Elsa López dedica el Premio Canarias de Literatura a las mujeres, “las incansables, las luchadoras”
La escritora y editora palmera Elsa López ha recibido en la noche de este lunes el Premio Canarias de Literatura 2022 en el marco de la celebración del Día de Canarias que ha tenido lugar en el Teatro Guimerá de Santa Cruz de Tenerife. El galardón le fue entregado por el presidente del Ejecutivo Regional, Ángel Víctor Torres. En esta edición, el Premio Canarias de Deporte recayó en Carlas Suárez, y el de Cultura Popular en Manuel J. Lorenzo.
Elsa López dedicó el premio a las mujeres, “las incansables, las luchadoras”.
Discurso de Elsa López
Es el turno de las gracias. La hora de agradecer al gobierno de Canarias y a su presidente, a las autoridades que representan a las islas, a las amistades y familiares que nos acompañan en un día tan especial, la concesión de las medallas de oro y los Premios Canarias al deporte, la cultura popular y la literatura que nos han sido concedidos. Gracias por todo lo que nos dan unos; gracias por estar hoy aquí para recibirlos, otros.
En estos tiempos en que parece existir un pacto de silencio sobre aquello que representa lo mejor de la humanidad, sus virtudes, su historia y su memoria; cuando se considera que lo principal es callar para no tener miedo y dejar que las cosas sucedan y no removerlas para no despertar la fiera que algunos suponen existe a nuestro alrededor, un acto como éste viene a demostrarnos que todavía existe la esperanza. Hemos perdido la fe en demasiadas cosas, hemos dejado de ser generosos y todo parece malograrse, pero aún nos queda esa leve sensación de alivio que nos inunda por dentro y que crece y crece hasta llenarnos el cuerpo y hacernos alzar los pies del suelo y comenzar a volar. Ella está ahí, acurrucada y en silencio, pero está ahí. Un día nos despierta y nos levantamos y salimos a la calle y empezamos a caminar sin temor. Es un despertar extraño, como si dejáramos atrás las pesadillas y fuéramos a emprender una nueva andadura. Es el comienzo de un largo camino y quienes están hoy aquí representando la investigación, la música, la literatura, el deporte, todo lo que encierra el arte, la belleza, y los demás caminos posibles para que la humanidad siga en pie, son la respuesta que necesitamos.
Carla Suárez es una de esas respuestas. Carla transporta el escudo y la lanza con las que ganó numerosas batallas. Ella misma declara: “He tenido la fortuna de representar mi tierra por todos los rincones del mundo. Mis raíces han estado siempre presentes en el esfuerzo, sacrificio y compromiso que he puesto para desarrollar mi carrera. El nombre de las Islas Canarias siempre ha sido un motivo de orgullo personal, y he intentado transmitir los valores con el que nuestro archipiélago nos ha forjado como personas. Es un auténtico honor recibir este cariño por parte de nuestra gente y solo tengo sentimientos de agradecimiento por este galardón que hoy se nos concede”. Esas son sus palabras. Las palabras de una heroína que abandera nuestros sueños. No hay discurso más claro y esperanzador. Por ella hablo hoy y en sus palabras me veo reflejada.
Manuel Lorenzo Perera es un ilustre representante de todos aquellos que se esfuerzan por recoger, ordenar, almacenar y atesorar lo mejor de nuestras tradiciones. Es, probablemente, el mayor estudioso contemporáneo de la cultura tradicional canaria. Cultura viva depositada en sus manos y que él ha cuidado y conservado para que generaciones futuras puedan saber quiénes y cómo fueron aquellos que nos precedieron. Lorenzo Perera se ha interesado por las facetas más diversas de la realidad histórica y cultural de las Islas incluyendo el conocimiento popular sobre la naturaleza, su interpretación y aprovechamiento por el ser humano, el folclore musical y las múltiples expresiones de la cultura campesina, ganadera y pescadora. Su menester es digno del mayor aprecio y es gratificante que nos declare herederos de todo ese patrimonio.
