contratación, solamente nos supera Polonia.
En definitiva, tenemos un mercado laboral que crea empleo precario y temporal. Eso provoca una continua precarización de las condiciones laborales, una sensible devaluación de los salarios y una pérdida importante de derechos laborales.
Al mismo tiempo, y ahí están los datos también, han crecido los beneficios empresariales y ha aumentado la riqueza de quienes ya eran más ricos.
Ello significa, ni más ni menos, que la “recuperación” de la que hablan Rajoy y los suyos está desigualmente repartida. Esa “recuperación” se basa en actividades productivas que consiguen rentabilidad gracias a la utilización constante de la precariedad y la temporalidad de sus trabajadores y trabajadoras.
Añadamos a ello que tan solo el 56 % de los parados y paradas registrados tiene algún tipo de protección
No puedo acabar este comentario sin llamar la atención sobre los colectivos que más sufren las consecuencias de este modelo y que, ni siquiera en condiciones de precariedad y temporalidad, lo tienen fácil para encontrar empleo. Este sistema dificulta la empleabilidad de los y las jóvenes, las mujeres, los y las inmigrantes y los y las mayores de 50 años.
Tenemos que acabar con este cuento.
Es evidente, digan lo que digan Rajoy, los analistas económicos, las organizaciones empresariales y los medios de comunicación, que es necesario derogar la reforma laboral, recuperar derechos y cambiar de modelo productivo.
Nunca en la historia los trabajadores y trabajadoras consiguieron derechos sin exigirlos, reclamarlos y defenderlos. Cada una de las conquistas laborales y sociales fue resultado de una dura pelea con el capital y el sistema.
Para eso debemos seguir la lucha, la de siempre, la lucha de clases.
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