Malena, la 'muñeca rota' que sobrevivió a los abusos sexuales que sufrió en su infancia: “Ni un niño más”
“A mí ya me violaron, me ultrajaron y me apartaron de la vida con seis años. Ahora tengo gente que me apoya y lo único que quiero es que no haya ningún niño o niña más que sufra lo que yo viví”. Con este objetivo, la superviviente tinerfeña Malena Santana se ha embarcado en la creación de una asociación en su isla que oriente y escuche a las personas que sufrieron abusos sexuales durante su infancia. En la mayoría de ocasiones, estos delitos son cometidos por personas del núcleo familiar o del entorno próximo del menor. “El hogar, la escuela, las actividades extraescolares o los centros de menores son algunos de los espacios donde pueden darse. De pequeños nos enseñan a temer al desconocido, pero son los adultos los que deben estar vigilantes en todos los entornos”, señala Inmaculada Cabrera, presidenta de la Asociación Canaria Contra el Maltrato Infantil (ACCMI) de Las Palmas de Gran Canaria. Según Save The Children, entre un 15 y un 20% de la población en España ha sido agredida sexualmente durante la infancia.
El silencio de las víctimas hace que la cifra real sea difícil de cuantificar ya que además, según esta misma organización, “un 85% de los casos no se denuncia”. Hasta el año pasado, el delito prescribía cinco años después de que la superviviente cumpliera los 18 años. Sin embargo, una reforma amplió el margen temporal para que la prescripción sea cinco años después de que la persona cumpla los 30. “El proceso entre que asimilas lo que te ha pasado y lo cuentas es muy lento, por lo que el objetivo es que no prescriban nunca, como sucede en Chile”, explica la presidenta de ACCMI.
Malena rompió su silencio por primera vez con 47 años durante una conversación con su hermana. “Al verbalizar lo que me había pasado se destruyeron los cimientos sobre los que construí mi vida y todo se desmoronó, me convertí en una muñeca rota”, recuerda. Desde entonces Santana sufre depresión, ansiedad, trastornos alimenticios y fibromialgia, por lo que tuvo que abandonar su trabajo. En esta línea, otro de los objetivos de la Plataforma Nacional de Supervivientes de Abusos en la Infancia que se está gestando en España, tal y como revela Inmaculada Cabrera, es que se reconozca la incapacidad a las víctimas si lo necesitan. “Yo ya he asimilado lo que me ha pasado, he reconocido que tengo una enfermedad y que necesito tiempo para reorganizar todo lo que quedó desordenado cuando abrí la boca. Ha sido un trabajo personal de dos años, pero la media entre las víctimas está en diez”, explica Malena Santana.
El chantaje del agresor
“Tienes que repetirte que tú no has cometido ningún delito”, aconseja la superviviente. La culpa y la vergüenza, la desconfianza, el miedo, la baja autoestima o los problemas para relacionarse con sus parejas son algunos de los impactos emocionales que tienen los abusos en la infancia sobre los supervivientes. Por su parte, el chantaje del agresor, que en un 86% de las ocasiones son hombres según Save The Children, también influye en el silencio de las víctimas. “Te dicen que si lo cuentas harás daño a tu madre o que es un secreto entre los dos”, cuenta Inma Cabrera. Unas palabras que calan en los menores ante el contexto de abuso de poder y de manipulación de sus sentimientos y necesidades. Una vez que los supervivientes se atreven a hablar, el rechazo de su entorno hacia el dolor ajeno también les condena. “Las violaciones a menores son una lacra que nadie quiere ver, pero si es desagradable escucharlo, imagínate sufrirlo y callarlo durante años”, asevera Santana.
El desconocimiento de los profesionales y la falta de dotación de los servicios especializados por parte de las administraciones públicas son otros factores que juegan en contra. En primer lugar, Malena fue atendida por una asociación de violencia de género, después por los servicios para víctimas de violencia sexual del Cabildo de Tenerife y después pidió ayuda a ACCMI, con quien asiste a sesiones de Grupos de Ayuda Mutua (GAM) en Gran Canaria cada dos semanas. De forma paralela, es atendida en el Servicio Canario de Salud que, en materia de abusos infantiles, “deja mucho que desear en materia de empatía”. En medio de una depresión, a Malena le han cambiado el médico de cabecera en cuatro ocasiones, obligándola a repetir su historia con frecuencia.
Tanto ella como Inma denuncian que también son muchas las ocasiones en las que se cuestiona el relato de las víctimas por ser niños tanto en el área sanitaria como en la Justicia. “En otras ocasiones, cuando es la madre la que denuncia que el padre es el agresor y están en medio de una separación, se usa el falso síndrome de alienación parental para culpar a la progenitora y hacer creer que es una manipulación suya”, explica la presidenta de ACCMI. El informe 'Ojos que no quieren ver' elaborado por Save The Children, revela que los procedimientos judiciales pueden prolongarse hasta tres años y que los menores se ven obligados a contar su historia más de cuatro veces. Además, “solo cuando el juez o jueza está sensibilizado y formado sobre el tema, solicita la prueba preconstituida, mediante la que el menor habla con un psicólogo especializado. Reivindicamos que sea obligatoria”, apunta Cabrera, que añade que el propósito es que se exija siempre.
El conocimiento sexual precoz o inapropiado para su edad, el aislamiento social, los cambios de humor o volver a orinarse en la cama cuando ya había dejado de hacerlo son algunos de los síntomas que presentan los menores que han sufrido abusos. La presidenta de ACCMI recomienda que, cuando haya una mínima duda, se acuda al pediatra o se llame al teléfono de la asociación para recibir asesoramiento: 669-714-565. En la web del Gobierno de Canarias pueden enviarse notificaciones a las distintas áreas (Educación, Sanidad, Servicios Sociales y Justicia) en caso de sospecha o de maltrato infantil. Sin embargo, uno de los proyectos en los que Inma y Malena están inmersas es en la creación de un Protocolo Integral de Asistencia al Maltrato Infantil que aglutine y coordine a todos los organismos públicos que intervienen en estos casos. Para ello, han mantenido ya reuniones con miembros de la Consejería de Justicia. “Yo siempre he sido defensora de las causas perdidas, ahora la causa perdida soy yo y voy a hacer todo lo que esté en mi mano para que esto no siga pasando”, concluye Malena.