Mi gratitud no por ser la última en expresarlo es la menos sentida. Mi voz es la voz de muchas mujeres con las que me siento identificada. Desde tiempo inmemorial han sido las mujeres las transmisoras de la cultura, las defensoras de ese bien común que les fue depositado y que fueron trasladando de generación en generación. Ellas fueron las guardianas de tales riquezas, ellas las depositarias, las transmisoras de conocimientos, lenguas, ritos y creencias. Las incansables, las luchadoras. Este premio es el premio de todas ellas. De aquellas que escriben en silencio y en la oscuridad del mundo sin ceder un ápice a su voluntad creadora; de todas las que tienen un rincón especial donde encerrarse a componer versos, historias y cuentos que ni siquiera saben cómo van a acabar o si podrán terminar algún día; de aquellas que lloran sentadas en la cocina deletreando en sus cabezas las palabras que jamás podrán pronunciar; de aquellas que se despiertan al amanecer con un capítulo nuevo en sus vidas y no podrán escribirlo o lo escribirán sin descanso entre cubos de basura, lavando la ropa o sentadas en una escalera viendo irse la vida.
A esas mujeres represento y también a aquellas que escribieron y publicaron, pero nunca formaron parte de concilios, ni de libros de texto ni de bibliotecas; a aquellas cuyos nombres se perdieron en una vieja estantería y que nadie o muy pocos leyeron; a aquellas que compusieron las mejores páginas de la historia, los mejores textos de la literatura universal y, al final, se quedaron olvidadas o silenciadas en los armarios de grandes o pequeñas editoriales y nunca pudieron ver realizados sus sueños de leer en alto, de saborear en alto las palabras que una vez fueron capaces de escribir. A todas ellas doy mi voz y con ellas comparto este premio que nos merecemos por tantos años de valentía y de esfuerzo. Porque escribir es un acto de libertad y de valentía. Sólo el tiempo dará cuenta de ello. En Los libros y la libertad Emilio Lledó escribe: “El libro es, sobre todo, un recipiente donde reposa el tiempo. Una prodigiosa trampa con la que la inteligencia y la sensibilidad humana vencieron a esa condición efímera, fluyente, que llevaba la experiencia del vivir hacia la nada del olvido”. Para luchar con esa nada mi vida ha sido un continuo caminar entre renglones escritos por múltiples autores y palabras pronunciadas por gentes de distintas ramas del saber.
Miles de preguntas, miles de silencios y respuestas sin concluir remataron nuestra infancia. La sociedad estaba condenada al silencio y sólo los libros pudieron salvarnos. No había nada semejante a aquel objeto que se deslizaba entre las manos y devorábamos con los ojos haciendo nuestras las historias y los discursos allí escritos. Nuestras cabezas se iban llenando de palabras terribles, hermosas, difíciles, incomprensibles y ligeras. Siempre útiles, siempre necesarias. Así eran las palabras que aparecían en los libros. Las palabras contenían información, emociones, mensajes, declaraciones, principios. Y así, durante años. Luego, las palabras volvieron a aparecer repletas de vida y de recomendaciones que nos sostuvieron de pie cuando todo parecía venirse abajo. Las palabras, entonces, fueron una fuente de alimentación y de esperanza. Y hoy, todavía hoy, no sabría que hacer sin ellas. Hace poco, en una entrevista declaraba que no quería quedarme nunca sin palabras, que prefería morirme antes. Y lo dije muy en serio. Ese día, ese terrible día en el que quiera encontrar la palabra y no pueda hallarla, sentiré el abismo que se abre a mis pies. Ese día me dije a mi misma que prefería morirme antes de verme así de desolada en un universo donde si no tienes palabras que bauticen lo que te rodea, donde la realidad se borra lentamente al no poder designarle un nombre que la abarque, te quedas deshabitada, mirando sin ver, sin saber, sin comprender el porqué de las cosas que te envuelven, de las personas que existen a tu lado.
