“Vamos a tener más capacidad de vacunar que el ritmo al que lleguen las vacunas”
Miguel Rodríguez (Reinosa, 1964) no se imaginaba lo que le esperaba pocos meses después de aceptar el cargo de consejero de Sanidad de Cantabria. El titular de este departamento, centro de todos los focos durante este año de pandemia, admite cansancio acumulado, pero desprende entereza para seguir adelante y convicción en la gestión llevada a cabo de la crisis sanitaria en la comunidad. Reconoce no estar preocupado por la capacidad de vacunación, sino por el ritmo de llegada de las vacunas, en las que toda la sociedad tiene depositada la confianza para acabar con la COVID-19 y recuperar cierta normalidad en verano. Hasta entonces, sostiene que es difícil prever el alcance de la tercera ola prevista para enero, pero asegura que Cantabria será capaz de afrontarla como lo ha hecho en las otras dos. “Habrá un repunte, pero lo ideal sería que fuera el menor posible”, subraya durante la entrevista con elDiario.es.
Cantabria ha aplicado para estas navidades las medidas restrictivas más laxas dentro del acuerdo del Consejo Interterritorial de Salud apelando a la responsabilidad ciudadana. ¿Qué percepción tiene de esa responsabilidad hasta el momento?
Nosotros aplicamos las medidas del acuerdo alcanzado en el Consejero Interterritorial porque creemos que una vez que se llega a un acuerdo hay que intentar, en la medida de lo posible, respetarlo. Es cierto que el acuerdo es flexible y dice bien claro que en función de la evolución de los datos se podrán aplicar otras medidas. Por la información que tengo, el día de Nochebuena fue muy bien, los bares, a los que no se les ha cambiado la hora de cierre, lo hicieron a la hora prevista, no hubo ningún problema posteriormente aunque el toque de queda estaba establecido para la 1.30. La gente cumplió.
¿Cree que será suficiente esa responsabilidad ciudadana para evitar una tercera ola de gravedad en enero?
Creo que los ciudadanos han respondido bien durante toda la pandemia, siempre hay excepciones lógicamente, pero la generalidad de los cántabros y cántabras ha respondido estupendamente bien, en la primera ola e incluso en la segunda, donde hay que recordar que había mucha gente de fuera que generó el inicio de la misma. Por eso estoy seguro de que van a ser responsables también en estas fechas navideñas, lo cual no evitará que en enero haya un repunte, pero lo ideal sería que fuera el menor posible.
¿Estiman alguna previsión de cómo será esa tercera ola?
El problema es que es muy difícil hacer previsiones con esta pandemia porque dependen de muchos factores. Es muy complicado saber en qué nivel estaremos, cuántos infectados diarios y cuántos ingresados. Hay que tener en cuenta que acabamos de empezar la vacunación por lo que en enero las personas ni siquiera estarán inmunizadas, pero el haberla comenzado por las más vulnerables, que son las de las residencias, nos coloca en otra tesitura de cara a febrero. Es difícil saber en que situación estaremos, pero tengo la confianza de que vamos a ser capaces de afrontar esa tercera ola como lo hemos hecho en la primera y en la segunda.
En una reciente declaración pública, preguntado por si hubiese sido partidario de aplicar restricciones más duras, usted aseguró que desde el punto de vista sanitario tiene “clarísimo” que sí. El presidente Revilla afirma constantemente que las decisiones que conciernen a la pandemia son exclusivamente de Sanidad. ¿Por qué entonces las medidas han sido tan flexibles?
Se han adoptado las del Consejo Interterritorial. No podemos olvidarnos que se llegó a un acuerdo entre las 17 comunidades, Ceuta, Melilla y el Ministerio. Nosotros no nos hemos movido de ese acuerdo y aunque nuestra propuesta era más dura que la que se acordó, cuando uno negocia y llega a consenso, que era lo que se trataba, hay que ceder. Lo cual no quiere decir que de cara a la pandemia cualquiera que aplique medidas restrictivas acierta, pero hay que aplicarlas de manera ponderada, de tal forma que tampoco destruyamos la economía, porque los ciudadanos lógicamente tienen que vivir. Y ahí está la dificultad. Si me pregunta: ¿Para resolver la pandemia cuál es la mejor opción? Es el confinamiento, lo demostramos en la primera ola, pero tenemos que seguir viviendo por lo que esa opción de momento no es posible a no ser que hubiera una catástrofe.
