Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Pasar la resaca
El viernes, por cortesía de Producciones Tudancas, asistí a un conciertazo en el New de Santander que me dejó muy buen sabor de boca. A mí y a otra treintena, porque no seríamos muchos más. No lo pude saborear plenamente, porque estaba al mismo tiempo disfrutando del punk-rap y reflexionando sobre el esfuerzo organizativo, de los músicos locales y los gastos que tenía detrás. Pero a la mañana siguiente -sería la resaca-, ya no lo entendí como otro caso aislado de escaso seguimiento de una iniciativa interesante, en este caso de ocio. Me pareció que era reflejo fiel de una realidad social más amplia, donde todo está interconectado.
El 15M supuso un “despertar colectivo” para amplios sectores de una sociedad que permanecía mayoritariamente pasiva, apolítica y derrotada. Abrió también un ciclo de movilizaciones que no se veía en años, como aquella manifestación de junio de 2011 con miles de personas recorriendo la capital cántabra durante horas. Las marchas contra las políticas del Gobierno (recortes, reforma educativa, tratados económicos internacionales…) no cosecharon logros tangibles en el corto plazo, generando un cierto desaliento que permitió canalizar de forma eminentemente electoral toda aquella indignación, como única vía visible de echar a esa casta política que hacía oídos sordos al pueblo. Pero la apuesta electoral, respetable, diría incluso que necesaria, si no es herramienta de un movimiento amplio que está detrás, con todas las dificultades del sistema liberal y todas las debilidades que tiene intrínsecamente, “no puede”, como reconocen sus propios protagonistas.
Actualmente nos encontramos en un periodo de fuerte reflujo en la movilización: muchos colectivos sociales están hibernando o “en chasis”, el sindicalismo atraviesa una profunda crisis, las movilizaciones han descendido en número y en seguimiento… Nos movemos poco, pocos, por inercia, sin análisis propios, respondiendo a los ritmos que se nos marcan desde fuera o en el calendario de “días de”, dando a “me gusta” o RT.
Y esto es gravísimo, porque sencillamente, sin un pueblo vivo y consciente, no hay democracia. Como tampoco la hay sin igualdad económica, sin Justicia, sin periodismo crítico, etcétera. Pero para que eso sea posible es en todo caso imprescindible la existencia de una comunidad informada, concienciada y activa.
No ha sido sino la sociedad organizada y movilizada la que paró el fracking, la que ahora defiende el litoral de Cueto o Las Excavadas, la que difunde nuestro folclore en festivales populares, la que frena los desahucios y garantizó el derecho a la Sanidad para los “sin papeles”. Luego los parlamentarios aprueban determinadas políticas en función de lo que la población ha defendido o asumido, pero ese trabajo de enfrentar las injusticias suele corresponder a la sociedad civil.
También ayuda a explicar el bajo momento en la movilización la desorbitada represión que estamos sufriendo, con la Delegación del Gobierno español en Cantabria, sin parangón a la hora de sancionar amparándose en la 'Ley Mordaza'. Hasta que me vi inmerso en el caso #PreguntarNoEsDelito, por el que pretenden imputarnos penas de hasta 42 años de prisión, mi madre acostumbraba a pedirme que no me “metiera en líos”. A partir de esa experiencia, la recomendación ha mutado en que no puedan siquiera “atribuirme nada”. Aunque pueda parecer que no, la represión es capaz de generar un clima de inseguridad y temor que desmoviliza e invita a posturas más cómodas. Por eso también es importante enfrentarla colectivamente.
Vienen tiempos decisivos en la lucha contra el austericidio, por cambiar el modelo imperante y combatir el giro autoritario-fascista a que nos conduce. Que cada uno busque en la memoria de sus mayores un remedio para sacar fuerzas y las emplee allí donde se sienta más cómodo y útil colectivamente. Pero hay que pasar ya esta resaca e irnos reorganizando. Sin ello, el cambio social sufre un retroceso y el poder se siente libre para cometer desmanes, aquí y en la frontera europea. Tras la resaca tiene que venir la democracia.
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