Porque las palabras existen si tú las pronuncias, si las lees, si te las apropias. Así las palabras y los recipientes que las contienen, recuperan y conservan durante siglos: los libros. Los libros como un acto de fe. Los libros como un acto de libertad para muchos. Ellos caminan por sí solos y alguna vez se produce un parón en su andadura y apilados en montañas se exterminan, se queman, se olvidan durante un tiempo. Nadie se atreve a leer, a tener en su casa esa prueba peligrosa de libertad y resistencia. Pero siempre hay alguien que oculta una copia, que rescata un ejemplar, que da su vida por llevar de un escondite a otro un volumen condenado a muerte o al exilio. Y en ese instante se produce el milagro: el libro sobrevive al fuego, al odio y a la muerte. Las palabras saltan por encima de las cenizas y vuelven a aparecer reflejadas en un nuevo texto. Preguntado Agustín García Calvo por qué le interesaba tanto el lenguaje, respondió: Ahí es donde está la morada más visible de eso a lo que aludo como pueblo y que no es individuos ni conjunto de individuos. En la lengua de verdad, no hay quien mande, no hay amo que mande, no hay Dios que mande. Rotundo el poeta y filósofo zamorano. Sabía bien lo que nos quería decir. Las palabras son del pueblo. Las lenguas las hablan los individuos de cualquier pueblo del mundo y su vida es la vida de quienes habitan esos lugares.
En Guinea Ecuatorial La Casa de la Palabra tiene un sentido comunitario. Un abaá o abahá (en el idioma fang abaá significa “Casa de la Palabra”) es un recinto donde se reúne la comunidad. Los fang tienen esa casa como lugar donde se celebran reuniones, fiestas, debates, etc. En ella se toman decisiones importantes para la comunidad. Es un lugar simbólico. El lugar donde se decide lo que importa; donde se explican sucesos, acontecimientos importantes como nacimientos o muertes; donde se decide si se debe emprender un viaje o una batalla; donde lo que se pronuncia tiene el valor de las riquezas. Las palabras contienen la sabiduría y el poder del grupo que las usa. Son las palabras las que rubrican acontecimientos, desventuras o alegrías y por esa razón deben ser utilizadas con el respeto que merecen. Con el respeto y la solemnidad con que hoy me atrevo a pronunciarlas para agradecerles un premio que habla de ellas, que las propone como lugar al que debemos nuestro aplauso y nuestro reconocimiento.
Discurso de Ángel Víctor Torres
Regresamos hoy, Día de Canarias, al teatro Guimerá. Pero lo hacemos con notables y felices diferencias. Hoy el teatro está lleno, y no nos separa la mascarilla que en la última edición convivía con nosotros.
Mucho más allá que con la yema de los dedos, tocamos la normalidad añorada, y eso significa que, sin olvidar los duros momentos vividos -no debemos hacerlo-, sí es verdad que hoy la realidad se ve de otro color.
Quiero empezar agradeciendo las palabras de Elsa López, Premio Canarias de Literatura, quien ha hablado en nombre de los homenajeados.
Escribió Elsa López:
“Yo miro el horizonte, las montañas, y navego hacia otras islas”.
Y sí: todos navegamos siempre hacia esas otras islas que nombra Elsa López; hacia el pasado que adelantó el camino que hemos ido recorriendo y hacia el futuro que hay que seguir trazando para que quienes vengan tras nosotros encuentren motivos para su esperanza.
Es verdad: estos años han sido muy duros, y ha habido muchísimas preguntas de difíciles respuestas. Hemos visto crecer a nuestros hijos y nos han interrogado planteándonos por qué todo esto les ha pasado a ellos y a ellas. La pandemia, el confinamiento, no estar con sus amigos y aprender mutuamente; el porqué de una guerra.
Son preguntas y temores infantiles que también eran los nuestros, cuando no sabíamos responder en cuánto tiempo íbamos a tener una vacuna para vencer a la covid, o cuándo iba a terminar de rugir y de destruir todo lo que encontraba a su paso el volcán de La Palma, o cuándo por fin y de nuevo Europa y el mundo van a recuperar la paz.