¿Le molesta que Revilla traslade constantemente la responsabilidad de las decisiones adoptadas a su departamento?
No, no me molesta, porque está claro que las propuestas salen de Sanidad, pero es cierto que la decisión final es del Gobierno de Cantabria y, por tanto, de esta Consejería, del resto y del presidente.
¿No cree que como presidente pretende desmarcarse de unas medidas claramente impopulares pese a que él, como líder del Ejecutivo, es el máximo responsable de todas las normativas aprobadas por el mismo?
Eso se lo tendría que preguntar a él. Yo creo que nuestro papel lo cumplimos, el de la Consejería de Sanidad. A partir de ahí, en la decisión hay una parte que es de la autoridad sanitaria, que es el consejero, y que yo la asumo, aunque a veces tenga que hacer el papel de aplicar medidas que no son populares, y hay otras que le corresponden al presidente como autoridad delegada, que salen de aquí, pero la decisión es suya, y esas las tiene que asumir él.
Me llama la atención que tanto usted como el presidente aluden constantemente a los informes técnicos para justificar las decisiones impopulares... ¿No cree que es un poco injusto cargar en los profesionales funcionarios que elaboran estos informes la responsabilidad de estas medidas?
No, la responsabilidad de las que tomo yo es mía, lo que pasa es que yo me apoyo en informes técnicos. El consejero, en este caso coincide que es médico, aunque podría no serlo, por lo que tiene que apoyarse siempre en informes técnicos, que los realizan especialistas en medicina preventiva de Salud Pública. Pero la responsabilidad es mía, el que firma la resolución soy yo. Y en el caso del presidente, también se apoya en informes técnicos, pero el que firma el decreto es él.
¿Y la decisión política no puede diferir del criterio técnico?
Es cierto, y en eso tiene mucha razón el presidente, que no nos debemos de desviar de los informes técnicos. En términos puramente jurídicos podríamos hacerlo, pero no es lo que se hace en las administraciones de manera habitual. Tiene que ser de forma motivada, es decir, si propone algo que yo considero descabellado o desproporcionado. Y normalmente, como bien sabes, estas cuestiones acaban en los tribunales y ahí tienes que explicar por qué te has desviado del informe, por lo que normalmente no nos salimos del guion que marcan los técnicos.
Eso que comenta me recuerda a la polémica suspensión de las vacaciones escolares de noviembre, en las que el informe de Salud Pública no recomendó esa cancelación y el Gobierno adoptó una decisión que luego tuvo que rectificar por mandato judicial, distinta al criterio técnico. ¿Se refería a ello?
No [ríe], estaba hablando en abstracto, no me refería a ese caso concreto que creo que tiene matices diferenciadores.
¿Ha habido roces o discrepancias a lo largo de la pandemia dentro del Gobierno sobre las medidas a adoptar?
No, no las hemos tenido, más allá de que nosotros, la parte sanitaria, solemos centrarnos solo en ese ámbito. y el resto del Gobierno, lógicamente, tiene una visión más general, también de la economía. Yo lo he dicho siempre y lo voy a seguir manteniendo, hay dos partidos, pero un solo Gobierno y las decisiones que se toman en el Consejo de Gobierno las asumimos todos.
El colectivo más beligerante con las restricciones es el de los hosteleros. Sanidad asegura que hay evidencias científicas de que consumir en el interior de los locales aumenta los contagios. Pese a ello, ¿entiende sus quejas? ¿Cree que son proporcionadas?
