'Los pibes del viento'. Un Foto_cuento de Semana Santa
Existe una estrecha relación entre la ciencia y la música que va más allá del mero disfrute de la escucha mientras se trabaja. Ambas disciplinas conectan neuronalmente a tal punto que, juntas, construyen una dupla sólida y emocionante.
Lo sé por mi sobrino y sus amigos. Una banda que se conoce desde que, con apenas siete u ocho años, coincidieron en la primera clase de vientos del conservatorio municipal. A todos los padres y madres de estos chicos les dijeron lo mismo en cuanto observaron que destacaban en la escuela por encima de la media de sus compañeros. Les sugirieron que sería buenísimo para su educación acompañar sus inquietudes y aptitudes en ciencias o matemáticas con el aprendizaje del lenguaje musical y de algún instrumento. Bendito consejo. Funcionó.
Los pibes del viento, como fueron bautizados por don Juan Salinas, su profesor de trompeta, caminan la vida juntos desde hace más de 20 años. Algunos giran con tres orquestas diferentes, otros firmaron por la filarmónica local y sólo uno, Raúl, el que toca la trompeta al costado izquierdo de la fotografía, hoy es profesor en el conservatorio donde todos aprendieron de la música y de la vida. También imparte matemáticas en un instituto público.
Por primera vez en años esta Semana Santa han vuelto a coincidir todos en la isla y se han encerrado en el sótano de mi hermana a grabar su primer disco. Querían esta foto para la portada porque fue aquella Semana Santa del 99 cuando se conjuraron para grabar, algún día, un disco de jazz. Así que ahí están: Los Coltrane, Amstrong, Gillespie, Davis, Baker y Marsalis del Barrio de San Juan. Aquel domingo de Ramos, en la Plaza de Santo Domingo, estos pibes del viento hicieron la única promesa que el tiempo cumplió porque para ellos la música es y será siempre su única religión.
El disco, en claro guiño al viento del regreso, se llamará Alisio en el País de las Maravillas… y a mí me dejan tocar un “solo” con pito murguero.
Larga vida a los Pibes del Viento.
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