La paz es la mayor fortaleza de la humanidad. Pero al mismo tiempo es frágil, quebradiza y tenue. Es un bien que debe ser universal y tiene que ser defendido con todas las fuerzas, y contra toda injusticia, invasión, barbarie -y hablo, sí, de Ucrania-, sin ambages ni dudas. Porque es en paz cuando la humanidad avanza, crece, y cuando se hace más digna y se fortalece.
Paz, libertad, democracia... fue lo que nos entregaron nuestros padres; idéntico derecho a ello tienen nuestros hijos.
Y el derecho a la paz se recuperará.
Es verdad, repito, que en estos años -y aún nos sucede- las cosas han venido en demasiadas ocasiones mal dadas. Ustedes -padres y madres- seguro que han hecho y siguen haciendo lo posible y casi lo imposible para darles respuestas honestas y sinceras a esas preguntas.
Y estoy seguro de que también han sido respuestas esperanzadoras que reposan sobre una certidumbre absoluta. Y es que el pueblo canario, y este año hemos de hacer mención especial al pueblo de La Palma, ha sabido afrontar los momentos más difíciles con fuerza, resistencia y solidaridad; remando hacia la orilla de esas islas que queremos construir desde el aprendizaje y con humildad ante lo que llega de manera inesperada.
E igual que a nuestros hijos e hijas, recordemos también a nuestros padres y madres, a nuestros abuelos y abuelas. A quienes de la noche a la mañana vieron que se quebraba todo su presente y no se rindieron. A quienes partieron hacia otras orillas buscando una vida nueva.
Antepasados que vivieron épocas duras como ahora padecen tantos seres humanos que huyen del hambre, de las guerras, del terrorismo, de la represión y de los efectos del cambio climático. La terrible travesía a la que se arriesgan muchas personas en el Atlántico debe hacernos recordar que también nuestros abuelos y abuelas se vieron obligados a abandonar sus islas, su hogar y su familia, incluso siendo niños.
Canarios que emigraron y otros que resistieron aquí, en los peores momentos. A todos ellos les debemos que hayamos podido vivir en unas islas con muchas más posibilidades.
Nos dieron educación, nos dieron cultura y, sobre todo, nos dieron valores, como el de la honradez y la palabra.
Y creo que en estos tres años los canarios y canarias hemos sabido volver a lo mejor de lo que nos transmitieron, y es en confiar en que íbamos a salir de las distintas dificultades.
Como ocurre en nuestros campos, hay ocasiones en que el camino se llena de neblina, pero sabemos bien que esa neblina siempre termina desapareciendo. En Canarias sabemos andar por esos caminos cuando apenas se ve nada, aunque a veces no palpemos la solución y parezca que nos gana la desconfianza.
Hay que tener precisamente confianza y avanzar, incluso a tientas, hacia lo que no conocemos, pero siempre tratando de anticipar, con nuestras decisiones y nuestros actos, las soluciones ante cada adversidad.
Ahora es quizás fácil, demasiado fácil, mirar hacia atrás desde la altura y ver lo que hemos atravesado.
Pero no debemos olvidar lo que hemos vivido para entender que, si queremos tener un mejor futuro y convertirnos en un referente económico, turístico, medioambiental, de justicia social e igualdad, Canarias debe tener una hoja de ruta: que no es otra que la Agenda Canaria 2030, que marca hitos y obligaciones: empleo justo, menos pobreza, compromiso medioambiental, igualdad. Objetivos a lograr sí o sí y cuanto antes.
Quiero dar las gracias a cada hombre y mujer de Canarias por haber llegado hasta aquí; por poder estar en este acto, en este día de celebración y fiesta, nuestra fiesta canaria, con signos de recuperación y celebrarlo con más alegría.
Y también quiero expresar -porque es de justicia-, la firme convicción de que cualquier avance y mejora económica que se dé en Canarias tiene que estar al servicio de la mayoría social, de los servicios básicos esenciales y de las personas más vulnerables.
Porque es responder -repito- a un hecho de justicia que para el curso 2022/2023 desde el Gobierno de Canarias tengamos plazas gratuitas y públicas de educación de 0 a 3 años.
Lo es que se incorporen más personas para recibir una prestación social; que se construya vivienda protegida de promoción pública; o que se habiliten este año más de 300 camas hospitalarias.