Claro que entiendo sus quejas porque cualquier colectivo que se ve afectado por esta pandemia, cuando se está jugando su medio de vida, es lógico que proteste. Lo que pasa es que hay que distinguir las medidas sanitarias para evitar la propagación del virus de la actividad económica. Y lógicamente, y el tiempo nos ha dado la razón, hay que buscar medios alternativos para apoyar a esas personas que se han visto afectadas. En este sentido, el Gobierno de Cantabria, a través de la Consejería de Economía, que busca los fondos, y a través de las consejerías de los ramos competentes, ha puesto a disposición de los afectados medidas para paliar esa situación, como también lo ha hecho el Gobierno de España. Entiendo que sus protestas están razonadas porque esta situación les afecta mucho económicamente. Yo no creo, y lo digo claramente, que los hosteleros no entiendan las medidas sanitarias. Lo que dicen es “oiga, yo tengo que seguir viviendo”, y ahí la sociedad tiene que poner los medios para intentar ayudarles.
La responsabilidad en una pandemia no es ni ciudadana ni política
Suele señalar que es una persona que dice “las cosas muy claras”, algo que “no se suele llevar en política”, y qué eso trae “problemas”. ¿A qué se refiere exactamente?
La pregunta que me hacían en ese caso concreto era que de qué cosas me arrepentía. Yo he dicho que en algunos casos, uno habla muy claro y dice cosas que luego piensa que las podría haber dicho de otra forma o matizado. Fue en términos generales, pero si quiere le busco algo concreto, con el tema de las residencias, que rectifiqué porque seguramente lo tendría que haber dicho de otra forma.
¿Le molesta que el presidente le instara a recular de sus afirmaciones?
Yo nunca he entrado en eso y no voy a entrar ahora, pero eso no es así. El presidente en ningún caso me instó a rectificar mis declaraciones y ahí lo voy a dejar.
¿Y a día de hoy qué opina de estos centros privados y de la gestión que están haciendo sus gerentes?
Creo que en esta segunda ola se hizo un cambio de estrategia coordinado con la Consejería competente, la de Empleo y Políticas Sociales, y nos ha dado resultado. Es cierto que una cosa es lo que dice el papel y otra lo que se puede hacer en la realidad, y posiblemente el papel establecía determinadas medidas que se debían adoptar en el ámbito residencial que luego en la práctica es muy difícil por la estructura de las residencias o por las características del personal. En esta segunda ola la estrategia ha sido distinta y hemos apoyado más la salida de los residentes una vez que estaban diagnosticados hacia un centro COVID en Suances. Ha dado muy buen resultado, pero no ha podido evitar que al final, cuando ya había una transmisión comunitaria clara, el virus llegase al ámbito de las residencias. Pero el personal de las residencias sabe lo que hace, ha adquirido experiencia a lo largo del tiempo y creo que ha hecho una gestión estupenda.
Se habló sobre todo en la primera ola de la ausencia de personal médico en las residencias, ¿ha evolucionado esta situación?
Se ha evolucionado porque eso también ha servido para que desde Atención Primaria se haga más hincapié o se esté más pendiente de las residencias, pero todavía nos quedará alguna cuestión más por hacer. Estamos trabajando, no solo para la pandemia, sino a nivel general, para tener un sistema de coordinación más claro entre las residencias y los dispositivos de Atención Primaria.
La principal preocupación de esta pandemia es la presión hospitalaria. Cantabria más o menos la ha conseguido mantener a raya, sobre todo en esta segunda ola, pero ¿hay margen por si la tercera es más complicada y preocupa que un brote como el de Sierrallana pueda romper esa estabilidad?
Eso no lo podemos saber por la dificultad en la previsión de esta pandemia, pero evidentemente si hay una transmisión comunitaria generalizada que no somos capaces de controlar tendrá trascendencia sí o sí en los hospitales, porque aproximadamente un 20% de los afectados acaba ahí de una u otra forma, o en la urgencia o ingresados. Pero no hemos tenido problemas de hospitalización hasta ahora de manera que es previsible que no los tengamos en la tercera ola.
Cuando desde Sanidad hacen referencia a los brotes ponen el foco en los casos detectados en ocio y ámbito familiar, pero se pasan habitualmente por alto los ocurridos en el ámbito laboral por motivos de mala praxis de algunas empresas, como el caso del call center de Cartes o la conservera en Santoña, ¿hay seguimiento y datos sobre ello?