Todo ello es prioriza a quienes más necesitan.
Y si bien la incertidumbre social actual y económica global, con una injusta invasión de un pueblo libre como Ucrania por parte del Gobierno ruso, ha tenido, tiene y puede seguir teniendo repercusiones en nuestra economía, también diremos con fortaleza que lucharemos juntos para mantener ese camino de la recuperación, para avanzar hacia una Canarias mejor repartida, más justa e igualitaria.
Tenemos que mantenernos en el camino emprendido que nos ha llevado a que, por primera vez en 14 años, el paro se sitúe por debajo de las 200.000 personas. Y que, gracias a la reforma laboral reciente, más de la mitad de los contratos que se firman en Canarias sean indefinidos.
Canarias tiene ahora buenas perspectivas de crecimiento.
Pero queda camino que andar. Sin triunfalismos, porque aún hay una excesiva pobreza que erradicar, personas sin empleo a las que proteger, jóvenes que precisan certidumbres para su futuro y necesidades básicas que cubrir.
Y sin triunfalismos también -porque es imposible devolver lo que perdieron-, debemos seguir dando respuesta a la población palmera que sufrió las peores consecuencias de la erupción volcánica.
Lo haremos caminando juntos con el esfuerzo de todas las administraciones y la sociedad civil, y con una movilización de recursos sin precedentes.
La Palma saldrá adelante.
Hoy aquí, en este teatro, hemos visto una magnífica presentación que habla de la sangre de tea. Esa sangre de tea que nos han contado esta noche estaba en nuestros sueños y en nuestros genes, como si aprendiendo de nuestros pinos hubiéramos ido también sabiendo que sólo se sale adelante cuando se renace una y otra vez, aún con la ceniza y las heridas abiertas, pero confiando ciegamente en el verde que brota de nuestras entrañas, manteniendo la fe en la vida y en las islas que soñamos.
“Islas únicas y orgullosas”.
Por lo que somos: ocho maravillas naturales, con una rica cultura, una historia propia y un pueblo abierto, acogedor, cosmopolita y con personas que son referentes admirables, como es el caso de Elsa López, Premio Canarias de Literatura, una escritora de enorme calidad artística, en cuya obra brilla la isla de La Palma, y que sigue enriqueciendo con su arte nuestra memoria colectiva.
Es el caso también de Carla Suárez, Premio Canarias de Deportes, todo un ejemplo de lucha, juego limpio e igualdad. Una mujer que ha abierto el camino y ha llenado de ilusión a tantas niñas canarias que sueñan con llegar lejos.
Y Manuel Lorenzo, Premio Canarias de Cultura Popular, otro referente cuya labor de investigación ha sido esencial para rescatar y divulgar nuestras tradiciones.
Felicidades.
Y felicidades también a quienes reciben las Medallas de Oro de Canarias: a Radio Televisión Canaria, cuyo equipo supo hacer una cobertura cercana, respetuosa y veraz de la erupción de La Palma.
El Club Deportivo Tenerife, que celebra sus cien años. Un siglo de historia e identidad cargado de triunfos deportivos y deportistas de altísima calidad.
También cumple 100 años la Cooperativa Agrícola del Norte de Gran Canaria, dinamizadora de toda una comarca, que apuesta por la modernización y la formación de nuevas generaciones de agricultores.
La UNED, institución que cumple 50 años acercando los estudios universitarios a distancia, algo tan importante para un territorio fragmentado como el nuestro.
Rosa Aguilar, rectora de la Universidad de La Laguna y una de las científicas con mayor prestigio de Canarias.
El boxeador Miguel Velázquez Torres, que ha aportado tantas alegrías al deporte canario con títulos nacionales, europeos y mundiales.
El Club Maxorata de Lucha Canaria, que cumple medio siglo de vida y de defensa de este hermoso deporte en Fuerteventura.
Y, por último, otra institución como es Radio Lanzarote, que también cumple 50 años y que se mantiene como referencia informativa en la Isla de los Volcanes.