Desde luego es otro ámbito importante de transmisión, de eso no hay ninguna duda. La mayor parte de los brotes no se han producido ahí, pero es importante. Nosotros, además de nuestra labor puramente sanitaria de intentar controlar el brote y de hacer el estudio de contactos, damos traslado a la Inspección de Trabajo de todos los brotes que detectamos en el ámbito laboral para que analicen que la empresa tiene las medidas preventivas correctas.
Pasamos al tema estrella del momento, las anisadas vacunas que ya han comenzado a llegar, ¿Qué procedimiento va a seguir Cantabria para aplicarlas?
En el caso de las residencias, trasladamos los equipos de enfermería a los centros. Eso lógicamente ralentiza el ritmo, pero no todas las residencias tienen personal sanitario y, además, el personal tiene que estar entrenado. En el ámbito sanitario, el personal no nos preocupa porque se va a vacunar en los centros y ahí son los propios profesionales los que se van a vacunar entre sí e irá muy rápido. Y cuando abordemos población general, será a través de los centros de salud y se hará con el mismo sistema que hemos hecho para la vacunación de la gripe, con cita programada. Creo que vamos a tener nosotros más capacidad de vacunar que el ritmo al que lleguen las vacunas. El ritmo de vacunación no me preocupa, me preocupa que vayan llegando vacunas para poder vacunar cuanto antes a toda la población.
¿Teme que surja algún problema o complicación que pueda retrasar ese calendario de vacunación?
En principio, no. Si las vacunas llegan y el ritmo de llegada previsto es el correcto posiblemente para el verano pueda estar vacunada la mitad de la población española.
Precisamente ministro Salvador Illa estimó que para verano estarían vacunados entre 15 y 20 millones de españoles. ¿tiene usted una cifra de cántabros prevista?
De momento, lo que sabemos es que en las 12 primeras semanas nos van a llegar 73.000 dosis de la vacuna de Pfizer, que dan para vacunar a más de 36.000 personas. Si las vacunas llegan eso está asegurado. Además, es posible que en estas primeras 12 semanas del año 2021 lleguen nuevas vacunas, por lo que si es así, podremos vacunar a más.
¿Y sería indiferente que la vacuna sea de una compañía u otra, o se repartirían por sectores de población?
La estrategia está establecida por el Ministerio, los primeros grupos están claros y a partir de ahí empezaremos con población general, pero independientemente de la vacuna. No son específicas para un grupo concreto, se pueden aplicar indistintamente.
Hasta entonces vendrán meses duros de continuidad con las medidas restrictivas. Si la tercera ola de enero cumple los peores presagios y acaba superando a las dos anteriores, ¿la responsabilidad sería ciudadana o política?
La responsabilidad en una pandemia no es ni ciudadana ni política, en todo caso del virus SARS-COV-2 que es el que provoca la enfermedad. Evidentemente, la población tiene que evitar el contacto social, que es el mecanismo de transmisión, y la autoridad sanitaria tiene que establecer normas que ayuden a ello. Pero ni una ni otra son responsables de que haya una tercera ola.
En el plano más personal, ¿siente fatiga acumulada después de tantos meses intensos en la gestión de esta pandemia?
Lógicamente el cansancio se va acumulando porque son muchos meses, en los que además hemos sido el foco de atención. Hemos tenido que estar pendientes de este tema y de otros, porque además del SARS-COV-2, la sanidad tiene otros problemas que tenemos que afrontar. Esto desgasta mucho a los equipos porque es una situación de mucho estrés de forma continuada, pero ahí estamos afrontándolo y llevándolo de la mejor manera que podemos.
¿Qué le hace rechazar la idea de dimitir? Pese a que, según reconoce, en su puesto de inspector médico tendría unas condiciones de trabajo y salariales más cómodas.
En su momento, cuando me ofrecieron ser consejero, dije que sí. Evidentemente las cosas no son inmutables en el tiempo y pueden cambiar, pero si hubiese alguna razón por la que considerara que debería dejarlo lo haría, pero de momento no es el caso. No porque haya algún sector que lo haya pedido voy a asumir que eso tiene que ser así.
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