Estas personas y entidades son un ejemplo para un pueblo próspero que lucha y que avanza.
Y felicidades también para toda Canarias, pues en este 2022 se cumplen 40 años de autonomía: cuatro décadas de autogobierno, de descentralización, de gestión para Canarias y en Canarias; de esfuerzo y sudor de hombres y mujeres que dieron lo mejor de sí mismos en estos 40 años para caminar en democracia y en libertad.
Ahora es el momento de dar un paso decidido y demostrar nuestra madurez.
Es el momento de reivindicar nuestro papel protagonista de liderazgo en la nueva Europa que se está empezando a escribir; de apartar el lamento y pasar a la acción de manera determinada.
Sí, es cierto. Somos una comunidad que necesita compensar su lejanía para que su población viva en igualdad de condiciones con respecto a quienes residen en el continente. No es un hecho caprichoso. Es una realidad de justicia.
Pero siendo así, debemos también avanzar con más confianza y sin complejos. Ser nuestro propio motor y pensar más en nuestras fortalezas, para proyectarlas y defenderlas, que en nuestras debilidades.
Ser más conscientes de que tenemos verdaderos potenciales, que están muy por encima de las desventajas.
Reivindicar lo que nos corresponde.
Pero dando también valor a lo que podemos aportar.
La presidencia española de la Unión Europea comenzará en julio de 2023 y coincidirá con la presidencia canaria de la Conferencia de Presidentes de las Regiones Ultraperiféricas. Canarias, con su posición, puede y debe liderar la nueva relación de las regiones ultraperiféricas con Europa. Queremos jugar un papel decisivo en la apuesta por la transformación verde, por la sostenibilidad, por la biodiversidad y por las energías limpias, y para ello vamos a contar con fondos europeos extraordinarios.
Tenemos mejores condiciones que nadie para el desarrollo de la economía azul y la eólica marina. También aspiramos a ser punta de lanza de un turismo más sostenible. Por eso hemos hecho una propuesta decidida para que se instale en Canarias la futura Agencia Europea del Turismo. Nuestra experiencia y los datos -somos la región con más pernoctaciones de Europa- nos avalan.
Somos un plató natural sin competencia para producciones audiovisuales y nos encaminamos hacia la transformación digital. De hecho, en diciembre de este mismo año seremos sede mundial de la Conferencia Ministerial de Economía Digital de la OCDE, donde participarán representantes de 60 países y donde Canarias demostrará que mira valientemente al futuro.
Es decir, el momento es crucial y vamos a aprovechar esta oportunidad para mejorar la vida de nuestra gente, de los trabajadores y trabajadoras, de la juventud, de quienes se dedican a la investigación, del talento con mayúsculas, porque aquí lo hay.
Porque eso es una Canarias mejor y más preparada.
Después de la experiencia vivida con las duras adversidades de estos años tengo que decir, como ciudadano y como presidente, que la única forma de caminar y prosperar es con unidad, y siempre buscando las soluciones para el presente más inmediato y apostando decididamente por el futuro, sin lamentaciones ni complejos, por el futuro.
Dolores Campos Herrero escribió:
“Tropezar con un montón de charcos y escribir sobre el agua”.
Me parece que este sencillo verso refleja que la esperanza siempre ha de estar por encima de la dificultad. Fue lo último, la esperanza, que brotó de la mítica caja de Pandora, pero es ella, la esperanza, la que permite que nos enfrentemos a todos los males del mundo.
Escribir sobre el agua siempre, a pesar de las dificultades que tendremos que superar.
Como las que hemos superado.
Seguiremos trabajando y esforzándonos para alcanzar todas las utopías. Ese futuro tan necesario, esas islas que habiten nuestros hijos e hijas.
En paz, en democracia, en igualdad social, con más oportunidades, con mayor justicia.
Y lo seguiremos haciendo sobre el agua que nos une a estas ocho islas.
Para, cada día, seguir confiando y esforzándonos, con la firme mirada en el horizonte, en conseguir una Canarias mejor.
Lo conseguiremos.
Muchas gracias y feliz Día de Canarias.
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